CARTA AL DIRECTOR

A propósito de Ábalos

A raíz de la situación generada en torno a José Luis Ábalos en los últimos días, creo que procede aportar una reflexión sobre el funcionamiento de los partidos políticos, desde el punto de vista interno, y cómo entiendo ese funcionamiento.

Ábalos lo ha sido prácticamente todo dentro del PSOE: a nivel institucional, concejal, diputado autonómico y nacional, ministro, y a nivel orgánico, secretario de organización. Este último, de especial relevancia en cualquier organización, por supuesto en el PSOE. Yo mismo tuve esa responsabilidad en La Rioja antes de ocupar la secretaría general.

Cada uno juzgará conveniente o inconveniente cómo la Comisión Ejecutiva Federal ha manejado este asunto, terminando con el ultimátum para que renunciara a su escaño en el Congreso tras su negativa a hacerlo en conversación con el actual secretario de organización Santos Cerdán. Creí que Ábalos lo haría. Me equivoqué.

Es cierto que la dirección ha ido mucho más allá de lo que indica el código ético de nuestro partido. La presunción de inocencia es básica en democracia, pero también es cierto que el ‘Caso Koldo’ dista mucho de ser un asunto menor, con algunos enriquecimientos y un ‘modus operandi’ no comprensibles, y que Ábalos fue una pieza fundamental en el regreso de Pedro Sánchez a la secretaría general.

La cuestión está en la responsabilidad política. Si alguien que está ahí solo por confianza y traiciona esa confianza, ¿alcanza su comportamiento y la responsabilidad de sus actos a quién lo nombró? Desde el PSOE muchas veces hemos esgrimido este concepto en casos de corrupción del PP. No parece muy coherente que no se nos aplique también a nosotros, como tampoco lo es que el PP se erija ahora en abanderado contra la corrupción.

La polémica es cómo se gestiona esta situación dentro del PSOE. Ábalos ha decidido irse al grupo mixto, lo cual sabe perfectamente supone la inmediata salida del partido.

Al hilo de estos acontecimientos recordé en mis redes sociales, con la limitación que esto supone, algo que sucedió en el partido en La Rioja hace tres años. En una visita como ministro y secretario de organización en febrero de 2021, Ábalos me pidió que no me presentara a la reelección como secretario general en nombre de la ejecutiva federal. Así lo hice. No lo tuve que pensar, se lo dije inmediatamente. No lo creía justo, no ya tanto conmigo, sino con un grupo de personas en la dirección regional cuya hoja de servicios era totalmente exitosa, pero lo acepté porque los cargos que ocupas, tanto los orgánicos como los institucionales, son cargos del partido y de él dependen.

No había hablado nunca antes de esto en público, porque entendía –acertadamente o no- que no debía hacerlo. Después de haber tenido que soportar muchas especulaciones de todo tipo este tiempo, lo hago ahora, no para dar lecciones de nada a nadie, pero sí para poner en su justo contexto el comportamiento de los dirigentes de los partidos. Además de esa renuncia, no acepté otras ofertas para ocupar puestos relevantes en empresas públicas o en el propio Senado.

En aquella visita de 2021 Ábalos dijo públicamente que el partido “debía estar al servicio del gobierno, que no había otra tarea y que era de primero de militancia”. El partido siempre lo estuvo, el Gobierno siempre contó con el respaldo del partido en cada votación parlamentaria. Ésto no siempre ha sucedido en otras comunidades autónomas en otros momentos, en La Rioja sí. Sé perfectamente que ser portador de malas noticias y decir que las cosas podían salir mal, no era muy popular. Avisar de que podíamos tener una derrota electoral, y que era necesario realizar cambios complicados, no era una buena carta de presentación ni algo que muchos quisieran escuchar. He cometido posiblemente muchos errores en mi labor política, pero en esos avisos no me equivoqué.

No convencí a la dirección de mi partido y lo acepté. Tenían otra forma de ver las cosas y estaban en su perfecto derecho. Una dirección tampoco puede convencer a cada militante de lo que debe pensar. Ni siquiera puede obligar a un militante a acompasar su pensamiento a sus cambios de planteamientos en cuestiones políticas.

Pero una cosa son las opiniones, y cómo se difunden, y otra muy diferente los cargos que se ocupan, que siempre deben estar a disposición de la dirección de los partidos ya que los ocupas bajo esas siglas. Creo sinceramente que Ábalos se ha equivocado no renunciando a su acta. Si la dirección de tu partido te pide que abandones un cargo, lo haces, aunque lo consideres profundamente injusto. Por supuesto, estás en completa libertad de criticarlo como consideres oportuno. Cada uno de nosotros somos responsables de nuestras decisiones y las direcciones de los partidos también. Es mi forma de entender la militancia política, del primer curso al último.

*Puedes enviar tu ‘Carta al director’ a través del correo electrónico o al WhatsApp 602262881.

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