La Rioja

Las medidas de protección en La Rioja llegan a 700 menores

Son muchas las situaciones en las que los menores se encuentran desprotegidos en sus propias casas. Problemas familiares, malos tratos, abusos, abandono por parte de sus familiares… Cuando éstos son las auténticas víctimas de sus entornos, un equipo multidisciplinar de 32 profesionales del Gobierno de La Rioja se dedica a salvaguardar sus derechos y brindarles cuidados integrales. Este equipo, compuesto por psicólogos, trabajadores sociales y educadores, opera en la actualidad con 700 menores que tienen medidas de protección en la región.

De éstos, la mayoría, un total de 471, se encuentran en situación de riesgo. En estos casos en los que se percibe un riesgo inminente para el menor, se toman medidas dentro de su propio hogar, ofreciendo apoyo a la familia para garantizar las necesidades básicas del niño y trabajando en diferentes áreas para fortalecer el entorno familiar. “El objetivo prioritario en estos casos es que el menor no quede en situación de desamparo, se trabaja con ellos para que el entorno familiar mejore y el niño tenga la mejor situación posible dentro de su propia familia”, explica Marta Gómez, directora general de Servicios Sociales.

Los procesos de intervención comienzan con la detección de situaciones de riesgo, que pueden provenir de denuncias de ciudadanos preocupados, personal de salud o educación, así como fuerzas y cuerpos de seguridad.

El objetivo central es reconducir está situación dentro del propio hogar, pero no siempre es posible. Cuando la situación alcanza niveles de desamparo – en estos momentos se encuentran 229 menores en esta situación en La Rioja-, donde se evidencia un abandono grave de las necesidades básicas del menor, la tutela pasa a manos de la Administración que se convierte en el representante legal del niño, asumiendo la responsabilidad de procurarle cuidados y formación integral.

En este punto, se decide optar entre un acogimiento familiar o residencial. “Siempre se prioriza el acogimiento en la familia extensa del menor, es decir, abuelos o tíos, incluso hermanos mayores”, comenta Encarna Areños, jefa de Servicio de Protección de Menores, Mujer y Familia. “El objetivo primordial siempre es reintegrar al menor con su familia biológica cuando sea seguro y viable, y cuando ellos se ofrezcan a hacerlo, velando por los intereses y el bienestar del menor”.

En caso de no contar con una familia extensa o que no se den las condiciones adecuadas para que éstos sean los acogedores, se opta por buscar familias acogedoras externas. Éstas desempeñan un papel crucial en este proceso, ofreciendo un ambiente estable y de cariño.

Los acogimientos en familias externas pueden ser de urgencia, temporales o permanentes, según las circunstancias. “Hay veces que nos hace falta una familia por una intervención quirúrgica o por un viaje en el que la familia no se pueden llevar al menor, incluso para fines de semana”. También están las temporales mientras se intentan solventar los problemas familiares que hacen que estos menores se encuentren en estas circunstancias. Muchas de ella terminan siendo permanentes porque no hay forma de reconducir la situación de la familia.

Para aquellos casos donde el acogimiento familiar no es posible o no ha funcionado, se recurre al acogimiento residencial. En estos momentos, en La Rioja, un total de 113 niños están o en el centro La Cometa (para menores de 6 años) o en pisos tutelados. Este tipo de atención se brinda en pisos especializados, donde se promueve la integración social y se proporciona un entorno centrado en las necesidades individuales de cada menor.

“Es importante destacar que el enfoque siempre está en el interés superior del menor”. Marta Gómez, directora general de Servicios Sociales, enfatiza que estos menores son víctimas de entornos desfavorables. “Se trabaja arduamente para evitar que lleguen al desamparo y, en caso de que esto ocurra, se actúa como su guardador legal, asegurando que reciban el apoyo y cuidado que merecen”.

El camino hacia la protección y el bienestar de estos menores no está exento de desafíos, pero gracias al compromiso y la dedicación de los profesionales y las familias acogedoras, se ofrece una oportunidad de esperanza para aquellos que más lo necesitan en La Rioja.

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