Agricultura

El mapa de cultivos de La Rioja que viene

La ya prolongada sequía, sumado a una meteorología que se empeña en confundir a las plantas con sus subidas y bajadas de temperaturas que derivan en adelantos de brotación, está obligando a repensar la forma de cultivo y el qué cultivar. Porque el mapa de cultivos de La Rioja va camino de un cambio progresivo para sobrevivir a tantas adversidades. Eso sí, siempre poniendo el foco en la rentabilidad económica.

Sergio Ibáñez, jefe de Servicio de Investigación Agraria del Gobierno de La Rioja, aborda estas cuestiones discerniendo, primero, entre los cultivos de regadío y de secano. Estos últimos “tienen menos margen de actuación, por lo que la rentabilidad ha de buscarse disminuyendo costes de producción, como puede ser en la recolección o fertilización, e incluso también apostado por figuras de calidad que den más valor al producto (IGP, DOP, CPAER)”.

Sin embargo, en el secano también hay oportunidades factibles que no requieren de grandes cantidades de agua. Que se lo digan si no al almendro o al pistacho. Estos leñosos de frutos secos son cultivos con menor dependencia hídrica que lo que pueden ser los frutales de hueso o pipa. “Por no hablar de que son cultivos que dan más juego por las diferentes variedades que existen. Sin duda, están ganando protagonismo entre las preferencias de los agricultores y, llevados con técnicas de cultivo modernas, creo que pueden ofrecer buenas rentabilidades. Y si ya hablamos de estos frutales en regadío, mejor todavía”, valora Ibáñez.

Almendros en flor en Alfaro. | Foto: EFE/ Raquel Manzanares.

Las herramientas para hacer frente al cambio climático también llegan a otros cultivos como los herbáceos. En este sentido, el jefe de Servicio de Investigación Agraria apuesta por “ajustar los ciclos de las especies utilizadas y los calendarios de siembra y recolección a fechas que sean menos exigentes hídricamente, es decir, intensificando la producción entre otoño y primavera”. La colza, apunta, es uno de los cultivos que más presencia está ganando en los últimos años. “Si bien se adapta mejor en zonas frescas, es un cultivo muy agradecido que no requiere demasiadas intervenciones como el cereal. Además, tiene un mercado bastante bueno tanto en el agroalimentario como el ganadero”.

Por otro lado, la bodega institucional de La Grajera va a abordar un proyecto de riego del viñedo con aguas residuales utilizadas previamente en los procesos enológicos de la propia bodega. Esta práctica de aprovechamiento del agua procedente de industrias agroalimentarias en el campo, “previo proceso de tratamiento y control adecuados”, demuestras que las posibilidades son abundantes.

Eso sí, con unos sistemas de riego modernizados se pueden abordar más líneas de mejora en la agricultura. “Desde 2019 se habrán hecho unas 10 intervenciones en La Rioja y hay varias actuaciones más en procesos. Actuaciones que, más allá de mantener y asegurar los cultivos que históricamente han estado ahí, también pueden servir para crear nuevas oportunidades para potenciar otros cultivos como los hortícolas, por ejemplo, y que cada vez más pierden más superficie cuando han formado parte de la agricultura tradicional de la región. Se trata de depender cada vez menos de circunstancias climáticas”, incide.

Otras líneas de mejora en las que se puede actuar en materia de regadíos son la mejora en la captación y almacenamiento de los recursos hídricos. “Hay cuencas como la del Cidacos que van a notar una gran mejoría con la entrada en funcionamiento de la presa de Enciso. Pero también debe valorarse e impulsar la captación a nivel de explotación agrícola, a través de la construcción de balsas de riego. Además, se debe valorar el uso de sistemas de riego más eficientes, dejando en algo residual los conocidos riegos a manta. Por no hablar de que habría que regar cuando existe menos riesgo de pérdidas de agua por evaporación, es decir, evitando hacerlo en las horas centrales del día”, destaca.

En este sentido, observar las necesidades reales de la planta para regar con criterio es clave. Para ello se pueden usar estimadores (sensores, sondas, indicadores visuales) del estado hídrico o la técnica del riego deficitario controlado, “que consiste en aplicar algo menos del agua que la planta necesita, centrando este suministro en periodos críticos del desarrollo del cultivo. De esta forma, fácilmente puede reducirse el agua entre un 20 y un 40 por ciento, con poca repercusión en la producción (0-10 por ciento)”.

Sistema de regadío en Zarratón

Y en materia de riego, el viñedo es uno de los cultivos que más desarrollo tiene en esta materia. Ibáñez reconoce que la mayor presencia de investigaciones y proyectos en torno al cultivo de la vid frente a otros se debe, por un lado, a la mayor demanda de los agricultores, y también a la importancia económica de este cultivo por la mayor superficie de terreno que abarca en comparación con otros cultivos. “Lo que hacemos en La Rioja es dejar a los propios agricultores que sean quienes plantean iniciativas y nosotros les apoyamos, por ejemplo, a través de los campos demostrativos donde ponen en marcha experiencias piloto y cuentan con financiación para estudiar diferentes técnicas y herramientas, así como para comprobar su utilidad y luego trasladarla al sector. Lo positivo es que hay muchos grupos de investigación, lo cual favorece a la hora de aunar esfuerzos y llegar más lejos”, explica.

Así, recuerda que se han hecho campos demostrativos para pistachos y azafrán más allá de los destinados a viñedo. No ha habido tanta suerte con otros cultivos como son los hortícolas, en cuya línea de investigación se dejó de trabajar, en parte, por la reducción de la superficie dedicada a ellos.

En materia de investigación, el proyecto VITISAD es uno de los que más repercusión ha tenido por los resultados obtenidos. Así, se ha desarrollado en coordinación con el Gobierno de La Rioja, la Estación de Viticultura y Enología de Navarra y el Instituto de Investigación Agraria NEIKER, así como con diferentes viticultores y bodegas. “Está orientado a prácticas y técnicas sostenibles de adaptación al cambio climático que ha permitido, entre otras cosas, trabajar con variedades mejor adaptadas e incluso dar con nuevas variedades que no se conocían antes. Es fundamental la labor de prospección en campo en aquellas parcelas más antiguas donde podamos encontrar este material vegetal de interés para la recuperación o mejora genética “.

Por otro lado, se está trabajando en distintas líneas de investigación como proyectos piloto en materia agrovoltaica, tratando de que los paneles solares, además de abastecer de energía limpia a las explotaciones, sirvan de toldos o pantallas de sombreado que reduzcan la radiación incidente y la temperatura de los cultivos. La Rioja ha desarrollado una técnica similar en viñedo, utilizando redes de sombreado y consiguiendo reducir la temperatura de los racimos hasta en más de 6 ºC. Así mismo, el uso de cubiertas vegetales permite reducir notablemente los riesgos de erosión, derivados de las cada vez más frecuentes lluvias torrenciales, y actuar de alternativa al laboreo convencional.

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