La Rioja

“Volveríamos mil veces a acoger un menor desamparado”

Cristina y Daniel ya tenían a su hija de 11 años cuando decidieron apostar por el acogimiento de menores en situación de desamparo. Cristina había trabajado como auxiliar en la residencia Iregua donde vivían hasta hace unos años niños con estas características. “Fue uno de los trabajos más tristes de mi vida, llegaba todos los días a casa machacada”. Fue entonces cuando se le quedó la espinita clavada de poder ayudar de alguna forma.

Un anuncio en prensa volvió a encender la bombilla. “Llamamos a la Consejería para informarnos”. Y entonces empezó todo un periplo que duró más de un año. Cursos, formación, muchas entrevistas personales. “A veces parece que te están cuestionando pero es comprensible, hay que estar preparado para hacerlo porque el día a día no es fácil”.

Cuando ellos tomaron la decisión hace ocho años les advirtieron de la dureza de ser padres acogedores. “Recuerdo que nos prepararon para lo peor y sobre todo para la despedida porque se suponía que era un acogimiento temporal que dura alrededor de dos años”. La teoría es esa pero la realidad es que la mayoría de ellos terminan siendo definitivos. “Es muy raro, en determinadas circunstancias, que los niños puedan volver con sus padres biológicos porque la situación del entorno es muy dura”. En su caso también fue así. “Nadie nos había preparado para que esto fuese para siempre pero después de dos años no tuvimos que pensarlo demasiado, la pequeña ya era parte de la familia”. Era seguir o que la niña terminase de nuevo en una institución, “y no podíamos poner otra muesca en su vida”.

La pequeña llegó con 6 años y una ‘mochila’ demasiado llena y demasiado dura. Había vivido en la calle y llevaba un tiempo ya residiendo en ‘La Cometa’, el centro donde se encuentran estos menores antes de cumplir esa edad. Empezaron a conocerla poco a poco. Primero una visita corta, luego un paseo. “Duele mucho estar con ella y tener que volverla a dejar allí porque es una pena que no haya familias suficientes y estos niños tengan que vivir en instituciones por muy bien que les cuiden en ellas”. Ese es el problema: para los más de doscientos niños que hay en la región en en estas circunstancias de desamparo, sólo existen 25 familias acogedoras. “Se que no es fácil pero yo se lo recomendaría a todo el mundo”.

Poco antes de Navidad la niña hizo el viaje definitivo a su nuevo hogar. “Entonces hay que buscar colegio, cambiar médicos… es verdad que hay una pequeña ayuda pero la Administración tampoco lo pone nada fácil, hay muchos padres que volverían a acoger y no lo hacen por todos los trámites que hay que hacer y todas las pegas que te encuentras por el camino con la Administración, en regiones como Navarra o el País Vasco todo funciona mucho mejor”.

Y una vez en casa es cuando empieza el proceso real de adaptación. “Algunos padres cuentan que el primer año es como una luna de miel”, explica Cristina. En su caso no hubo tal. “Empezó siendo muy complicado no tanto por la niña sino por la relación con la familia biológica”. Visitas que hacían retroceder todo lo adelantado en semanas, momentos de incertidumbre, dudas…  Pero los ojos de la pequeña empezaron a cambiar. “Ahí es dónde notas el cambio, en la mirada”.

Además hay que enseñarles a que lo que han vivido hasta entonces no es lo normal. “La pequeña había ejercido siempre de madre de su madre, ella era la que la cuidaba. Nos costó mucho hacerle entender que éramos nosotros los que la teníamos que cuidar a ella”. Son niños complicados pero que “te dan mucho más de lo que les das tú a ellos”. Eso sí, “tienen sus tiempos y sus ritmos y eso muchas veces en los entornos escolares no lo entienden”.

Una lucha continua con muchas gratificaciones. “Amor incondicional”. Son las dos palabras que más repite Cristina. “Aprendes a querer por encima de todas las cosas, a pesar de todo”. Y ver la relación entre las hermanas. “Es increíble ver cómo se han adaptado la una a la otra”.

Cristina y Daniel lo tienen claro “Lo volveríamos a hacer mil veces”. De hecho, no lo dudan. “Cuando la niña sea un poco más mayor queremos ayudar en las acogidas de emergencia que sabes que como mucho son para un año. Es imprescindible ayudar a estos niños, no podemos ser egoístas en esto”.

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