TRIBUNA

‘La inexplicable e inaudita decisión de renunciar a un proyecto que beneficia a trabajadores, empresas y sociedad’

Érase una vez un polígono industrial desconectado de su municipio, cuyos únicos accesos eran por medio del coche, de la moto y escasos autobuses a través de carreteras regionales y estatales.

Érase una vez un polígono industrial situado a 300 metros del campus universitario al que su alumnado no podía cruzar caminando, a pesar de existir allí un puente enorme.

Érase una vez un polígono que fue creciendo y, además de fábricas, se instalaron comercios, gimnasios, concesionarios, hostelería, hotelería… y cuanto más crecía más inaccesible se hacía.

Esta es la historia del Polígono Cantabria, un polígono industrial unido a Logroño por un puente, el de la A-13, la autovía más corta de España.

Las empresas y los trabajadores que realizan allí su actividad llevan muchos años, demasiados ya, pidiendo al Ayuntamiento de Logroño la creación de accesos, sin grandes exigencias. No se solicitan infraestructuras millonarias como puentes o pasarelas. Las empresas y los trabajadores tenemos muy presente la optimización de los recursos, por eso siempre hemos planteado adaptar las infraestructuras actualmente existentes.

La ampliación de los tableros de los puentes es una práctica cada vez más extendida para ampliar los usos que no fueron previstos cuando se construyeron. Hay numerosos ejemplos en España.

Durante años, las excusas para no acometer obras en el puente de la A-13 fueron, sobre todo, por falta de competencias y dificultad en coordinar a las diferentes administraciones, pero voluntad parece que había, puesto que era evidente su necesidad para más de 3.000 personas que se desplazan allí a diario. Yo lo llevo haciendo desde hace 30 años, los últimos 15 en bicicleta a pesar de las dificultades. En mi caso es una elección que me reconforta, me siento muy afortunado de poder hacerlo, pero me preocupan las personas que lo hacen por obligación en unas condiciones tan precarias porque no tienen otra alternativa.

Durante un paréntesis de cuatro años, he tenido la oportunidad de trabajar con responsabilidades en Desarrollo Urbano Sostenible en el Ayuntamiento de Logroño. Lo que parecía imposible resultó que, con algo de empeño, fue viendo la luz. Lo que comenzó como un estudio de alternativas se convirtió en un anteproyecto y terminó materializándose en un proyecto supervisado por la Dirección de Carreteras, hasta conseguir finalmente el permiso para su ejecución.

Mientras tanto, aparecieron los Fondos Europeos, así ya no solo existía el proyecto y los permisos, sino también un presupuesto real para licitar su ejecución. Una obra sin polémica alguna, ya que no perjudica ni resta espacio a nadie; muy al contrario, lo crea. En pleno agosto, y en medio de una crisis de materiales, el primer intento de licitación se quedó desierto, pero en la segunda ocasión se consiguió una oferta solvente para poder realizar su adjudicación, en el mes de junio, algo que de manera honesta no se hizo, puesto que el gobierno local se encontraba en funciones tras las elecciones municipales de mayo de 2023.

 

Turno para el PP. Todos los problemas que esbozaba en su anterior mandato ya estaban resueltos, solo tenía que aprobar la adjudicación. Sin embargo, escudándose de forma irresponsable en su mayoría absoluta el gobierno del señor Escobar ha desistido de esta actuación que mejoraría la vida de muchas personas.

Esta semana asistimos estupefactos a una decisión con varias ‘I’: insólita, irresponsable, incomprensible, inútil y también insultante. El mismo ayuntamiento que está obligado a crear accesos a su polígono, que tiene todo listo para ejecutar y fondos para ello, solicita al Ministerio que no se haga. Como argumento: la peregrina excusa de que ya se está adecuando otro acceso por el Pozo Cubillas. Sólo alguien que nunca ha ido al polígono Cantabria andando o en bicicleta puede opinar tal cosa.

Entiendo que también pensarán entonces que con un solo acceso para los coches es suficiente, hagamos pues con la misma lógica peatonal los puentes de Piedra y de Hierro.

Resulta que a los vehículos a motor les hacemos infraestructuras bien rectas y directas para que vayan rápido y sin dar vueltas, y a las personas que caminan y a los medios de movilidad sostenible les hacemos dar vueltas y vueltas a ver si se aburren y lo dejan por imposible.

El itinerario propuesto desprecia a todas las personas que viven o pasan por la zona Este de la ciudad de camino al polígono para acceder a los comercios, colegios o centros deportivos que están allí localizados.

Las dos actuaciones fueron planificadas y coordinadas entre el Ayuntamiento de Logroño y el Gobierno de La Rioja, ambas actuaciones configuran un nuevo anillo perimetral al Ebro, que además de dar servicio al polígono, también lo hacen al uso deportivo, turístico y de ocio.

La decisión de Conrado Escobar no se sostiene por ningún lado, ni en su discurso ni en los informes emitidos, al igual que en otros casos, por funcionarios que poco o nada tienen que ver con el asunto. Su decisión es indigna de un representante público que debe trabajar por el bien de su ciudad, la competitividad de sus empresas y el futuro de sus gentes. Su decisión se hace pública la misma semana que anuncia otras inversiones muy superiores en los polígonos de la ciudad, pero solamente incluye asfalto para dejarlos igual de inaccesibles.

En la misma semana el Ministerio también ha comunicado la obligación de las empresas de acometer planes de movilidad antes de dos años, porque desde hace tiempo se lleva promoviendo la movilidad activa desde de los servicios de prevención laboral, y las empresas y trabajadores han comprobado todos sus beneficios, que también repercuten en toda la sociedad.

¿Con cuántos trabajadores y empresas del Polígono Cantabria se ha reunido el señor del consenso para tomar esta decisión? ¿Cuántas firmas fueron necesarias para cambiar el nombre a la plaza Fuente Murrieta y cuántas van a ser necesarias para que reconsidere esta tropelía? Algo no cuadra, señor Escobar, repiense hacia dónde dirige Logroño, tanta incoherencia resulta insoportable.

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