Agricultura

Medio siglo de tractoradas para determinar el modelo agrario del futuro

Medio siglo de tractoradas para determinar el modelo agrario del futuro

La Rioja lleva prácticamente medio siglo de tractoradas intermitentes. La primera se remonta a febrero de 1977, un año en el que la protesta se caracterizó por el perfil juvenil de los agricultores y ganaderos. Entonces, movidos por esos aires de cambio de la Transición, miles de tractores emprendieron su particular marcha lenta por las carreteras comarcales desde Santo Domingo de La Calzada hasta Rincón de Soto. Algo parecido a lo que se ha visto en La Rioja hace pocos días, aunque la diferencia es que en aquel febrero de hace 47 años eran Ebro, Ford, Massey Ferguson y David Brown los tractores que, principalmente, recorrían las carreteras.

Ahora las marcas han evolucionado ocupando terreno los Landini, John Deere, Class, Case o McCormick, y también ha cambiado el escenario de reivindicaciones del sector. Pedro Arce, agricultor de Rodezno, es uno de los veteranos de estas movilizaciones del campo. Ha participado en todas ellas, pero esta última se le ha resistido, entre otras cosas porque afronta un proceso de rehabilitación. Insiste, aún así, que en estas últimas tractoradas quienes han de ser protagonistas son los jóvenes que se quieren dedicar al campo: “Las decisiones que tomen, para bien o para mal, determinarán su futuro, así que tienen que tener claro qué modelo agrario quieren porque ellos sufrirán las consecuencias”.

Prefiere eludir cualquier análisis en profundidad sobre cómo se han tejido y desarrollado estas tractoradas de la semana pasada y se limita a valorarlas desde un sentimiento de “apoyo, cariño y respeto” a quienes han salido a las carreteras. “Los jóvenes de ahora son los protagonistas y hay que felicitarles por el éxito de la convocatoria. Yo no me atrevo ni quiero dar consejos a nadie porque en su día ya tuve la responsabilidad de tomar unas decisiones y asumir las consecuencias, así que ahora son ellos quienes tienen que coger las riendas como lo hicimos nosotros, y con derecho a equivocarse, porque ese va a ser el mejor aprendizaje que van a tener”.

Arce recuerda la tractorada de 1977, cuando tan solo tenía 26 años, con ilusión: “Teníamos inquietudes democráticas, reclamábamos libertad y que nos dejaran decidir sobre nuestro futuro. Queríamos cambiar las cosas y creo que lo logramos, porque conseguimos crear utensilios útiles para el sector, como las cooperativas, las organizaciones agrarias o también el convenio colectivo de remolacha. Ahora es diferente, y lo que se reclama también. Estamos en plena globalización y eso influye directamente en los precios, por no hablar de los fondos especulativos que hay con las materias primas y que generan tanta inseguridad. Creo que los productores deberán arbitrar mecanismos para protegerse, apostando por la producción diferenciada donde los precios también tengan su diferenciación”.

Archivo UAGR-COAG.

Sabino Fernández es otro agricultor, ya retirado (aunque esto se lleva en la sangre), que ha visto estas tractoradas desde el asiento del espectador y no desde el del tractor como antaño. “Después de pasar tantas noches en las carreteras durante esas manifestaciones cuando aún era joven, ahora, que tengo 71 años, veo las de ahora con preocupación. Y las veo casi con la misma preocupación que cuando yo participé en la primera porque hemos avanzado poco en la forma de actuar y de organizar una agricultura en condiciones, rentable, competitiva, con calidad. Por eso por lo que hay que seguir trabajando, pero hay que hacerlo, a mi parecer, de la mano de las organizaciones que nos vienen acompañando desde siempre y peleando por nuestras reivindicaciones. Y quien quiera cambiar las cosas, que se meta dentro de estas organizaciones para actuar, pero no veo necesario crear otras nuevas”, sentencia este veterano del campo natural de Hormilla.

Él fue uno de los que basculó su remolque lleno de patatas sobre El Espolón, frente a la Delegación del Gobierno, allá por 1986 y tras él, otros tantos remolques hicieron lo propio. Una actuación reivindicativa en la que peleaban por unos precios justos para sus productos y que también sirvió para llenar las despensas de los logroñeses durante semanas porque, recuerda Fernández, fueron muchas personas las que bajaron de sus casas con bolsas para coger patatas. “Entonces trabajábamos duro y teníamos claro qué era lo que no queríamos, pero ahora no sé qué está claro…”.

Desde Villar de Torre, César Moneo también ha sido un espectador de estas tractoradas, aunque en su caso sí acudió a la manifestación del 8 de febrero frente a la Delegación del Gobierno. Este agricultor reconoce que a los manifestantes de ahora los ha visto “muy cabreados porque el problema que tienen es estructural y requiere cambiar la forma de vivir y trabajar en el campo”. Puestos a comparar las de ahora con las de entonces que vivió él, Moneo recuerda cuando antaño peleaban por poder reunirse libremente. “Ahora el contexto ha cambiado completamente y también veo que hay gente joven mucho más preparada, más informada y formada”.

Pero incide en que ha habido algo en estas tractoradas que no le ha gustado: “El hecho de que la lucha se ha politizado. Creo que los que han organizado esto se han aprovechado de que la gente está inquieta y muy cabreada. También ha habido gran movilización por el tema del sector vitivinícola, lo cual creo que no hubiera pasado hace cinco años. Pero es que las organizaciones agrarias ya convocaron una movilización para el 13 de febrero, lo que pasa que esta gente se adelantó. No digo que las organizaciones agrarias hayan cometido errores, pero había un calendario y ellos se lo saltaron. Ahora, en cambio, piden representación a los sindicatos… Han mandado a los agricultores y ganaderos a cortar carreteras y, afortunadamente, no ha pasado nada, pero podía haber pasado y entonces, ¿quién se hubiera responsabilizado?”.

Subir