Agricultura

Una sequía determinante: “Donde no hay agua no hay más que miseria”

“Donde no hay agua no hay más que miseria”

Una finca de cereal con regadío en La Rioja Alta.

El campo está preocupado. No ha llovido en abundancia durante este invierno y no hay previsión de que ocurra en las próximas dos semanas. Lo que cayó en La Rioja durante el otoño si ayudó a esos primeros sembrados, así como a rellenar los embalses, pero no ha sido suficiente y los cultivos se enfrentan a unos meses determinantes para valorar si sí o si no. Por de pronto, los herbáceos avanzan desiguales en función de las zonas, pero algunos lo hacen a duras penas, sobre todo en la zona del valle del Ebro y La Rioja Baja, donde se sembraron antes. No hay humedad en los suelos, que están prácticamente secos, ni nieve en la sierra para crear buenas reservas de cara a primavera, por lo que las sensaciones no son nada favorables.

Preocupaciones a las que se suman los costes de los fertilizantes que, independientemente de las esperanzas puestas en el tiempo, hay que seguir aplicando. Por otro lado, y afortunadamente, lo que no se ha visto es levantar fincas de colza por su mal agarre como ocurrió en la campaña anterior, cuando la falta de agua en el momento más necesario obligó a varios agricultores riojanos a cambiar su plan agrícola y remover la tierra que ya había sido sembrada. Pero no solo la simiente corre peligro ante la falta de agua. La anomalía en las temperaturas la van a sufrir también los cultivos permanentes, con adelantos en la floración y, por ende, con más riesgo de soportar fenómenos como las heladas, que cada vez son más raras y difíciles de controlar porque puede helar en una finca y en la de al lado no registrando varios grados de diferencia.

Pedro Mari Valverde tiene claro que, ante la situación meteorológica actual, “la clave en la gestión del campo son los regadíos modernos porque donde no hay agua no hay más que miseria”. Este agricultor de Hormilla forma parte de la Comunidad de Regantes del tramo II del canal de la margen izquierda del río Najerilla, con sede en Alesanco. El de Hormilla es un regadío con más de 30 años de edad pero que se ha esforzado por innovar para ser cada vez más eficiente. Ahora, los próximos pasos que quieren dar se centran en los sensores de humedad. “Tenemos suerte porque este pantano siempre tiene agua y de una forma u otra siempre regamos, pero esta agua es cara y eso es lo que nos hace ser más eficientes”, resalta.

En esta zona de La Rioja Alta asegura que no tienen problemas hídricos, ni siquiera el año pasado cuando muchos agricultores no pudieron hacer los riegos necesarios para sacar adelante sus cosechas. “Pero esto es así porque nos hemos adaptado y gestionamos muy bien el agua que tenemos. En cambio, en otras zonas de la región donde el agua es barata siguen regando a manta, sin criterio alguno, o tirando agua, y eso es lo que no puede ser. Lo que hay que fomentar son los sistemas eficientes como el goteo y que estén entubados porque así el agua no se va aunque no se abra la canilla. También en otras zonas del país estamos viendo cómo se van modernizando poco a poco porque son conscientes de la falta de agua y ahora ya riegan por sectores o en menor cantidad cada día”, incide.

El campo está cambiando, asegura, pero no solo el cambio climático es el causante. “Aquí todo depende del móvil económico, es decir, de la rentabilidad que te dé un cultivo. Así que si algunos productos están perdiendo valor frente a otros, pues habrá que reorganizar la agricultura en función de los precios. Ya se está viendo, por ejemplo, con la remolacha. Esta zona ha sido siempre de tradición remolachera, pero por la caída de precios el cultivo dejó de tener interés. Ahora, en cambio, el producto está recuperando valor y vuelve a interesar, sobre todo aquellos agricultores que mantienen las infraestructuras y maquinaria para este cultivo, porque otros vendieron todo”.

Este agricultor de Hormilla asegura que en los últimos días se empieza también a escuchar por los pueblos de la zona sobre posibles arranques de viña tal y como están las cosas con las ventas de vino y los consecuentes precios para la uva. Una postura que podría derivar en una diversificación de cultivos: “Los agricultores jóvenes tienen inquietud por apostar por otros cultivos que tengan mayor rentabilidad y se escucha el tema de los frutales más allá de los perales, así como nogales o truferos”.

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