La Rioja

Amor del bueno, a pesar de los cuernos

La celebración de San Antón siempre deja curiosidades entre las mascotas que junto a sus dueños acuden cada año a las bendiciones que se celebran por toda la geografía riojana. Una tortuga gigante, un loro que dice alguna palabra… hasta en una ocasión dos pequeñas crías de tigre fueron protagonistas de la bendición en Calahorra. Este año, el protagonista de la que se celebró en Rincón de Soto fue Chulo. Un toro que es, desde hace diez meses, el compañero inseparable de Inés, una joven rinconera de 21 años que no lo deja ni a sol ni a sombra.

“Siempre me han gustado mucho los encierros. No me pierdo ninguno de los que se celebran en cualquier pueblo de la ribera y estuve dando la tabarra en casa hasta que convencí a mi padre para que me comprara un ternero y poder criarlo”. Hace diez meses Chulo llegó a la vida de Inés y poco a poco su amistad se ha vuelto inquebrantable. “En el pueblo ya todos lo conocen porque me ven a menudo paseando con él”.

Tuvo que criarlo a biberón y estar pendiente de él gran parte de las horas del día. Eso les ha permitido forjar una relación inusual. A ella y a buena parte de su familia y de sus amigos. “No me da miedo porque sé que es incapaz de hacer nada. Es un animal muy bueno y muy noble”. Aún así, Inés siempre lo lleva atado cuando sale de la finca en la que vive placenteramente. Casi como una mascota al uso.

Y es que, aunque Chulo tuvo su presentación oficial en la bendición del pasado miércoles en la plaza de la iglesia, los rinconeros ya empiezan a estar habituados a verlo pasear por las calles del pueblo. “Lo llevo siempre con su cabezada y su soga y todo el mundo se hace fotos con él o se para a saludarnos”. Como no podía ser de otra forma, Chulo es objeto de las miradas de los más curiosos. “A cualquier sitio al que voy, viene conmigo”, asegura la joven que conoce a la perfección las reacciones de su amigo inseparable.

Este año, el mayordomo de la cofradía era Fernando Ruiz, de la cuadrilla de sus padres. “Hemos estado dos meses yendo los fines de semana a recoger sarmientos y leña para la hoguera y Chulo ha venido cada día con nosotros”. Allí se tumbaba mientras el resto cargaban con los kilos de leña. Chulo ha crecido mucho en los últimos meses. 131 kilos ha ido ganando el pequeño ternero que podían coger en brazos antes del verano. “La que peor lo lleva es mi madre pero poco caso le hago”.

Si por algo destaca Chulo es porque “es bastante tranquilo”. A pesar de ello tiene compañero de travesuras. “Con el único que juega un poco más a lo bruto es con mi hermano porque tienen un pique muy divertido entre ellos. Uno echa a correr y el otro le persigue. Da mucha risa verlos jugar”.

Una amistad inusual la que han creado Inés y Chulo que sorprende a propios y extraños, protagonizando una relación que es capaz de persistir a pesar de los cuernos.

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