La Rioja

El aeropuerto de Agoncillo gana 4.895 pasajeros en un año, pero no recupera las cifras prepandemia

El aeropuerto de Agoncillo gana 4.895 pasajeros en un año, pero no recupera las cifras prepandemia

Tenues signos de recuperación para el aeropuerto de Agoncillo, que cerró el pasado año con un total de 16.728 pasajeros. Eso significa que por su terminal pasaron en 2023 casi cinco mil usuarios más que el ejercicio anterior (un incremento interanual del 41,4 por ciento), pero aun así continúa lejos del volumen de viajeros previos a la pandemia.

Aena ha dado a conocer este lunes el balance estadístico de sus aeropuertos, que sitúa a la terminal riojana en el vagón de cola. De hecho, de las 49 instalaciones gestionadas por el operador, solo hay ocho con menos pasajeros que Agoncillo: Son Bonet (Palma de Mallorca), Sabadell, Córdoba, Burgos, Albacete, Madrid-Cuatro Vientos, Huesca-Pirineos y Murcia-San Javier, que dejó de operar el 15 de enero.

Atrás quedan, por tanto, los años dorados del único aeropuerto riojano, que solo superó la barrera de los 30.000 pasajeros anuales entre 2004 y 2010, alcanzo su momento de máximo esplendor en los ejercicios 2006 (con 55.469 usuarios) y 2007 (56.371). En los últimos trece años, solo en 2017 y 2018 se superó la cifra de 20.000 usuarios despegando o tomando tierra en la terminal riojana.

El desglose mensual de datos arroja el bajón de pasajeros en el aeropuerto durante el mes de agosto, el periodo vacacional por excelencia, ya que es el que menos usuarios moviliza en Agoncillo: poco más de trescientos. Eso es debido al uso eminentemente laboral de los vuelos -principalmente con Madrid-, lo que sitúa la primavera y el otoño-invierno como estaciones con mayor volumen de usuarios.

Una dinámica similar se aprecia en el volumen de operaciones de la instalación, esto es, el número total de aterrizajes más despegues efectuados por las aeronaves. El aeropuerto sigue estancado en el entorno de los 2.000 vuelos al año (una media de cinco diarios) y, aunque el número de pasajeros haya crecido respecto al año anterior, las operaciones se vieron sensiblemente reducidas durante 2023, que cerró con un total de 1.984 operaciones.

En este ámbito, solo Huesca-Pirineos (1.336 operaciones) y Albacete (706) vieron menos aviones despegar o tomar tierra en sus pistas.

El gran debe de la infraestuctura radica en el tráfico de mercancías, ya que ha cerrado otro año con este apartado en blanco, mientras que Vitoria -por citar una terminal cercana- gestionó el transporte de casi 72 millones de kilos de productos a lo largo de 2o23: el cuarto mayor volumen del país, solo superado por los aeropuertos Adolfo Suárez-Barajas, Barcelona-El Prat y Zaragoza.

Un futuro incierto

La solución para el despegue definitivo del aeropuerto de Agoncillo adquiere tintes de enigma, si bien las distintas Administraciones autonómicas apuestan por la declaración del vuelo Logroño-Madrid como Obligación de Servicio Público (OSP). Una petición compartida por Ejecutivos socialistas y populares que, en cambio, parece encontrarse en vía muerta por su incompatibilidad con la Ley del Cambio Climático, orientada a eliminar las emisiones generadas por el transporte de pasajeros.

De hecho, un estudio de Ecologistas en Acción identificó el pasado mes de octubre esta ruta como una de las once a eliminar para hacer frente a la crisis climática, al contar con una alternativa ferroviaria inferior a las cuatro horas de trayecto.

Dicho informe, sin ser vinculante, sí parece haber calado en Moncloa, a tenor de las recientes declaraciones de la delegada del Gobierno, Beatriz Arraiz, que afirmaba recientemente en una entrevista que “viendo las dificultades para conseguir la OSP para el vuelo Logroño-Madrid, creo que el futuro de las infraestructuras en La Rioja debe estar en otro sitio, en avanzar en el ferrocarril y en mejorar carreteras y autovías; ahí debemos centrarnos”.

Así las cosas, a menos que otras aerolíneas apuesten por el único aeropuerto riojano -solo Air Nostrum e Iberia programan vuelos regulares en él- o sus responsables varíen su estrategia en busca de otros usos, Logroño-Agoncillo parece condenado a permanecer en el vagón de cola del tráfico aéreo nacional.

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