La naturaleza es sabia, eso ya lo sabíamos, pero también tiene un punto caprichoso. Cómo se explica, si no, que sus paisajes luzcan sus tonos más cálidos justo cuando el termómetro comienza a desplomarse. El otoño, tardío, está aquí y nuestros montes lo saben. De hecho, advierten su presencia y posan guapos para la foto: sacándose los colores para lucir espectaculares frente al objetivo.
Pocos espacios exponen mejor esa explosión pictórica en La Rioja que El Rajao -en Tobía-, nuestro hayedo más imperial. En su entorno pareciera que el verde del pasto, el ocre y el rojizo del follaje y el azul del cielo echasen un pulso para ver quién sale más guapo en el retrato. Para completar la paleta, las aguas cristalinas que se deslizan monte abajo también exigen su protagonismo, a modo de acuarela entre la densidad del óleo.
Cuando llegan estas fechas -al menos, cuando el viento no lo convierte en un deporte de riesgo- el riojano tira al monte. Y, como algo tiene el agua cuando la bendicen, al paisaje le sobran los motivos para persuadir a los urbanitas de abandonar el sucio asfalto, plantarse un par de buenas botas y lanzarse al camino, recurriendo al móvil solo en caso de emergencia.
Déjate los Air Pods en casa, que la banda sonora corre a cuenta de las hojas crujiendo bajo tus pies, llena la cantimplora y déjate hipnotizar con la kaleidoscópica luz filtrándose entre las ramas de las hayas. ¿Aún no lo ves claro? Pues échale un buen vistazo a este reportaje fotográfico y luego nos cuentas. Y si te animas, extrae la moraleja: luce tus mejores colores cuando vengan momentos fríos.
