CARTA AL DIRECTOR

Pequeño manifiesto de un sufrido agricultor

Voy a hablar desde mi punto de vista para intentar reflejar lo que estamos viviendo. Soy un joven viticultor que sigue la tradición familiar trabajando las viñas que mi abuelo con esfuerzo fue comprando, manteniendo, arreglando y mejorando para dejárselas a mi padre.

Mi padre a su vez mejoró y aumentó lo que pudo la hacienda. Y yo trato de hacer lo mismo, al igual que ellos, con mucho esfuerzo y sacrificio. Lo dicho, una pequeña explotación familiar, con unos corros de viñas que hasta ahora nos han dado una forma digna de vivir. Pero los tiempos en los que vivimos, hacen que esto sea inviable para el pequeño y mediano agricultor (el 80 por ciento de viticultores de la zona). De los tiempos venideros, mejor no hablamos, porque esto pinta mal.

Por la parte del trabajo, que cada vez es mayor, no tenemos miedo. Repito: no tenemos miedo al trabajo. ¡Qué cojones nos quedan, que doblar el lomo y currar! Pero a eso no hay miedo. Tenemos miedo a ustedes, gobiernos, sindicatos, mandatarios, Consejo Regulador de la DOCa Rioja, inspectores, policías, etc. Miedo a los papeleos. Miedo a la burocracia. Miedo a vuestras nuevas leyes. Miedo a vuestras sanciones y multas. El trabajo y el clima no nos asusta, joder. Cuando hace calor nos ponemos el sombrero de paja y trabajamos con él, y cuando hace frío nos ponemos el buzo y gorro y ya entraremos en calor. Tenemos miedo a que en media vendimia (cuando en pocos días nos estamos jugando todo el dinero que hemos ido adelantando toda la campaña), nos paralicen la tarea durante una hora para hacernos una inspección. Sin contar lo que nos supone paralizar a 10 personas durante una hora por 10 euros/hora= 100 euros. Y eso en el mejor de los casos. Tenemos miedo a que a la hora de hacer la inspección nos rodeen nuestra viña con policías “para que nadie escape”. Cual ladrones.

Tenemos miedo a que haya drones de los inspectores sobrevolando mientras trabajamos. Tenemos miedo a que un vendimiador no haya llevado su documento de identidad al campo, para no perderlo, y los mismos inspectores y policías se lo lleven esposado a la comisaría en vez de llevarlo a su domicilio para poder enseñárselo. Tenemos miedo a que el Consejo “Regulador” de Rioja nos vigile las viñas mediante imágenes de satélite y unos novedosos estudios complementados con inteligencia artificial, para hacer una estimación de la producción que tenemos en nuestras parcelas y nos obligue a tirar uvas al suelo, porque sino la parcela será descalificada.

Cabe señalar que estos estudios, aparentemente futuristas, están utilizándose a día de hoy, pero no son muy certeros, ya que  se ha mandado tirar uvas pensando que tenían excesiva carga, a viñas que no tenían los kilos que le pertenecían. Tenemos miedo a que nos llegue una notificación de la Agencia Tributaria y nos reclamen a nosotros una deuda que tiene algún trabajador que hemos contratado durante estos días. ¿Pero esto qué es? ¡Tenemos miedo de todo! No…. De todo no. Al trabajo no…

Señores, el campo está muy mal. La situación es muy mala y agónica. En mi zona apenas estamos jóvenes en el sector. No hay relevo generacional. Pero no porque no haya gente joven, sino por en lo que se está convirtiendo esto. La gente joven se va a otros gremios y sectores. Normal, con el miedo, exigencias y poco dinero que se saca, ¿quién va a quedarse aquí? ¿Qué padre va a aconsejar a su hijo o familiar a que se quede con las viñas si no va a tener más que desazones? ¡Tonto sería! Tampoco nos confundamos, al no haber relevo generacional las viñas no se van a abandonar… esas viñas las compran o arrendan las grandes firmas bodegueras, pero a precios irrisorios para así seguir teniendo el monopolio del sector. Para poder aprovecharse de los pequeños viticultores que vamos a mendigar que nos compren las uvas. Pero eso es lo que quieren, que vayamos detrás de ellos para que les malvendamos las uvas y que hagan más burla de nosotros.

Sí, burla. Me explico: a un 8 de octubre de 2023, 9 días después de entregar el último kilo de uva a la bodega, no sé a qué precio voy a cobrarlas. No he firmado el famoso contrato que las bodegas están obligadas a hacer por ley desde el 1 de julio. Por eso digo burla. Y digo burla porque se han pagado uvas por debajo de los costes de producción. Eso, señores, es un incumplimiento de la ley de la cadena alimentaria. Podrían ir los inspectores y policías a vigilar eso. Porque se vende vino a granel a precios irrisorios. Sí, hay mucho vino parado, no lo niego. Pero pocas bodegas dicen que no compran un litro más de vino, ni un kilo más de uva. Lo que hacen es decir que no venden para comprarlo más barato. Si no quisieran vino porque no lo venden, no lo comprarían por muy barato que fuese el precio de este.

En los últimos años voy escuchando a gente de mediana edad que quiere abandonar, dejar las viñas. Están cansados, agotados. Eso es muy grave. Son gente que ama la tierra. Que ha luchado y prosperado por mejorar las viñas, por comprar un termón más de tierra para plantarlo y dejar una forma de vida a sus hijos. Pero ya se han cansado, no tienen ganas. Esto es muy preocupante. En el campo no hay alegría. El campo pide auxilio.

Podría extenderme mucho más, pero no merece la pena. Y eso que solamente hablo de una pequeña parte del campo. Pobres compañeros del cereal y otros cultivos… pobres ganaderos… lo que queda para ellos.

Ya es hora de que esto cambie. Ya es hora de ayudar al campo, y si no se le ayuda, por lo menos que no se le perjudique. Gobiernos, sindicatos, mandatarios del Consejo Regulador, etc, dejar de apretar al campo. ¡Nos estáis ahogando! Vuestras malas políticas, leyes y ordenanzas nos están matando.

“Ya vale de ahogar al campo
Ya vale de ahogar al ganadero
Ya vale de ahogar al labrador
Ya vale de ahogar al pueblo”

*Puedes enviar tu ‘Carta al director’ a través del correo electrónico o al WhatsApp 602262881.

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