TRIBUNA

‘Nueva estación de autobuses: memoria selectiva, racanería política’

Foto: EFE/Raquel Manzanares

El 12 de septiembre se abrió la nueva estación de autobuses. Es una buena noticia. En la inauguración agradeció el señor Escobar el trabajo de mucha gente: habló de los técnicos municipales, de la colaboración entre las tres administraciones, del consenso universal, pero se olvidó de forma selectiva de cuestiones que considero importantes para comprender bien cómo hemos llegado hasta aquí.

Si repasan la hemeroteca comprobarán que, allí por el año 2017, un PP ufano y radiante anunciaba por boca de la alcaldesa Cuca Gamarra que la estación de autobuses, paradigma de la colaboración entre las tres administraciones del PP, quedaría abierta en septiembre de 2018. Los turistas podrían descubrir la modernidad y el avance de la capital riojana si venían esos San Mateos a visitarnos. Ahora han podido comprobar que la estación de autobuses se abre 5 años más tarde. ¿Por qué?

En 2019, cuando llegamos al Gobierno, sin prometer nada al respecto, nos encontramos con una estación sin terminar y una cúpula que debía unir las dos estaciones a medio hacer. En aquel entonces, en el pliego de contratación de la estación, el PP había reducido el presupuesto a lo mínimo, y la empresa, una vez ganado el concurso, enseguida solicitó un modificado para ampliar el presupuesto y poder seguir con sus tareas. Tuvimos que presupuestar más de 1 millón de euros para terminar la cúpula que unía ambas estaciones. Un lucernario que daba continuidad al sentir arquitectónico de esta obra singular.

Al mismo tiempo, siguieron los trabajos de la estación de autobuses, hasta que en septiembre de 2020 nos entregaron lo que iba a ser la nueva estación. Por aquel entonces el director municipal de la obra se jubiló y nos encontramos entonces con un cascarón vacío. “Pecados veniales” nos dijeron. El mayor coste de la cúpula, menores prestaciones en la estación.

Empezamos la discusión con la contrata de la obra. ¿Cómo era posible que las estructuras del techo dieran problemas y se cayeran algunas piezas?; ¿cómo se había diseñado el proyecto para que las sillas de ruedas no pudieran entrar en las dársenas y no se cumplieran los mínimos estándares de accesibilidad?; ¿cómo se habían configurado así las entradas y salidas de una estación que daría servicio a mucha más gente?; ¿qué se entendía por intermodalidad cuando de una estación a otra hay que atravesar una calle con mucho tráfico? Nos dijeron: decidlo, decid lo que pasa, contar lo que os habéis encontrado. Menuda herencia del PP.

Y lo que dijimos es que había que trabajar más y mejor, y que había que solucionar todos los problemas de seguridad (techos que se caían), de accesibilidad (dársenas donde no cabía una silla de ruedas) y de gestión. En plena pandemia las empresas de transporte, dada la incertidumbre económica, no se presentaban a los concursos de gestión. Todo esto fue lo que pasó.

Y lo que dije es que las prisas, las urgencias electorales, los tempos políticos no condicionarían el trabajo serio y riguroso en este caso, y que un cascarón vacío se convertiría en una estación funcional sin prisas y sin pausas. Que no éramos ese PP que inauguraba obras antes de elecciones para luego cerrarlas llenas de problemas. Que trabajaríamos para solucionar todos estos problemas con seriedad. Anunciamos la apertura de la nueva estación para octubre de 2023. El señor Escobar también llevó en su programa que abriría la estación en esa fecha. Sabía por su larga vida política que era un tema ya hecho y trabajado. En este tiempo, para diferenciarse un poco, adelantó unos días su apertura. Quizá pensó, 5 años más tarde, en el compromiso de la alcaldesa en 2017.

Ahora nos encontramos ya con el nudo desatado en Vara de Rey (julio), la estación de autobuses abierta (septiembre) y, si el PP no lo fastidia, en el primer trimestre del 2024 con la nueva subestación de Cascajos soterrada y en funcionamiento. Dije que el PP se pasaría 2 años inaugurando trabajos realizados por el PSOE y así está siendo.

Y ahora el señor Escobar, cuando inaugura la nueva estación, da gracias a casi todos, menos a la anterior corporación que convirtió un cascarón vacío en una estación de autobuses funcional. Memoria selectiva, racanería política. Es lo que hay.

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