La Rioja

Tras el verano, La Rioja rural se vacía poco a poco

Así como han vuelto el Bitter Kas, los calentadores y la música de los 90, los veraneos en La Rioja cada vez empiezan a parecerse más a los de entonces. Lo reflejan las sensaciones de los alcaldes que albergan los veranos más turísticos de la región. “Ya no son dos quincenas a tope y después desbandada general”, dice Pedro Montalvo, de Arnedillo. Pasar todo el verano en el pueblo se ha puesto de moda y los alcaldes lo agradecen. Más vida durante más tiempo en municipios en los que el invierno luego es largo, duro y solitario, en muchos casos.

El teletrabajo, la calidad de vida en los municipios, las temperaturas que no superan los 35 grados en las olas de calor y la cada vez más intensa agenda de actos de estos pequeños lugares hacen que el verano se alargue mucho más de lo que está estipulado a priori.

Donde se ha notado el bajón a partir del 1 de septiembre ha sido en Ezcaray. Aún queda gente ,pero es que este verano ha sido de récord absoluto. “Se empieza a notar pero aún queda gente, se notará más cuando los niños comiencen el colegio”, explica Diego Bengoa, su alcalde.

La prueba irrefutable es la del aparcamiento. “Esta semana ya se podía aparcar en algunos sitios, en agosto había días que era totalmente imposible”. La gente mayor aún queda con algún nieto, y también algunos afortunados que pueden teletrabajar. “El mayor problema este verano ha sido el tema del agua, en Ezcaray no ha habido problemas pero sí en alguna aldea, el tema de la limpieza y las basuras ya está controlado y depende más de nosotros que con la experiencia de otros años ya sabemos lo que hay que hacer, pero con el agua… entre la demanda y que bajaba justita…”.

Los datos de agosto aún no los tienen, pero en julio pasaron más de dos mil personas por la Oficina de Turismo. “A esos hay que descontar los que tienen segunda residencia aquí que no pasan por la oficina”. La mayoría del País Vasco, pero también madrileños y catalanes. “Este año hemos tenido un aumento importante de valencianos”.

Hacer equilibrios es complicado. La llegada del turismo no siempre es bien recibida por el vecino de toda la vida. Menos aparcamiento pero también más espera a la hora de pillar una terraza, más ruido… “Hay que hacer malabares para que todo el mundo esté contento”.

Y aunque en Ezcaray el mayor volumen de turistas ya ha desaparecido, ahora empezará a llegar el de fin de semana. “Aquí el otoño es fuerte por el tema de las setas y de las rutas y los actos gastronómicos, después si hay buena temporada de esquí el invierno también”. En Ezcaray casi no conocen la palabra estacionalidad. ” Pero es que este año lo de agosto ha sido de locura”.

Coincide en las impresiones Pedro Montalvo. En la otra punta de La Rioja estos días se empieza a notar que el pueblo comienza a vaciarse. “Aún quedan algunos que han alargado la estancia con el teletraajo pero ya se nota que la gente ha vuelto al trabajo”.

Reconoce que las cosas, después de la pandemia, han cambiado con respecto a años anteriores. “Los veranos se han alargado”. La gente llega a principios de junio y aún algunos se quedarán hasta mediados o finales de septiembre. “Además este año ha sido atípico por las temperaturas, aquí para el 15 de agosto ya empieza a hacer frío y eso expulsa un poco a la gente”. Este año, sin embargo, principios de agosto Arnedillo está registrando temperaturas de 25 grados. “Estos días porque ha llovido pero hasta entonces la piscina ha estado a tope cuando no es lo normal”.

Ocón es otra de las zonas donde los forasteros, especialmente los logroñeses, tienen su segunda residencia. Inmaculada Ortega, alcaldesa del municipio, corrobora la sensación de veranos cada vez más largos. “La gente más mayor viene ya después de San Bernabé y se quedarán hasta después del puente del Pilar”. Las familias con niños pequeños ya han empezado a hacer las maletas.

“Lo que sí hemos notado es que la gente viene pero el fin de semana se mueve mucho por los eventos que hay en el entorno, por ejemplo el último fin de semana de agosto el valle se quedó vacío con las fiestas de Calahorra pero luego entre semana vuelven”. Movimiento de retroalimentación. “Eso pasó también aquí el día de la Molienda, que ha sido más masiva que nunca, la gente se mueve en el entorno más cercano con todas las catas y eventos que se celebran en los municipios”.

Vuelta al verano de los noventa. “Hasta hace un par de años la gente venía un mes, como mucho, ahora hemos notado que la gente está fijando en el valle esa segunda residencia de antaño donde te ibas a pasar todo el verano”.

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