Hoy 8 de septiembre festividad en mi localidad natal, me despiertan las campanadas, los gaiteros a primera hora de la mañana. La sensación es muy placentera.
Me dispongo a desayunar y como siempre conecto la radio. La primera noticia que escucho es que unos docientos estudiantes de magisterio de la Universidad de La Rioja tienen un chat donde se dedican a menospreciar, a insultar, y faltar el respeto con un vocabulario machista, despectivo y vejatorio a las mujeres y a las nuevas alumnas que van a entrar a formar parte de las aulas de esta carrera universitaria.
En un día en el que en mi pueblo todos son reencuentros abrazos, besos y alegría estos energúmenos lo han ennegrecido, se ha vuelto oscuro. Deseo encarecidamente que las autoridades académicas tomen medidas urgentes sobre éste comportamiento.
Estos chavales, que serán los futuros educadores de nuestros hijos y de nuestros nietos, han mostrado su lado más oscuro. Ellos que tienen además la tarea de formar niños y niñas se supone que en un concepto de igualdad para todos.
Deben de ser no solo amonestados, sino que les caiga el mayor de los castigos que la Universidad contempla para casos graves porque es un asunto muy serio. Pertenezco a una asociación precisamente donde cada día vemos casos como estos, otros de maltrato, otros de abusos sexuales porque de una cosa se pasa a la otra y esto es real, esto está sucediendo.
Que nadie cierre los ojos, que nadie calle y que nadie se tape los oídos, porque el tema requiere políticas de igualdad desde las aulas. Es la asignatura más importante, salvará vidas, evitará heridas y daño psicológico de por vida. Por lo tanto, señores políticos, tomémoslo en serio y desde ya piensen en la implantación en educación de una asignatura que tenga que ver con la igualdad. Que los niños aprendan desde pequeños que no hay diferencias de género, que todos somos iguales, con los mismos derechos, independientemente de nuestro sexo, y que debemos de crecer en la igualdad.
Esta mañana, cuando estaba alegre añorando otros años pensando en la fiesta de mi pueblo, unos malvados han hecho que me sienta tremendamente triste. Recuerdo hace unos años en un seminario de Historia donde me encontraba haciendo una pregunta y dos jóvenes universitarios me dijeron que estaba mejor en casa poniendo una lavadora como hacían sus madres. Esta es la realidad de hoy en día.
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