La Rioja

Jorge Sánchez, el trotamúsico riojano que surca los mares

Hay quienes nacen con un don, en el caso del logroñés Jorge Sánchez con el don de la música. Pero una aptitud no vale solo con tenerla, también hay que alimentarla y renovarla. Y eso es lo que lleva haciendo este baterista desde que cogiera por primera vez unas baquetas.

Desde pequeño ha sido un apasionado de la música, quizás porque su hermano tocaba la guitarra o porque en su casa sonaba todo el día Dire Straits o Eric Clapton, “música que con mi edad nadie escuchaba a no ser que tuviera unos hermanos como los míos”, bromea Jorge. Pero había algo que le llamaba la atención por encima de todo: la batería. Algo tendría que ver que en el colegio sus profesores le decían que “era todo ruidos”. El problema es que por aquel entonces era muy difícil tener un lugar donde guardar el instrumento y poder tocar, “no como ahora que hay muchas baterías electrónicas y más alternativas”.

Su primera batería la compró con 14 años y durante un año el estudio fue de forma autodidacta. Hasta que conoció a un profesor de Logroño, David Sierra, para más tarde seguir ampliando conocimientos con Pedro Vega, músico cubano afincado en Arnedo, y llegar hasta David Barcos, licenciado en la universidad de Berklee, en Boston. “Él fue el que me abrió los ojos profesionalmente hablando y decidí irme a estudiar a Nueva York con grandes músicos como Dom Famularo o Chris Coleman”. Para cuando llegó a Gran Manzana ya había hecho una gira con el grupo Silencio Absoluto tocando en grandes festivales.

Cuando finalizó sus estudios estuvo un tiempo dedicándose a la enseñanza en su propio estudio y “compartiendo mucho material didáctico por redes sociales” mientras tocaba también con el grupo riojano Tobogán. Tras un traslado a Madrid y una vuelta a casa antes de lo previsto, llegó la oportunidad que hasta hoy le permite hacer lo que le apasiona mientras recorre el mundo allende los mares.

Un amigo de Granada le comentó la posibilidad de trabajar en cruceros haciendo musicales, participando en big bands… y en 2021 se embarcó en su primera aventura y desde entonces no ha parado de conocer mundo poniendo la banda sonora a las vacaciones de los pasajeros.

Actualmente trabaja para la compañía Carnival UK en los barcos P&O y Cunard. “Trabajo todo el año porque en verano los viajes por el Mediterráneo se llevan mucho y a partir de enero recorremos más de treinta países. Es un trabajo donde haces lo que te gusta, conoces a grandes profesionales, muy buenos músicos y conoces mundo. Este año he salido de Niza, Egipto, Omán, La India, Indonesia, Australia, La Polinesia Francesa, Islas Fiji, la costa Oeste de Méjico, Guatemala, Panamá, Costa Rica, la costa Este de Estados Unidos y de vuelta a Europa”.

Jazz, funk, rock, jazz latino… Jorge toca todo tipo de géneros, incluso en su anterior naviera, Royal Caribbean, interpretaba el musical de ‘Grease’, el mismo que se pone en escena en Broadway, con su infraestructura, veinte actores, una banda de música enorme… “Era prácticamente lo mismo que se ve en el teatro, pero en un barco”. Y es que las navieras en las que trabaja Jorge cuentan con teatros con un aforo de 2.000 personas, “más que el propio Bretón de Logroño”.

Desde luego trabajos que requieren un conocimiento musical muy alto, tanto que Jorge reconoce que ningún ensayo se hace antes de embarcar. “Yo llego al barco y ahí mismo conozco a los músicos con los que voy a tocar. Precisamente por esto, una de las condiciones que piden este tipo de compañías es que tengas un excelente nivel de lectura a primera vista, porque lo que te encuentras es que cada noche hay un tipo de show en el que tienes que leer lo que pone en las partituras sin haber tocado previamente con los compañeros. Hay veces que los he conocido en el mismo escenario”.

Jorge despierta la envidia de sus amigos por eso de ‘estar de vacaciones todo el año’, pero el músico sostiene que aunque el tiempo de trabajo diario ronda las 5 horas, “el resto del tiempo que no estoy en el barco sigo formándome, practicando y estudiando unas 6 horas al día, pero eso no se ve ni se reconoce”. Eso sí, también explica que durante los días de crucero aprovecha para conocer todas aquellas ciudades en las que para el barco y para invertir en bolsa, otra de sus pasiones.

Confiesa que la batería le ha dado disciplina. “Con el paso de los años he cambiado mucho gracias a este instrumento y al estudio de la música, y esa disciplina la he trasladado a otras facetas de mi vida”.

De momento, Jorge seguirá surcando los mares y llevando su música allá donde vaya. ¿Dentro de un tiempo? “Quién sabe dónde estaré. Quizás tocando en musicales de Broadway. Nadie sabe. ¿Quién me iba a decir a mí cuando tocaba en grupos o daba clases que iba a terminar poniendo la banda sonora de las vacaciones de mucha gente?”.

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