La Rioja

El Casco Antiguo de Calahorra: radiografía de un problema con difícil solución

El Casco Antiguo de Calahorra: radiografía de un problema con difícil solución

Alberga las raíces y la historia de una ciudad bimilenaria, pero también es uno de sus mayores quebraderos de cabeza. Mientras muchos vecinos se desviven por tener sus casas en condiciones, una parte del Casco Antiguo de Calahorra se viene poco a poco abajo y el pasado lunes, a la problemática urbanística, se unió el drama personal del fallecimiento de Mari, una mujer que llevaba cinco años viviendo en una de las sinuosas calles de un barrio en el que hay que intervenir de forma definitiva y eficaz para acabar con su continua degradación.

Los escombros que la sepultaron son habituales en algunas calles del barrio. Casas desvencijadas, tejados en estado deplorable, ventanas sin cristales y viviendas sin los suministros básicos. No es la totalidad del barrio, pero sí una parte importante del mismo. En los últimos años se han dado pasos para lo que en su día se vino a llamar ‘esponjar’ el entorno, pero la dimensión del mismo y la mala calidad de los materiales con los que se construyeron muchas de las casas hace un siglo convergen en un problema de difícil solución.

Uno de los principales obstáculos para la rehabilitación del Casco Antiguo calagurritano son sus dimensiones: 36 hectáreas de terreno, una cuarta parte de la superficie de la ciudad. El barrio se distribuye entre las calles Mercadal y Paseo de las Bolas y México y Bellavista, aunque la realidad es bien distinta en unas zonas y otras. Si echamos la mirada hacia atrás, los mayores problemas venían de las viviendas que se situaban entre la zona de San Francisco y el río, pero las complicaciones arquitectónicas está ‘subiendo’ paulatinamente hacia la zona de El Raso.

“De mala calidad”

Álvaro Rodruejo es el arquitecto municipal del Ayuntamiento de Calahorra. “A la amplitud del barrio hay que sumarle la mala calidad de las construcciones. No son antiguas. Las que tienen más problemas datan de finales del siglo XIX y principios del XX, pero en su mayoría están hechas con tapial, con arena prensada, con adobe…”. Para el arquitecto, técnicamente, ese es uno de los principales problemas con los que se encuentra el barrio, que no el único.

“También hay que tener en cuenta la problemática social”, advierte, explicando que “el Ayuntamiento está haciendo muchos requerimientos pero no todo el mundo los ejecuta y eso supone otro problema”. La sensación se confirma con los datos. En 2022 se remitieron por parte del Consistorio 72 requerimientos para mejorar viviendas, de los que “una mínima parte se han ejecutado”. También se tramitaron otros 60 requerimientos de obras que se estaban ejecutando sin licencia.

Esas obras no parecen ser de mejoras sustanciales en las viviendas, sino de cambios en sus estructuras para ampliarlas y así poder acoger más personas en régimen de alquiler, según otras fuentes municipales. Hay varios ‘pisos patera’ en la ciudad, según confirman fuentes del Consistorio calagurritano. “Esas obras no tienen criterios arquitectónicos, ni licencias, y están perjudicando aún más a los edificios”, comenta el arquitecto municipal.

La falta de pisos en alquiler en Calahorra están provocando que muchas personas vivan en edificios en condiciones infrahumanas. “Hay algunos que se están aprovechando de la situación de muchas personas y alquilando habitaciones indignas para sacar una gran rentabilidad de edificios en los que no se debería poder vivir”, asegura Mónica Arceiz, alcaldesa de la ciudad.

Su preocupación es máxima. Este mismo viernes ha tenido un primer encuentro con técnicos municipales para abordar el problema. Las reuniones se repetirán la próxima semana. “Haremos lo que haya que hacer, no vamos a eludir el problema”, asegura.

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

Las posibilidades pasan por tomar medidas importantes en el barrio. Se plantea la opción de crear una especie de ITV para viviendas aunque los técnicos ponen en duda la capacidad que pueden tener para entrar a hacer inspecciones en domicilios si los dueños no lo permiten.

Casi 1.200 viviendas oficialmente vacías

Fue en 2018 cuando a través de un programa de primer empleo se realizó un estudio integral de las viviendas del barrio. No hay datos más recientes. Entonces eran 4.160 las viviendas que existían en la zona. En ellas vivía entonces el 29 por ciento de la población municipal. De esas viviendas, 1.175 estaban oficialmente vacías y había casi medio centenar en estado de ruina.

“Hace años que a quienes vivían aquí les quitó esta casa el banco; ahora viven dos familias y por lo que he hablado con ellos les están cobrando alquiler, ¿pero quién?”, se pregunta uno de los vecinos del barrio, que muestra su preocupación por la situación de muchos de los edificios.

“Este problema no es de ahora y buena parte de culpa la tienen todos los que se fueron del barrio y no se han preocupado por el estado en el que se encuentran las viviendas que dejaron”, prosigue. No todos son así. “Los de esta casa hace más de trece años que no viven en ella, pero hace un par de años arreglaron el tejado entero, porque el principal problema está en los tejados”, asegura.

En el pasado año, diez viviendas nuevas se declararon en ruina. Entre ellas algunas muy cercanas a los edificios que se han caído en las últimas semanas.

El invierno que nos espera

Y todo esto, en meses en los que no son habituales los derrumbes. “Siempre suele haber más en invierno, con las lluvias y las nevadas y las dilataciones por las bajas temperaturas”, explica Rodruejo.

En estos momentos, sólo con los dos derrumbes del mes de agosto, son 25 las personas que están de una forma u otra alojadas tras la situación de emergencia.

El Consistorio intenta adelantarse a que el invierno pueda ser complicado. “Estamos intentando incrementar las posibilidades que tenemos para tener viviendas para este tipo de situaciones”, explica la alcaldesa. El Ayuntamiento tiene viviendas para emergencias, pero ahora mismo la gran mayoría se encuentran ocupadas. Y las libres “no están en condiciones para que nadie viva, así que habrá que mejorarlas”.

A pesar de que el barrio tiene auténticos encantos de los que disfrutar, la situación de muchas viviendas y sobretodo de los vecinos que viven en ellas exigen de un compromiso por parte de todos los políticos.

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