La Rioja

Salud mental, una asignatura pendiente en la educación riojana

El inicio del curso está a la vuelta de la esquina. El regreso a la rutina supone empezar de cero y, con la vuelta al cole, sigue presente y en el punto de mira la salud mental de los estudiantes riojanos. Factores como el duelo, la ansiedad, el estrés, las inseguridades, la baja autoestima, los problemas familiares… son cruciales en el desarrollo de los estudiantes. Según indica el estudio ‘Bienestar emocional y convivencia en adolescentes riojanos 2022’, liderado por el doctor Eduardo Fonseca de la Universidad de La Rioja (UR), entre el 2,6 y el 3,9 por ciento de los alumnos se encuentran en un alto nivel de gravedad con ideas suicidas.

Maite Gil, orientadora en el IES Hermanos D’Elhuyar y profesora asociada a la UR, explica que “agrupar una enfermedad o trastorno mental con el suicidio es uno de los mitos de los que se ha ocupado la literatura científica”. El primer problema, que ya dificulta la vida de una persona, puede contribuir a que esta quiera quitarse la vida, “pero no es un indicativo de relación directa”. Sobre las franjas de edad, Gil destaca que, “aunque parezca que en la adolescencia no se tienen problemas de gravedad, la percepción de ellos es muy distinta”. Además, en la etapa primaria, “ya empiezan a manifestarse problemas y malestares emocionales”.

Con el inicio de las clases, el momento es óptimo para promover la salud mental y abordar acciones preventivas. Por ello, al tratarse de un periodo de tiempo en el que los niños se desarrollan tanto de manera física como mental, resulta de vital importancia incidir en la educación primaria. Ahora que la diversidad de enseñanza es menos carente en las escuelas, es cuando entra el concepto emocional.

Inés Nieto, graduada en Magisterio de Educación Primaria, señala que los profesores deben implementar “una base que le permita a los alumnos crecer y desarrollarse como adultos emocionalmente inteligentes”, más aún “en esas edades, que es cuando más estrés y ansiedad aparece”. Además, con una temprana aplicación de la educación emocional, “es más probable que se vean resultados favorables a largo plazo”.

En La Rioja, dos centros educativos, Escolapias y el CEIP Duquesa de la Victoria, suman a su normativa este tipo de educación y la consideran como algo “prescriptivo”. El primero aplica técnicas emocionales; el segundo, desde hace casi siete años, el método RULER en su totalidad. Aunque de manera diferente, ambos comparten un objetivo: conseguir que los alumnos aprendan a gestionarse a través del conocimiento de sus emociones.

Belén Olmos, jefa de estudios del CEIP Duquesa de la Victoria, comenta que, a la vista de los conflictos en los que se encuentra inmersa la sociedad, “había un interés en el claustro por trabajar la inteligencia emocional”. De la mano de la formadora Ruth Castillo, el profesorado del centro tuvo la oportunidad de conocer una serie de herramientas emocionales en un proceso que Olmos define como “enriquecedor”.

Comprometidos con un contrato emocional y con el fin de alcanzar los objetivos, cada uno de los profesores firma para asumir una responsabilidad directa de aplicación dentro del aula. Y es que, basado en las propuestas de Marc Brackett, el método RULER cuenta con cuatro herramientas (medidor, contrato emocional, meta momento y plantilla). “Para que los niños desarrollen unas habilidades que les permitan gestionarse emocionalmente”. De forma adaptada, esto se aplica desde los tres años hasta Sexto de Primaria.

Concepto de suicidio

El suicidio, de acuerdo con los datos recogidos por el INE, “es la primera causa de muerte no natural en España entre jóvenes de 15 y 29 años”, pero su conducta abarca numerosas manifestaciones. Gil completa que la situación es entendida “como un continuo proceso de gravedad que oscila desde el polo del bienestar hasta la muerte por suicidio”. Pese a que se considere un fenómeno multicasual, hace referencia a la desesperación como sentimiento límite para que alguien decida quitarse la vida. “Las personas con ideación suicida creen que nunca van a dejar de sufrir y ven la muerte como única salida a ese sufrimiento”, aclara.

El suicidio también está íntimamente ligado a las autolesiones y, aunque formen parte de la conducta, no tienen porque estar directamente asociadas. “Cuando la persona afectada no cuenta con herramientas de afrontamiento funcionales, recurre al malestar físico para aliviar el dolor emocional”, identifica Gil. En todo caso, resulta indispensable interpretar las señales de alarma. “Pueden ser verbales, aparecer en trabajos escritos, por mensajes en redes sociales…”.

Frente a su temprana identificación, La Rioja ha sido una de las últimas comunidades autónomas en tener un protocolo educativo de abordaje. Pero, con la colaboración y el trabajo de un equipo de psicólogos profesionales en el ámbito de la educación, ha conseguido ver la luz. Como recuerda Gil, “este protocolo es fruto de intensos debates sobre el tema para proporcionarle un instrumento útil a la comunidad educativa riojana”.

El protocolo, aunque como primer documento tiene aspectos de mejora, ya cuenta con cuatro bloques temáticos de fácil acceso para conseguir la información necesaria en un momento dado: la conceptualización de la conducta suicida, las señales de alarma y la coordinación con los centros educativos y los servicios de salud son algunos de ellos.

Escucha directa

En La Rioja también existen otros servicios de atención. El Teléfono de la Esperanza es uno de ellos. Magdalena Pérez, psicóloga clínica, voluntaria y presidenta de esta organización en la comunidad, asegura que “en los últimos años se han incrementado significativamente las peticiones de ayuda de adolescentes y jóvenes menores de 25 años”.

Ante la presencia de los problemas emocionales, Pérez recalca que el Teléfono de la Esperanza, a través del anonimato, ofrece una escucha “cercana” y “comprensiva” que, en su mayoría, recibe muestras de agradecimiento. “En él, el trabajo en red es fundamental y, siempre que podemos, nos coordinamos con otros profesionales para evaluar los cambios y resultados pertinentes”.

Desde la pandemia, el aumento de llamadas se mantiene y ronda el 45 por ciento: “Nos hemos convertido en un recurso de emergencia y, una vez que la gente conoce el servicio, lo utilizan para momentos de crisis”. Según la Asociación Española de Pediatría, alrededor del 10 por ciento de los niños ya sufrían problemas emocionales en la época pre-COVID, pero, como consecuencia de la pandemia, Nieto destaca que “los datos se han visto acrecentados”, algo que se traduce en un incremento de los trastornos mentales en menores de hasta un 47 por ciento.

La OMS (2021) recomienda que los programas de intervención empleen un enfoque positivo de la salud mental, en lugar de centrarse explícitamente en el suicidio. “Aunque la educación emocional tenga como objetivo adquirir unas competencias que le permitan al alumno interactuar socialmente con el resto de personas de forma saludable y saber hacer frente a las situaciones más complicadas de la vida, parece no acaparar toda la atención”.

Por ello, Gil menciona que “el principal problema en los centros educativos es la falta de recursos humanos suficientemente formados para dar una respuesta adecuada a la problemática de carácter emocional en los adolescentes”. Pese al aumento del trabajo de los orientadores y la buena voluntad del profesorado, ante la falta de un perfil formativo específico, concluye con que “es necesario ampliar estos recursos para que los centros educativos puedan afrontar ésta y otras intervenciones en materia de bienestar emocional y salud mental”.

Promover la educación sobre la salud mental y fomentar la comunicación abierta puede ser crucial para el buen desarrollo de los alumnos. Además, disponer de técnicas de gestión que aporten esa confianza para hacer frente a los problemas y animen a compartirlos con el resto de una manera adecuada, será algo que agradecerán en un futuro como adultos.

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