La Rioja

A la caza del alquiler estudiantil: “Hay requisitos imposibles de cumplir”

El regreso a la universidad está a la vuelta de la esquina y, con ello, comienza la búsqueda de una vivienda para los estudiantes de fuera. Muchos de ellos, en este caso de la Universidad de La Rioja, se decantan por un piso compartido, más barato y con mayor libertad que una residencia. Sin embargo, parece que alquilar un piso en la capital riojana no es tan fácil.

Claudia Lamata ya lo experimentó cuando, desde Villamediana, quiso encontrar un piso en Logroño para independizarse con su pareja. Ella, pese a no ser estudiante, ha podido ser testigo de esa dificultad. “Los alquileres, además de que vaya a tirar el dinero, están muy caros”, confiesa.

Por este motivo, la joven muestra su preferencia por el alquiler con opción a compra, algo que también es complicado de encontrar: “Quiero invertir el dinero de cara al futuro y agradecería que esta opción estuviese más extendida”. Debido al alza de precios, Lamata destaca que todo lo nuevo “es impagable”.

En el caso de los estudiantes, más aún cuando las clases comienzan en La Rioja el próximo lunes 4 de septiembre, todos están en las últimas para encontrar una vivienda si no disponen ya de ella. Rosana Sáenz, casera de un piso para estudiantes, cuenta que “ahora mismo el precio para alquilar un piso en Logroño ronda los 650 euros”.

Además, Sáenz asegura que lo que más suelen tener en cuenta los inquilinos es que “sea grande, luminoso, esté al lado de donde vayan a estudiar y tenga cerca todo a lo que a necesidades básicas se refiere”. De esta manera comenta que su piso, ubicado a cinco minutos a pie de la UR, “tiene la línea de autobús cerca, el centro de salud, supermercados y hasta un gimnasio”. Frente a esa exigencia de amplitud, su piso tiene noventa metros cuadrados y cuenta con tres habitaciones y un baño, algo a lo que, aunque se muestra sorprendida, “nadie ha puesto ninguna pega”.

En su caso, por las características que tiene el piso, Rosana confiesa no haber tenido ninguna dificultad a la hora de alquilarlo: “También influye que tenga calefacción central. Los estudiantes, sin ese incremento que supone el agua fría y el gas, solo tendrán que pagar el agua caliente, la luz y el wifi”.

A poco más de una semana de que empiece el curso 2023-24, su piso ya está alquilado. Esta vez serán dos chicos, “que no van a convivir con una tercera persona al llevarse bien y poder permitirse pagar el precio entre los dos”, quienes lo habiten. En otras ocasiones, Sáenz destaca que ha tenido estudiantes que llegan a Logroño con 18 años y, de lo bien que han estado, le piden reservar el piso para años posteriores.

Juan Diego Montoya es uno de los jóvenes que ha estado en busca de un piso de estudiantes para alquilarlo. Pese a que estuvo ocho meses a la espera no ha sido hasta ahora cuando ha conseguido uno. “Miré bastantes por internet en diferentes páginas de anuncios. En persona no he visto tantos porque había muchos que, directamente, no me convencían”.

Montoya señala que el principal aspecto a tener en cuenta a la hora de decantarse por un piso compartido es el precio. “Busco algo económico y sin desperfectos, que esté en buenas condiciones”. También menciona “que sea un piso amueblado y esté cerca de su trabajo”.

Para el joven su búsqueda ha supuesto “un comedero de cabeza”. También, a lo que a las inmobiliarias se refiere, destaca la gran cantidad de requisitos que deben cumplirse con antelación. “Para alquilar un piso de 500 euros me pedían unos ingresos mínimos de 1.700 al mes”, cuenta Montoya.

“Una persona, a no ser que viva con sus padres o con su pareja, no tiene ese número de ingresos al mes”, comenta el joven, tras lo que destaca que en Logroño apenas hay pisos de alquiler. “Los que hay tienen precios absurdos y, si están bien, están alejados o sin amueblar”, concluye.

El papel de las inmobiliarias

María Martínez (Inmobiliaria Iregua) confirma que “en Logroño hay poca oferta y mucha demanda”. Ahora, en la fase final del verano, cada vez son más estudiantes y trabajadores los que se acercan a la capital riojana en busca de una vivienda. Pero los desplazados, al residir durante un corto periodo de tiempo en la ciudad, no lo tienen nada fácil para encontrarla. Tampoco las personas que vencen su contrato y, mucho menos, las que quieran adentrarse en una hipoteca. “Suele tratarse de personas jóvenes o que no tienen los suficientes ahorros para ello”, aclara Martínez.

Los precios, que dependen de las características y la ubicación, son muy relativos. Martínez asegura que “encontrar un apartamento de dos dormitorios en el centro por menos de 600 euros es muy complicado”. Pese a que la gente busque en barrios del extrarradio como La Cava, Los Lirios y Cascajos, los precios de un apartamento suelen rondar entre los 800 y 850 euros.

“La aprobación de la nueva ley de la vivienda no beneficia en absoluto”, añade, por lo que desde Inmobiliaria Iregua aseguran que cada vez hay menos desplazados porque la gente tiene miedos e inseguridades respecto al alquiler. “Sin duda, la situación no ha hecho más que empeorar”.

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