Casi se ha perdido la cuenta de los días que ha durado esta ola de calor y que ha dejado a La Rioja con más de 42 grados en varios puntos de la comunidad. Unas temperaturas que han asolado muchas huertas que requieren de humedad para continuar su ciclo, pero que no en todos los casos cuentan con ella. El agua de riego es ya un bien escaso que no está al alcance de todo hortelano, quienes en algunas zonas están sufriendo restricciones durante todo el verano ante el continuo vaciado de los embalses riojanos, que esta semana ya estaban al 37 por ciento de su capacidad.
Javier Sarramián está regando estos días dos veces por semana, cuando lo habitual sería hacerlo cuatro. Pero durante julio tuvo que hacerlo incluso solo una vez a la semana. Gestiona una explotación hortícola en El Cortijo, por lo que sus plantas se riegan del pantano de La Grajera, que se llena con agua del Iregua a través de concesiones. «En agosto era imposible aguantar con un riego a la semana porque se nos morían todas las plantas, pero en septiembre volveremos al riego semanal para plantar las escarolas y lo que quede. Y después, ya se acabó el agua. Hasta ahora nos han concedido 25 días de llenado del pantano, pero el agua ya se ha terminado, así que hasta que no vuelva a llover no podemos rellenar».
En su caso asegura que ha dejado de plantar en cantidad como lo hacía antes, por no hablar de que las plantas producen la mitad y que estos últimos calores han quemado toda la flor de los tomates. «Tenemos agua para humedecer un poco los invernaderos, pero poca cosa. Yo creo que la producción de este año se va a ver mermada en un cincuenta por ciento, por lo que no espero sacar ningún beneficio; solo sobrevivir. Y es que hay que aguantar también por los obreros que están aquí con nosotros desde hace 20 años, pero tiene que llover como sea».
El problema, incide, «es que quien gestiona ahora el agua del pantano de La Grajera es el campo de golf, quien tiene la toma directa y no cuenta con restricción alguna. Parece que es más importante regar ese césped todos los días que las verduras que luego comemos, pero la realidad es que no tenemos ningún poder sobre este asunto y seguimos esperando una solución».
Hasta ahora en Calahorra no ha faltado el agua para regar las hortalizas, aunque sí ha habido ciertas limitaciones como el establecer turnos. Abastecidos del río Ebro, el Cidacos y del Canal de Lodosa, los agricultores están regando cada días días más o menos dada la reciente ola de calor, porque de no ser por estas temperaturas los periodos se alargarían a 12 o 15 días.
«Los frutales apenas se están regando ya porque prácticamente hemos acabado de recoger la pera y en cuanto a las verduras, se están regando sobre todo las coliflores, brócolis y romanescus, porque por ejemplo el tomate ya está en recolección y no hace falta regarlo. Además, cuando lleguen las noches más frescas y con el día más corto el agua aguanta mejor en la tierra», explica Chuchi, hortofruticultor de la localidad riojabajeña.
La merma de producción, por tanto, no va a estar derivada de la falta de agua sino más bien del exceso de calor: «La cosecha se va a reducir considerablemente en aquellas plantas que no se hayan podido desarrollar bien porque se ha quemado el cogollo, quedándose la planta pequeña, como es el caso de los brócolis o coliflores».
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