La Rioja

Los jóvenes de Villoslada se quedan: “No dejemos morir nuestros pueblos”

En el pueblo, la casa no se pisa. Eso es una verdad como un templo y los jóvenes son los principales protagonistas de este casi mandamiento. Ellos son los que durante el verano dan vida a esos municipios que durante el año echan de menos la chispa juvenil, ese ‘Buenos días, Vicente, ¿cómo hemos amanecido hoy?’.

Los últimos ‘millenials’ y la Generación Z son dos generaciones heterogéneas, pero coinciden en aspectos sociales: son inquietos, buscan planes diferentes y, sobre todo, un entorno participativo que les permita socializar constantemente. Características que han encontrado noventa jóvenes más que de sobra en Villoslada, su pueblo, su refugio y su reencuentro con la infancia.

Todo empezó con un proyecto que presentó la Sociedad del Casino del pueblo junto con el Ayuntamiento para luchar contra el reto demográfico y la despoblación en el mundo rural. “En un principio se contemplaba la preparación de un espacio juvenil dentro del propio casino. Los jóvenes reclamaban alternativas y oportunidades en el pueblo y así es como nació la actual Asociación Juvenil de Villoslada”, explica Daniel Pérez, encargado de la dinamizador del pueblo.

Una asociación muy bien organizada que se ha dividido en varios grupos para planificar las actividades a llevar a cabo. Hay un sector deportivo que se encarga de programar salidas al entorno rural de la zona; otro gastronómico que se ocupa de las degustaciones, comidas populares…; y el socio-cultural y ambiental, “que es el que más se mueve con el objetivo de generar conciencia de la necesidad de conservación del medio rural y de toda la fauna y la flora que nos rodea”.

Además, este grupo de jóvenes ha puesto en marcha su propio huerto, en el que también participa la gente mayor del pueblo aportando su experiencia y conocimiento. “Ellos mismos fueron los que decidieron que todo lo que vaya saliendo del huerto lo donarán a familias necesitadas del pueblo, a gente mayor que ya no puede subir a cuidar su huerta y al Banco de Alimentos”.

Aire fresco para el espíritu

Precisamente esta es una de las actividades que más destaca Íñigo Ceniceros, joven de 25 años que vive en Logroño “pero intento estar el mayor tiempo posible en Villoslada”. Desde que tiene uso de razón ha respirado el verano de su pueblo y “eso crea arraigo a esas costumbres que a lo largo de los años en muchas personas se manifiestan y en otras no”.

Íñigo recuerda que hace unos años “mirábamos con envidia a otros pueblos porque tenían peñas, charangas, organizaban miles de actividades, se vestían en fiestas… pero nosotros nada”. Hasta que llegó la Asociación. “Surgió precisamente de la necesidad que teníamos los jóvenes de poder organizarnos y de poder hacer cosas que fueran atractivas para el resto de vecinos, jóvenes y adultos. Que vieran que realmente estábamos interesados en reflotar nuestro pueblo, porque con el paso de los años ves que va muriendo personas en los pueblos y poco a poco no va quedando nadie. Y lo peor es que la gente se despreocupa. No sé si es un problema generacional o institucional”.

Tanto Dani como Íñigo coinciden en que el tema de la despoblación cada vez se antoja más difícil y, sobre todo si hablamos de un enfoque juvenil, así que “es necesario que surjan este tipo de iniciativas en los pueblos. Concretamente en la zona de Cameros siguen existiendo posibilidades y oportunidades no solo para el desarrollo personal y profesional de los jóvenes, sino también para el ocio y el tiempo libre. Es fundamental no solo conservar lo que tenemos, sino generar nuevos ámbitos para la participación juvenil en el entorno rural”.

Y vaya si lo están haciendo. “Contrataron a Dani para que nos ayudara a plantear y llevar a cabo el proyecto, sin embargo lo que está intentando, y se lo agradecemos mucho, es darnos rienda suelta a los jóvenes para que seamos capaces de autogestionarnos y organizarnos y lo estamos consiguiendo”.

Porque pasear por Villoslada en verano es un soplo de aire fresco, sobre todo para el espíritu. Da igual que tengan 8, 12, 15 o 20 años. Todos comparten espacio y actividades, “y eso nos lo ha devuelto la Asociación”.

Un lugar seguro

Carmen Flaño tiene 18 años y este verano lo está exprimiendo al máximo porque en septiembre empezará la carrera de Arquitectura en Madrid. Su madre es de Villoslada y “yo también me considero de aquí. Intento subir todos los fines de semana y, por supuesto el verano lo paso aquí”. Una decisión propia que no tiene pinta de cambiar con los años. “Cuando eres pequeña vienes al pueblo porque tus padres te traen, no depende de ti, pero cuando ya tienes una edad la decisión es tuya y mi primera opción siempre es Villoslada”.

Carmen lo describe como su refugio, su lugar seguro, ese en el que se puede estar libre, despejarse de los problemas y desconectar de la rutina. “Aquí todos los jóvenes tenemos el mismo plan: ir a la piscina, subir al monte, caminar hasta otro pueblo… y desde que está la Asociación, las alternativas se multiplican. “Está siendo bueno para el pueblo, pero también para que otros jóvenes se animen a venir”.

La joven recuerda cuando era más pequeña. “No teníamos móvil, pero quedábamos a las cuatro y media de la tarde en el ayuntamiento con las bicis para ir a la pisci”. Puntuales se reunían todos y, si alguno faltaba o se retrasaba, “ya sabía dónde encontrarnos”. Pese al paso de los años, la vida sigue igual.

Y es que el verano en Villoslada no entiende de reloj, y como bien decía el abuelo de Carmen, “hija, tienes horario de turista: solo vienes a comer y dormir”, porque claro, después de cenar la quedada en la iglesia no puede faltar.

Tanto Íñigo como Carmen reconocen que estando en “tu pueblo” te cambia la perspectiva de las cosas. “Los encantos de estos municipios aún están por descubrir. El aburrimiento aquí no existe y, lo más importante, el pueblo es una parte de ti y de tu familia. Estando aquí reconectas con tus raíces, con tus antepasados y abres la mente. Ojalá más jóvenes se dieran cuenta de ello para que entre todos no dejemos morir nuestros pueblos”.

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