La noche ha sido larga para los rinconeros que no han dejado de limpiar, en muchos casos, los destrozos que dejó la tormenta de este viernes. Las escobas, las mangueras y las ganas por recuperar la normalidad lo antes posible han tomado el relevo a la impotencia de unas horas antes al ver cómo el municipio quedaba totalmente anegado por la tromba que llegó desde Yerga y que se sumó a la caída minutos antes en el propio municipio y al desbordamiento del canal de Lodosa.
Los vecinos de Rincón de Soto han iniciado este sábado la valoración de los daños causados por dos grandes tormentas de agua, granizo y viento caídas durante la últimas horas.
Limpieza de calles, bajos e incluso algunas viviendas en las que el barro lo ha dejado todo «hecho unos zorros». Es momento de evaluar daños. La mayoría de las calles, ya sin agua, se han convertido en un lodazal que resulta complicado limpiar. «Encima el sol calienta y esto no podemos dejar que se seque, hay que limpiarlo cuanto antes».
El agua, acompañada de barro, alcanzó casi el medio metro de altura en la mayoría de las calles de la localidad y en otras, incluso, se superó esa cota, ha explicado el alcalde, Javier Martínez, quien ha añadido que se han producido daños considerables en varias infraestructuras, como en el polideportivo y en los caminos rurales.
Además, la preocupación se extiende a la producción de la Denominación de Origen Protegida Peras de Rincón de Soto, que se recoge a mediados de agosto y que «ha sufrido daños importantes, aún sin evaluar, porque el viento tiró mucha pera al suelo», según el primer edil.
Uno de los lugares más afectados ha sido, sin duda, el restaurante Casa Javi. Durante la mañana empleados y amigos se afanaban en limpiar las instalaciones. «Tuvimos que derribar un muro para conseguir que el agua saliese de las instalaciones», ha comentado uno de ellos mientras tiraba de escoba para seguir achicando barro. «Teníamos los quintos y un bautizo, habrá que trabajar hoy, no queda otra».
También las fábricas y locales del polígono paralelo a la N-232. En la fábrica Mueble DYCA no paraban de limpiar este sábado. Todos echaban mano ante una situación complicada.
Los locales de la Avenida Príncipe Felipe han sido algunos de los más afectados. La farmacia, una correduría de seguros y la tienda ‘El Rincón de Raúl’ donde los vecinos echaban una mano para limpiarlo todo a primera hora de la mañana. «Hay género que está para tirar, es un auténtico desastre». Raúl, su dueño, no podía más que agradecer la colaboración de los vecinos que han arrimado el hombro con escobas y mangueras.
Otra de las vías más afectadas ha sido la calle Matadero. Allí no hay bajo que no se haya librado del barro. El agua aún sigue ahí. Nada que ver con lo vivido unas horas antes. «Parecía un auténtico río». Allí también tuvieron que derribar un muro para poder empezar a achicar agua. «Entraba llena de barro hasta un metro».
Los más jóvenes nunca habían visto nada igual. Los más mayores recordaban algo similar hace unos cincuenta años. «Entonces se rompió el canal y fue muy parecido a lo de esta vez». María Jesús Subero recuerda que entonces tenía «nueve o diez años». Vivía en la misma casa que ahora y terminó todo igual que esta vez: lleno de barro.
La casa de la madre de Coral sale ya del horror de la noche anterior. «Está en planta baja y se inundó todo». La cocina, el baño, las habitaciones aún muestran los restos de lo que ha sido una noche sin dejar de sacar barro de cada una de las habitaciones. «Hay gente que no ha dormido en toda la noche».
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