De un tiempo a esta parte la paleta meteorológica de colores parece haberse centrado en el blanco y el negro, olvidando la riqueza de los grises. Pasamos de uno de los periodos más secos de los registros históricos de la región a mojarnos por castigo, con tormentas que descargan un depósito de agua por metro cuadrado en dos o tres días.
Esa dualidad cromática la rompe estos días el Ebro a su paso por Logroño, teñido de chocolate a consecuencia de las tormentas que desde el pasado fin de semana nos remojan con alevosía.
El conocido como ‘río de chocolate’ se produce cuando la intensidad de las precipitaciones remueve los sedimentos de tierra de los cauces y tiñen el agua con un color marrón de mayor o menor intensidad. Por razones sanitarias obvias, subrayamos que lo de “chocolate” no es más que metáfora con afán dulce y poético y no se recomienda el consumo directo de este agua.