La Rioja

La mosca negra ataca de nuevo

Picor intenso, una marca con un pequeño punto rojo en el centro. Son señales indiscutibles de que la ‘mosca negra’ ha hecho una de las suyas en tus piernas o en tus brazos. No es la primera vez que la Simulium erythrocephalum ataca en Logroño. “Desde hace un par de semanas estamos viendo que hay más personas afectadas, especialmente en la zona del Ebro y del Iregua”, dice Ignacio Ruiz, investigador post doctoral en el CIBIR y gran conocedor del simúlido.

Más calor, menos agua en los ríos, más moscas negras y de más temprana aparición. “Los días nublados ‘atacan’ más a las personas porque con mucho calor no vuelan demasiado y en días como los que estamos viviendo están todo el día revoloteando”, explica. Esos factores, y que estos días la zona del Ebro haya estado más concurrida con los eventos de San Bernabé y las atracciones en Las Norias, han hecho un maridaje perfecto para que muchos logroñeses y visitantes tengan la marca del bicho en su piel.

Y es que la mosca negra tienen su hábitat natural especialmente en aguas corrientes. “No es como el mosquito que lo tiene en aguas estancadas, están más presentes en ríos, torrentes, acequias…”.

Su trabajo de campo le ha llevado a identificar una veintena distinta de especies de mosca negra en La Rioja. “No todas son negras, algunas son de colores pero hemos hecho con ellas una traducción del inglés (black fly)”, señala. De esas más de veinte especies, “hay cuatro o cinco que son las que dan más problemas en las zonas bajas de los ríos”. Una, la Simulium erythrocephalum que ataca a las personas y “hay otras que atacan gravemente al ganado: vacas, ovejas, caballos…”.

Se trata de una especie autóctona, pero “ha habido en los últimos años un desequilibrio en la población y por eso se puede hablar de que hay una plaga”, explica. Aunque en La Rioja no hay datos de las personas afectadas por la mosca negra, sí los tiene de muy cerca. “Desde 2011 en Zaragoza hay unas 22.000 personas al año que tienen que acudir a centros sanitarios por las picaduras de la mosca negra”, detalla.

Especialmente afectan a las personas en los meses de mayo, junio y julio. “Después decrece la población porque los ríos llevan menos agua y por su ciclo evolutivo”. Y es que estos animales llegan a poner entre cien y doscientos huevos cada tres semanas. No preocuparse. De éstos, sólo uno o dos llegan a adultos.

La picadura de la mosca negra es diferente a la de un mosquito corriente. “Suele salir un puntito en el centro rojo y se forma una especie de hinchazón local, depende mucho de la sensibilidad de la persona, pero si cometemos el error de rascarnos el picor y la herida puede durar varias semanas”, advierte.

La diferencia con los mosquitos comunes es evidente. “Tiene unas piezas bucales muy cortas y la saliva del insecto entra en contacto con la sangre y por eso produce ese intenso picor”. Tiene algo positivo: “No son capaces de atravesar la ropa como el mosquito tigre”.

Su apariencia es casi inofensiva. “Son muy pequeñas, de unos pocos milímetros, un poco más grandes que el mosquito de la fruta”. A pesar de ello, en algunas ocasiones necesitan de tratamiento con antiinflamatorios o, si la cosa se complica, con corticoides de uso tópico. “Si vemos que la cosa va a más, conviene acudir a la farmacia y que allí nos aconsejen, hay veces que hay que pasar incluso por un centro médico”.

Este mismo miércoles, Ignacio y los bomberos de Logroño han estado en las aguas del Ebro para controlar la población de mosca negra, que ya es una plaga a estas alturas del verano.

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