Toros

El viento y los ‘cuvillos’ truncan el regreso de Urdiales a Sevilla

De sobra es sabido que el viento es el peor enemigo de un torero. Casi siempre, también los toros de Núñez del Cuvillo, pese a ser tan deseados por las figuras temporada tras temporada. La mezcla viento y ‘cuvillos’ es, pues, a todas luces, el cóctel molotov del toreo. Salvo que se alineen los astros, los planetas y casi también las estrellas y aparezca un ‘Halcón’ como el que hoy hizo sexto en Sevilla. Con ese fondo, esa bravura, ese ir a más, ese tranco, esa repetición y esa forma de perseguir la muleta de Roca Rey. ¡Ah, sí! Y que uno sea Roca Rey y atesore ese toreo tan inclemente como capaz de hacer frente a la peor de las tempestades. Un toreo huracanado capaz de imponerse al vendaval que soplaba hoy en La Maestranza. Esa fue la clave. O la clave del peruano, mejor dicho.

Tan cortas fueron las embestidas del primer enemigo de Urdiales, que el riojano solo pudo estirarse en verónica y media. O ni eso. Tampoco resultó muy lucido el quite por chicuelinas, salvo la media a modo de remate que tuvo cadencia y sabor. La lidia resultó perfecta. Los capotazos justos, medido el castigo en el caballo y un tercio de banderillas rápido y correcto. Pero dale con Eolo, que no dejaba de soplar. ‘Lanudo’ se llamaba el ‘cuvillo’ y vino a parecer un lobo con piel de cordero porque no tardó en empezar a desarrollar sentido y sacar peligro. Embistió siempre con las manos y siempre tan corto. Una trincherilla rebosante de gusto al inicio del trasteo no hizo atisbar ni la más mínima esperanza. La estocada fue lo mejor de este primer acto.

Meció y jugó bien los brazos Urdiales en el recibo capotero a su segundo oponente. Pero a la cuarta verónica, ‘Asturiano’ se destendió y medio pareció huir. Resultó pegajoso en la brega de ‘El Víctor’, pero Urdiales le debió ver posibilidades y lo brindó al público. A dos manos comenzó el trasteo junto a las tablas. Y ahí hubo un lance rodilla en tierra de cartel. Otro cartel llegó en un redondo interminable y cadencioso a partes iguales. Marca de la casa. Tan asentadas las plantas, tan hundida la barbilla, con tanto mando, con tanto empaque. Con tanto sabor. Y ya, porque ‘Asturiano’ empezó a soltar tornillazos por el pitón izquierdo que contagió para mal aquellos resquicios de clase por donde medio embestía con algo de transmisión. Pinchazo y otra buena estocada.

Y ahora lo de Roca Rey. Que abrió la Puerta del Príncipe, aunque mejor se hubiera quedado cerrada. No ya por evitar corrientes, que también, pero, sobre todo, porque su tarde no fue tan rotunda como para tan gran premio. Como su toreo, que tan pocas veces fue lo rotundo que debiera. Al menos, con un toro tan importante como ‘Halcón’ del que antes os hablé. Fue viniéndose arriba ese ‘Halcón’, ganando pies, prontitud y alegría. Aprovechó Antonio Chacón tales condiciones para dejar un tercio de banderillas para el recuerdo. Y hete ahí que Roca Rey comenzó su faena de rodillas. Y ya el cuarto muletazo fue un cambiado por la espalda. Y así todo, salvo una serie de mano baja, mando, ritmo, quietud y buen trazo cuando su trasteo naufragaba en aguas de nadie y ‘Halcón’ parecía desinflarse. Esa serie y una siguiente muy similar fueron el zénit de su obra. El resto vino a ser un compendio de toreo accesorio, de cambiados por la espalda, circulares y medios muletazos, pese al tranco, la largura y el ritmo del ‘cuvillo’. La estocada, eso sí, quedó arriba. Orejas demasiado baratas.

Demasiado pronto empezaron a tocarle la música al peruano en su primero, que se le venía al cuerpo al inicio de cada serie. No se inmutaba Roca en esos envites y ahí residió todo el mérito. La colocación del peruano en mitad de cada serie dejó mucho que desear. Hubo, como siempre, arrimón final. Y, también como casi siempre, llegó el trofeo pese a la defectuosa colocación de la espada.

Manzanares pinchó a sus dos toros y eso ya es noticia. Aguantó y esperó las dubitativas embestidas de su primero. Siempre en series demasiado cortas y sin apretar ni apretarse. Un cambio de mano fue lo más artista del trasteo. En el quito hubo mementos de mano baja y toreo cadencioso al natural. Optó por dar distancias cuando su enemigo más bien pedía todo lo contrario y remató haciendo un toreo tan demasiado embarullado como impropio en él.

Plaza de toros de La Maestranza. Lleno de ‘no hay billetes’. 6 toros de Núñez del Cuvillo, sin opciones primero y cuarto; complicado el segundo; manejables tercero y quinto; bravo y de gran calidad el sexto.

Diego Urdiales: silencio en ambos.
José María Manzanares: silencio y silencio tras aviso.
Roca Rey: oreja y dos orejas.

Saludaron Antonio Chacón y ‘Viruta’ tras banderillear al sexto.

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