La Rioja

El eterno problema: se buscan directores de colegio

Como cada año por estas fechas, la Consejería de Educación busca directores para los centros escolares de La Rioja. Una búsqueda ardua que hace que, curso tras curso, sean gran parte de ellos los que tienen que ser impuestos por el Ejecutivo ante la falta de profesores que se presenten voluntariamente para realizar estas tareas.

Para el próximo curso, de los cuarenta directores que deberían entrar nuevos sólo dieciséis lo harán de forma voluntaria (ocho porque han solicitado y se ha aceptado su renovación y otros ocho porque han presentado proyectos). En el resto de los casos será Inspección quien valore a posibles equipos.

José Antonio Garrido lleva once años como director del CRA de Arnedillo, un colegio rural no demasiado grande que para más inri no cuenta con figuras esenciales como las de Secretaría o Jefatura de estudios. Él sólo lleva sobre sus espaldas todo el trabajo de lo que debería ser un equipo directivo y que, en este caso, solo es una persona.

No le extraña que sus compañeros no quieran presentarse. “Aquí hay mucho trabajo y muy poco reconocimiento, ni económico ni institucional ni educativo”, asegura. El principal problema al que se enfrentan es la enorme burocracia que deben sortear día a día. “Ahí se te va parte de la jornada entre las tareas de oficina y la atención a la comunidad”.

El incremento salarial por ser director no es suficiente. “Además va en función de lo grande que sea el centro por lo que en centros con pocos alumnos es muy escaso para la carga de trabajo que se tiene”, comenta. Tampoco es lo más importante para él. “Si ahora me preguntas cuanto dejas de cobrar si vuelves a ser sólo profesor, no te lo sabría decir, realmente el tema económico no es lo más importante”.

El problema va más allá. “Al final todo termina pasando por tus manos, todo lo que no se ve en un centro y la carga de trabajo te va quemando”, comenta asegurando que “regalamos horas y horas de nuestro tiempo a la Administración”.

Echa las cuentas. “En julio como mínimo estamos quince días más que nuestros compañeros, en agosto empezamos una semana antes para preparar horarios, plantillas; una media de veinte días cada curso por once que llevo de director, casi he trabajado un año más que el resto de los profesores del centro”.

Además es un trabajo que muchas veces no se ve. En su mayoría papeleo pero también, contabilidad, mirar las órdenes de becas, todo lo relacionado con el comedor, estar pendiente de la carrera profesional de los compañeros porque te la piden, además de los servicios que pasan por el colegio: la carpintería, la fontanería. “Si además quieres que tu colegio tenga proyectos interesantes tienes que estar pendientes de los programas europeos, de congresos, del material que se va a utilizar durante el curso, de reuniones con las AMPA, con los alcaldes, con los sindicatos…”.

No ve una solución fácil al problema. Ahora en el País Vasco se han comenzado a aplicar incentivos para que la labor de dirección de los centros sea atractiva para los profesores. Entre ellos cabe destacar la posibilidad de disfrutar de un ‘año sabático’ remunerado al finalizar dos mandatos consecutivos –es decir, ocho años como director–, siempre y cuando se reciba una evaluación positiva. Ese año sin carga docente debe invertirse en formar al siguiente equipo directivo y tiene que disfrutarse al finalizar el segundo mandato.

Mejorar las condiciones son algunas de las ideas que lanza José Antonio para mejorar la situación. “Hay en algunos centros que con poner a un administrativo se ha solucionado el problema, pero en otros ni con esas”, cuenta. Para él lo que sería interesante es que “todos los profesores pasasen aluna vez en su carrera por un cargo directivo, la rotación es fundamental para que todos sepan la carga de trabajo que lleva el cargo y hubiese más empatía”.

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