Gastronomía

Tortilla de patata: la guerra de ‘concebollistas’ y ‘sincebollistas’ (II)

Ni el gran Iñaki Gabilondo resolvería con éxito este cruce de acusaciones entre ambos frentes de batalla. Llevan años en contienda, y los mediadores no encuentran ni tan siquiera un lugar para iniciar unas negociaciones que posibiliten un alto al fuego duradero. Los ‘sincebolllistas’ no aceptan unas condiciones mínimas. Los ‘concebollistas’ son radicales en sus fundamentos, con cebolla o la muerte. Y así no hay quien encuentre un espacio en el que la receta patria una definitivamente a un pueblo agotado por tener que hacer siempre la misma pregunta en cualquier primera cita: “¿Con o sin cebolla?”. Y miles de historias de amor ni empiezan cuando en esto no se coincide. Porque resulta del todo complicado que una pareja funcione cuando hay que hacer dos tortillas de patata diferentes en lugar de un tortillón maravilloso al gusto de ambos.

Ni los tótem de nuestra gastronomía, referente en el mundo, se ponen de acuerdo. No hay comité de sabios que se meta en este fregado, porque todos son militantes de uno u otro bando. Hay listas que circulan por Internet por si hubiera alguna purga en un futuro. Los sincebollistas están liderados por Dabiz Muñoz, Dani García, Ferrán Adrià, Elena Santoja, Ángel León u Oriol Castro, entre otros, que quizás no han querido dar la cara ante posibles boicots que acaben con sus negocios. Los concebollistas sienten el orgullo de verse representados por Karlos Arguiñano, David de Jorge, Martín Berasategui, José Andrés, Joan Roca, Alberto Chicote, Mario Sandoval o Samantha Vallejo Nájera.

Tortilla sin cebolla del Argenta

No hay testigos de cuándo este país quedó realmente partido en dos. Dos Españas divididas por una receta que se sirvió por primera vez sin cebolla -soy defensor de la tortilla de patata con cebolla-. La historia es historia. Así que antes de añadirle cebolla ya fue considerada como tortilla de patata. Una evolución significativa de la primera tortilla de patatas, de finales del siglo XVIII, que se presentó al mundo con las patatas hervidas y con harina. Esto lo hicieron en Villanueva de la Serena, en Badajoz.

La tortilla española tiene un origen campesino que ha acabado como todo lo rico en las mesas más nobles. Y los agricultores, sabios ellos, sobre todo sus mujeres, tiraban de patata para paliar la escasez de huevos. El hambre agudiza el ingenio, y con más patatas y menos huevos podían comer los de toda la casa. Esta receta se fue extendiendo por todo el país conforme España se fue empobreciendo a partir del siglo XVIII. Mucha hambre, mucha guerra, pocos huevos y algo de patata que llegó del Nuevo Mundo.

La tortilla de patata, sin cebolla o con cebolla, ha quitado mucha hambre, y ahora da muchas alegrías. Y por suerte, el hambre de todo un país es un recuerdo que nos deja grandes recetas, y ahora la tortilla de patata, con o sin cebolla, alegra cualquier jornada laboral. Y se puede elegir, con o sin cebolla. Como en la calle Múgica. En menos de un metro de distancia hay un bar donde bordan la tortilla de patata sin cebolla, en el Argenta; y un metro más allá, otro, donde son reconocidos por su tortilla de patata con cebolla, el Robusta.

Sin (Argenta) o con cebolla (Robusta), en Logroño hay donde elegir.

Y los lectores de NueveCuatroUno han comenzado a enviar sus recomendaciones. Y Jesús se moja: “Sin duda la tortilla de patata con cebolla de La Anjana”. Blanca también tiene su bando: “¡Qué maravilla la tortilla de patatas, en mi caso, con cebolla! La que más me gusta es la del Bar Serenella. Es un lujo de tortilla, la recomiendo encarecidamente. Y después la del bar La Anjana en la calle San Agustín, en plena Laurel”. Y remata con un eslogan de vida: “¡Larga vida a la tortilla de patata!”. Aquí está el punto de encuentro, a todos les gusta la tortilla de patata, con o sin. Mayte nos recomienda su tortilla favorita: “Tenéis que probar la tortilla de patata del bar Palio. En Avenida Solidaridad, llegando a la Estatua del Labrador. Esta buenísima”.

Javichu es de Nájera, y tiene clara su apuesta: “En el Kien, que lo regenta nuestro querido Manolo que lleva casi 50 años de hostelería a su espalda. Olga, su esposa, hace una tortilla de patata que tiene que ser hasta pecado… ¡Dios mío, hay un antes y un después, qué tortilla!”. Pero nos remite una recomendación: “Siempre que vamos, antes incluso de saludar, lo primero que preguntamos es si queda tortilla. Y cuando te dicen que sí, la felicidad te invade. Os invito a todos a que la probéis, pero no corráis mucho la voz, no me quede yo sin ella”. Javichu, desde la experiencia de esta redacción, dile a Olga que vaya haciendo más tortillas.

Francisco, que nos felicita “por esta serie de artículos que tan buenos sitios nos hace descubrir”, nos comenta que su tortilla favorita la presentan cada día “en el Serenella”. Otro lector nos dice que “la del Robusta o la del Notre Dame en Duquesa de la Victoria”, que tienen, sin duda, una misma textura. Y Urbano escribe desde La Rioja Baja. Se confiesa “un apasionado de las tortillas de patatas”. Y lanza su propuesta: “Aunque soy de Arnedo, muy buena la del bar Munillo”. Y de la capital, “estuve trabajando tres años en Logroño, y, para mi gusto, una de las mejores la sirven en el bar Los Patines, en Marqués de La Ensenada, 18. Si además la acompañas con un morro frito y un poco de picante, espectacular. El amigo Francisco hace muy poquitas cosas, pero buenas”. Pocas cosas, pero buenas, una frase que contiene todo una licenciatura de gastronomía.

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