Agricultura

La DOP Aceite de la Rioja moltura unos 2,5 millones de kilos de oliva

La campaña de la aceituna en La Rioja ha sido más satisfactoria de lo esperado en un principio. Tras el recuento final de kilos molturados por la DOP Aceite de La Rioja, la cuantía total asciende a 2.460.000 kilos de oliva. Una cifra algo superior a la de la cosecha anterior, cuando se recogieron 2,3 millones de kilos.

Las perspectivas iniciales entre los profesionales del sector auguraban una reducción de la producción de entre el 40 y el 50 por ciento en el olivar de secano, pero el balance final “ha dejado un buen sabor de boca”. Los rendimientos grasos han rondado el 18 por ciento y la cantidad de aceite obtenido, los 490.000 litros de oro líquido. “Los análisis de los primeros aceites analizados reflejan que la calidad de los caldos elaborados será muy buena y mantendrá los altos estándares que se obtienen año tras año”, remarcan desde la Denominación.

Pero el desarrollo de la campaña no ha sido del todo positivo. Marcada por el cambio climático, con una evidente falta de precipitaciones y unos fuertes contrastes térmicos, olivar riojano ha cerrado un año que tocaba cuantioso en producción por eso de la vecería (hace dos campañas se recogieron 3,3 millones), pero ha sabido salir del paso gracias a las plantaciones de regadío que han mantenido más estable la cosecha y a un periodo de recolección sin imprevistos meteorológicos.

Suficientes hubo ya durante el desarrollo del fruto, con un estrés hídrico que acompañó en casi todo el ciclo al árbol y un cuajado que se produjo justo cuando estalló la ola de calor, lo que abrasó las flores. Algunas olivas llegaron a desprenderse de los árboles y solo las más resistentes lograron perdurar todo el proceso, asegurando además la ausencia de plagas y enfermedades en el fruto. “Tan solo a finales de septiembre hubo vuelo de mosca que no afectó demasiado al fruto. Así, la aceituna llegó en un estado sanitario muy bueno a la recolección, que transcurrió sin mayores incidencias”, indican.

El técnico de la DOP Aceite de La Rioja y gerente de Bodega Vico de Arnedo, Emilio Abad, lanza varias lecturas al cierre de esta campaña. La primera, la climatología anómala de este 2022, que “va a ser cada vez más habitual debido al cambio climático”, con una marcada falta de agua: “Para garantizar cosechas estables en el olivar ha que redefinir las técnicas de cultivo, como pueden ser la búsqueda de altura y el empleo de variedades mejor adaptadas al nuevo clima”. Y es que los olivos ubicados en las zonas más próximas al valle, aunque hayan tenido la oportunidad de riego, se han visto afectados por las altas temperaturas justo en el cuajado del fruto. Un escenario que afrontaron mejor los viejos olivos que ya son más resistentes a las condiciones de suelo y clima.

“Las variedades también tienen un papel fundamental para determinar una mejor adaptación al clima mediterráneo. Aquellas que resisten bien los ciclos de calor y la sequía propios del sur van a encajar mejor en las zonas de cultivo riojanas. Son variedades como la picual, la arbequina o la empeltre, más sensibles ante el riesgo de heladas y más apropiadas ahora”, apunta el técnico.

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