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Adrián Sáenz: “Quiero arbitrar un partido en la NBA”

Adrián Sáenz es el árbitro federado más joven de La Rioja

La historia de Adrián es la de la superación, la del que querer algo con todas tus fuerzas algunas veces es sinónimo de conseguirlas. Este joven logroñés es, en la actualidad en arbitro federado más joven de La Rioja. A sus 15 años ha conseguido lo que que tenía en mente hace tiempo y todo ello a pesar del trastorno de déficit de atención con el que convive a diario.

Amante del baloncesto desde que conoció el deporte en su colegio, en sexto de primaria dejó de practicarlo para probar con otros deportes. Después de pasar por el futbol e incluso el taekondo (tiene el cinturón amarillo) encontrarse con un antiguo profesor del colegio le permitió la oportunidad de volver al deporte que tantas alegrías le había dado desde otro enfoque.

“Me dijo si quería ser el segundo entrenador del equipo que él llevaba y como siempre me había gustado el baloncesto no pude decir que no”, cuenta el chaval. “Como no hay suficientes árbitros para los Juegos Deportivos, los entrenadores nos tenemos que hacer cargo de arbitrar a otros equipos”, cuenta. Allí entendió que lo del arbitraje era lo suyo y este año ha conseguido ser el árbitro federado más joven de La Rioja.

Ahora, cada fin de semana, arbitra entre dos y tres partidos. Una actividad que le hace feliz. “Le encanta el arbitraje, aprenderse la normativa y sobretodo estar con los niños y disfrutar con ellos”, cuenta Valentín, su padre. Además el próximo 5 de diciembre comenzará el curso para tener la titulación A1 de entrenador de baloncesto. “Eso me va a permitir poder entrenar a chicos de mi misma edad”, dice mientras su padre asegura que volverá a batir récords y que será el entrenador titulado más joven de la región.

No se pone metas. “Me encantaría poder arbitrar un partido de la NBA”, asegura reconociendo que “es mucho más complicado ser arbitro de fútbol porque en el baloncesto a los árbitros se les tiene más respeto”. De momento no ha tenido ningún problema. “Tengo muchas anécdotas pero nunca he tenido ningún follón ni con jugadores ni con padres”, cuenta. “Aunque a veces algunos se ponen muy nerviosos, sobretodo cuando le señalas una falta”, explica.

De momento su paso meteórico por el arbitraje ha sido tranquilo pero quiere seguir creciendo y llegar a cotas más altas. “Voy a seguir estudiando y cogiendo experiencia para poder conseguir mis sueños”, asegura.

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