Del 3 al 14 de noviembre podemos admirar una impresionante exposición en el Ateneo de Madrid del artista riojano José Antonio Olarte. Con él me une buena amistad pues le conocí hace unos 30 años, mas o menos. Tenía un estudio junto con Óscar de la Mota. Olarte hacía relieves y esculturas y Óscar, diseño gráfico. Como aquello no era lógico (que estuvieran en el estudio juntos), al poco tiempo se separaron, físicamente se entiende, porque siguen siendo buenos amigos, y continúan haciendo proyectos juntos como entonces. Los dos han triunfado en lo suyo.
He estado en el taller de José Antonio infinidad de veces, ahora lo tiene en una antigua fundición logroñesa. Hemos hecho proyectos juntos, unos han llegado a buen fin y otros no, pero lo importante es lo bien que lo hemos pasado colaborando. El más importante de estos fue la escultura ‘Vigía’, que la UAR de la Guardia Civil les regalaron a los príncipes de España en el 2005 con motivo del 25 aniversario de la Unidad y de la bandera que la princesa les entregó como madrina de la Unidad de Acción Rápida de la Guardia Civil.
Años de trabajo, aprendizaje y compromiso con su obra, sobre todo escultórica, le han permitido elaborar pinturas matéricas y esculturas en diferentes formatos y materiales tales como hierro, bronce o madera, realizadas con un lenguaje sobrio y sintético. Entre las obras más significativas se pueden mencionar, por su simbolismo, ‘Naves de Paso’, que hace de puerta oeste de entrada a la ciudad de Logroño. Otra también importante es ‘Sueño de Ícaro’ para la empresa MASA, instalada en una rotonda justo al lado de la factoría. En su estudio también ha impartido docencia.
Según explica el mismo artista sobre esta exposición del Ateneo de Madrid: “Garabatos transformados en hierro que han pasado del gesto inconsciente dibujado en el papel a ocupar el espacio, tal vez aquí como metáfora de los sueños conscientes e inconscientes que en algunas ocasiones se cumplen y se transforman en objetos que nos permiten disfrutar por un momento de las formas, de la fuerza de la materia y que nos devuelven de nuevo al sueño y a la utopía de trabajar haciendo bocetos y debates para encontrar la escultura perfecta, sin aristas, sin ángulos, tal vez con la forma también perfecta de la esfera, la misma esfera en la que juntos realizamos inevitablemente un viaje por el espacio y el tiempo”.
En esta exposición podemos ver obras como ‘Diámetros’, ‘Dilemas’, ‘Garabatos’, ‘Telón de Acero’, ‘Tristes’, ‘Serpiente tomando el sol’ y ‘Topografía de un día gris’, entre otras.
Sin duda alguna, esta magna exposición en el Ateneo de Madrid es fruto y resumen de sus 20 años de trabajo e investigación, muchas veces partiendo de garabatos que hacemos automáticamente cuando hablamos por teléfono o estamos nerviosos con algún proyecto que no termina de cuajar, para que algunos de estos garabatos se transforman en unas verdaderas obras de arte.
Muchas veces le he visto en su estudio-taller trabajar. El proceso, habitualmente, parte de una idea que se transforma en un dibujo, un boceto inicial, realizado de forma sintética. Después realiza una o varias maquetas que sirven para dar forma al dibujo inicial. Las maquetas permiten ver cómo se comporta la pieza y sirven como referencia para desarrollar y realizar la obra a una escala adecuada al espacio que ocupará. Hay otros procesos, sin boceto, sin una idea previa, procesos en los que el trabajo se transforma en un juego. Con el calor como aliado, en la fundición se pueden dibujar en el espacio “garabatos de hierro”.
Marina Pascual lo definió como un “deporartista”, ya que durante algunos años Olarte compatibilizo las carreras de fondo y en pista, con las esculturas y hay cierta similitud en el camino del arte y una carrera de fondo. En ambos casos el secreto para llegar a la meta es no retirarse a pesar de los momentos difíciles.
Una excelente exposición, en la capital del Reino, que sin duda alguna afianzará e implementará la trayectoria de este riojano que, gracias a su buen hacer artístico, ya es internacional.
