La Rioja

El BAR (1×06) | El verso libre de Gonzalo Capellán: “Prepárame un buzo”

El candidato del PP de La Rioja desgrana sus historias más personales

Hijo de Patricio Capellán, alcalde eterno de Haro, el candidato del PP de La Rioja ha vivido siempre la política como algo muy cercano. Estaba en casa. Gonzalo Capellán la siente como un ejercicio “necesario” y “noble”, que ha “mamado” desde su parte más “auténtica como es la política municipal”. Incluso se emociona al recordar una figura que siempre se ha cruzado en su vida cuando tocaba tomar decisiones trascendentales. “Mi padre era un herrero que empezó de aprendiz en el taller de Angulo en Haro levantándose por las mañanas para aprender como se hacían antes los oficios porque él no había podido estudiar. Tenía un origen muy humilde e incluso tenía que barrer la escuela de Don Juan en Haro o hacerle los recados para que le enseñaran a leer”.

Con catorce años montó su propio taller en un patio donde la lluvia no le dejaba trabajar en su fragua. “Un hombre hecho a sí mismo desde la nada”. En el año 83, el PP consideró que era un hombre que hacía muchas iniciativas en el pueblo, como dar chocolate en su barrio, y que podía ser su candidato. Sacó cinco concejales frente a los seis del PSOE, que gobernó en coalición, pero a partir del año 87 se convirtió en alcalde con mayoría absoluta. “Hasta los pocos años de fallecer, en las últimas elecciones, el alcalde que ganó todas las elecciones porque contó con el cariño y el apoyo de su pueblo, que eso es lo importante. Yo he vivido esa política”.

La Rioja podría ser considerada como un conjunto de sus municipios, argumenta Capellán. “Mi padre lo decía muchas veces cuando venía y se enfrentaba aquí con consejeros y consejeras porque no hacían algo o no le daban una ayuda. Les decía que ellos estaban en el Gobierno, pero gracias a los votos que ganaban los alcaldes en los pueblos”. Por eso, el candidato del PP explica en el BAR de NueveCuatroUno que a veces los ciudadanos no ven lo más real de la política. “Lo más profundo y para mí lo más auténtico son todos esos cientos de concejales que se sacrifican por hacer cosas para su pueblo. Lo sabemos ahora cuando vamos a hacer listas para una campaña. Es muy difícil encontrar gente joven que quiera dejar su vida tranquila y cómoda […] aunque creo que también al final el camino merece la pena”.

Lo dice porque en los últimos días, ahora que ha vuelto a recorrer La Rioja como en sus tiempos de consejero (era responsable de Cultura y Turismo), muchos riojanos le reconocen que todavía no le conocen aunque sí recuerdan vivencias con su padre. Las últimas, una mujer en un acto en Cordovín y otra mujer de Santo Domingo en un evento en San Vicente. “Sin pensar en el efecto político que esto podía tener, bajaba todos los jueves como cita ineludible al hospital a ver a personas de Haro que había ingresadas. Ya lo conocían los celadores y demás porque visitaba a todos y cada uno de los enfermos. Esta señora me decía que no se le olvidará nunca cuando fue mi padre a visitar a su madre. Esas son cosas que la gente, cuando estás de verdad sin buscar nada… porque eso lo hacía sin cámaras ni ningún objetivo político. Eso es lo auténtico y eso queda grabado en la gente para siempre. Ese es el modelo de política que yo he mamado y es el modelo política que desde el municipio podemos llevar a toda La Rioja. Porque ese es el de verdad, el que haría que también de alguna manera los ciudadanos se reconcilien con la política”.

Gonzalo Capellán asistió hace unos días al pisado tradicional de la uva en San Asesio | Foto: EFE/Raquel Manzanares

Ostentó su primer cargo político a los 31 años como director general de Cultura del Gobierno de La Rioja (2003-2005), tras recibir la llamada del ya fallecido Luis Alegre. ¿Su aval? El programa ‘La Rioja 2020’ creado en 2002, comisariado entonces por José Arnaéz Vadillo, donde recabó la historia de los primeros veinte años de la comunidad, que más tarde se plasmaría en un libro y una exposición en cuatro sedes de la mano de la Fundación Caja Rioja. “Estuve trabajando muy intensamente con gente, quizá porque venía de fuera, de lo más diverso de todas las que construyeron aquella comunidad”. Entre ellos, según cita en este sexto capítulo del BAR de NueveCuatroUno, Emilio Barco, Jesús Vicente Aguirre, Luis Brox, Alberto Cabezón y Sergio Andrés Cabello. Recuerda de aquella primera etapa haber conocido la “riqueza” y la “variedad” del patrimonio histórico artístico de la región, incluso hacer la ley que le afecta, “que en su caso más dialogamos y pactamos con el Partido Riojano”.

De ahí damos un salto temporal en nuestra hasta una pequeña guerra entre dos presidentes autonómicos en 2011. El PP gozaba de mayoría absoluta en Cantabria (Ignacio Diego) y en La Rioja (Pedro Sanz). Los dos contaban en su equipo con Gonzalo Capellán como consejero de Educación, entonces vicerrectos en la universidad a orillas del Mar Cantábrico. “Creo que hay un paralelo enorme con la decisión que he tomado estos días”. ¿Qué pasó entonces? Primer apunte. “La secuencia realmente no es que me llaman la puerta a la vez”. Tras dejar el Gobierno de La Rioja en 2005 y aprobar unas oposiciones de carácter nacional en Barcelona, Capellán eligió plaza como profesor titular en Santander. Funcionario. Estabilidad. El desarrollo del “campus internacional” le puso en contacto con todos los estamentos de la sociedad cántabra y lo catapultaron también en los ojos de Ignacio Diego.

“Le dije que me parecía un reto y estaba dispuesto a decirle que sí porque había dos proyectos ilusionantes: la creación del Centro Botín de Artes y el Campeonato del Mundo de Regatas”. Entonces, un encuentro entre Ignacio Diego y Pedro Sanz en un Comité Ejecutivo Nacional del PP cambió las cartas de la partida. El presidente riojano llamó a su exdirector general de Cultura para decirle que pensaba que había dejado la política para siempre, pero que en caso de volver, mejor en casa. “Ahí es donde fue un poco el tema del corazón y lo personal. Le dije a Nacho que lo sentía mucho, que era un proyecto ilusionante y agradecía la confianza, pero prefería irme a La Rioja para hacer algo en mi tierra en educación”.

Las carambolas deportivas y estudiantiles

Gonzalo Capellán practicó atletismo en Haro desde muy joven. “La Agrupación Deportiva de Haro era uno de los clubes más potentes con más de cien personas. Yo diría que fue donde me formé junto a mi educación en la familia y en la escuela”. Prontó destacó y logró proclamarse campeón de La Rioja. “Juan Carlos Duarte tenía el récord de los 1.000 metros que hacíamos en escolares con 2’39”, que a mí no se me olvidan las marcas, e hice 2’36””, acudiendo entonces a un campeonato de España en Santiago de Compostela. “Con un récord que duró muchos años”, alardea. Entonces, confiesa el candidato del PP un pequeño pecadillo de juventud. “Yo creo que ya habrá prescrito la penalidad”.

En Haro no había pistas de atletismo y había que correr en el campo viejo de El Mazo hasta que construyeron instalaciones nuevas en Santo Domingo de la Calzada. “En aquella pista solo se entrenaba unas horas y nosotros íbamos y saltábamos la valla. Nos echaba la Policía Municipal, lógicamente, pero es que no teníamos dónde entrenar. Algunas veces íbamos en moto, aunque yo he ido, en aquellos tiempos que se podía hacer, a dedo. Un día incluso me subí a una hormigonera que paró y me preguntó dónde iba. Luego volvías a la hora que podías con quien te bajaba. Así hacíamos la vida de atletismo”.

Sus buenos papeles en los campeonatos nacionales hicieron que la firma deportiva Nike quisiera ficharle para un centro de alto rendimiento en Sant Cugat. “Me ofrecían una beca para progresar a nivel profesional”. Aparece entonces otra vez Patricio Capellán. Siempre como referencia. “Mi padre hizo una pregunta de esas de alguien sin estudios, pero con sabiduría popular. ‘¿Y si va mi hijo y se lesiona? Yo quiero que estudie'”. Ahí acabó el sueño deportivo para Capellán hijo. “Me costó una llorera muy gorda y un mes sin hablarle porque no entendía esa decisión”. El tiempo todo lo cura, aunque ahí queda una espinita clavada para el joven jarrero.

De hecho, le comentó a Óscar Calvé, entrenador de Juan Carlos Traspaderne y miembro de la selección española en los Juegos Olímpicos de Moscú, que quería ir a Barcelona 92. “Le dije que quería entrenar duro, que me entrenara, e ir a una olimpiada. Entonces me preguntó que qué estaba haciendo, le contesté que estudiando en la universidad y me dijo una frase que no se me olvida: ‘Mira, Gonzalo, a nivel profesional, dos podios son imposibles. O estudias o te dedicas plenamente al atletismo y lo intentamos’. Le dije que eso no podía ser”. Y Gonzalo Capellán acabó acudiendo a los Juegos Olímpicos de la ciudad condal, aunque como mero espectador, donde pudo ver a Fermín Cacho explotar en una curva para la historia del atletismo español.

Antes de hablar con Óscar Calvé y tener esa conversación tan trascendente, otro momento vital ya había marcado para siempre la trayectoria de Gonzalo Capellán. Otra vez se cruzan en su camino una charla recordada durante toda la vida y la figura de su padre. A las puertas de la universidad, el entonces joven estudiante jarrero decidió matricularse en Empresariales. “Algo con salidas”. Al ir al instituto Marqués de la Ensenada de Haro a por las notas de la selectividad se encontró con su profesora de Historia del Arte. “Raquel, de Castañares. Nunca me olvidaré de esta mujer”.

Le contó sus planes y juntos hicieron una reflexión. “Me dijo, ‘mira, Gonzalo, si tú estudias Empresariales y eres el número quinientos y hay cuatrocientos puestos, no tendrás trabajo. Si estudias Historia del Arte y eres el número uno, tendrás trabajo. Haz lo que te gusta en la vida. Me convenció tanto y me pareció tan real, tan buena orientación… entonces la coyuntura era subir a decírselo a mi padre, que mi padre era mucho padre. Su obsesión era que estudiara y que tuviera algo. Además, mi hermana había empezado Químicas en Zaragoza y mi hermano estaba estudiando Ingeniero de Caminos”.

“Llego al Ayuntamiento, porque mi padre vivía en el Ayuntamiento, subo y le digo ‘papá, oye, que he pensado que no voy a hacer empresa, que me voy a matricular de historia’. Bueno, bueno, en fin, la bronca que me cayó”. Entonces, bromea el ahora candidato, le salieron a relucir los genes familiares. “Me acuerdo cómo me planté ante mi padre y le dije que él elegía. ‘O me cambio y hago historia, que es lo que me gusta de verdad y quiero estudiar, o mañana prepárame un buzo y me voy contigo al taller a trabajar de herrero'”. El órdago coló por la convicción del pequeño de la familia, que cuando llevó sus primeras notas a casa, con todo matrículas de honor, levantó suspicacias en sus progenitores. “Mi padre le dijo a mi madre que las había falsificado, que no podía ser porque estaría volcado en el atletismo y les intentaba engañar”.

¿Es entonces Gonzalo Capellán un verso libre? “Yo creo que sí, como todo el mundo. No solo en la política sino en todo en la vida. Si quieres tener tu autonomía, tu independencia y poder mostrar tu criterio, tienes que tener una autonomía profesional y tu sustento. Yo soy una persona que en el ámbito profesional creo que he tenido mucha suerte y, con mucho esfuerzo porque nadie me ha regalado nada, tengo una situación profesional consolidada, que me gusta y extraordinaria. Eso hace que puedas marcar tus criterios. Cuando yo he hablado estos días de un compromiso ético y político, es una manera que yo tengo de entender también la vida y la política. No hay que hacer solo las cuestiones desde un punto de vista político, sino que en la vida hay que ir con unos principios. A mí me enseñaron que los principios y tu dignidad está por encima de todo. Y eso soy yo y yo soy así”.

Subir