TRIBUNA

40 años no es nada

Han pasado ya 40 años, ¡nada más y nada menos!, desde que la Ley de creación de nuestra comunidad autónoma fue aprobada por la Cortes Generales. El Estatuto de Autonomía para La Rioja se aprobó un 25 de mayo de 1982, siendo sancionado por el entonces Rey Juan Carlos I el 9 de junio del mismo año, y desde ese momento todo cambió para nuestra tierra. Todo es diferente. Mejor. Mucho mejor.

40 años que han servido para consolidar un anhelo que se ha hecho realidad, y que no es otro que la autonomía para esta tierra. Algo que -de una u otra manera- se venía reclamando desde hace más de dos siglos. 40 años que han supuesto la mayor etapa de desarrollo, progreso y concordia para La Rioja, y por ende para todo nuestro país, dentro del marco legal y de convivencia que ha resultado ser la Constitución Española de 1978.

Un periodo plagado de situaciones y pruebas superadas que han demostrado que el edificio constitucional del Estado español tiene cimientos sólidos y que el modelo de descentralización autonómica es efectivo, solvente y un referente internacional de gestión administrativa.

Gracias a esos 40 años de autonomía, las riojanas y los riojanos nos beneficiamos de la gran ventaja que supone ser una comunidad autónoma uniprovincial, con una capacidad de maniobra y de autogestión que nos colocan al frente de las regiones más desarrolladas y con un mejor nivel de calidad de vida en todo el mundo.

En mi opinión el “Estado Autonómico”, dentro del marco de la Constitución Española de 1978, es el mayor éxito político, social y económico de la historia de España, tanto para nuestra región como para nuestro país.

Por todo ello hoy toca sacar pecho por este logro. Reconocer a la sociedad civil que saliendo de una dictadura supo impulsar y protagonizar una transición pacífica hacia la democracia, y por supuesto a una generación de políticos -de servidores públicos- que supieron transformar ese anhelo social en un modelo de éxito.

La tarea que nos espera de ahora en adelante -las próximas décadas- es proteger este legado de derechos y libertades individuales y colectivas -que es tanto nuestro Estatuto como la propia Constitución- frente a aquellos que desde la demagogia, el totalitarismo y la más burda ignorancia, pretenden a toda costa dinamitarlo.

Subir