A priori, nada podía hacer pensar que la joven pradejonera Sara Blanco terminase trabajando en el circuito de Alcañiz. Lo de la velocidad no iba con su familia desde que uno de sus tíos falleció en un accidente de moto. Era un tema incluso tabú en su casa. Pero Sara lo tuvo claro desde bien pronto: el mundo del motor era lo suyo y hoy con 23 años es la única mujer que vive en el RACE Control de uno de los circuitos más importantes del país.
Desde pequeña sus muñecas se mezclaban con las motos y los coches que pedía cada vez que tenía oportunidad. Leía revistas de motor y poder estudiar el grado medio de Electromecánica en Calahorra fue un acicate para terminar la ESO. «Había asignaturas que se me hacían bola, que no me interesaban lo más mínimo, pero fue una motivación saber que mi meta estaba en estudiar algo que tuviese que ver con el motor», cuenta.
En las clases nunca se cruzó con ninguna chica. «La única profesora que tenía era de inglés, ni una sola compañera en esos dos primeros años», recuerda. Ahí se encontró con los primeros comentarios que no le gustaron. Recuerda que un profesor un día al ver sus uñas le dijo: «Esas manos no son de mecánico». Le molestó, pero como todos los comentarios machistas que se ha encontrado desde entonces le hizo empujar con más fuerza hacia su sueño. «Hay que ser mentalmente fuerte porque sabes que te vas a encontrar con esta serie de comentarios alguna vez», asegura. A pesar de eso la relación con sus compañeros siempre fue excelente.
Tras estudiar en Calahorra decidió seguir con su formación en Aragón y un día, junto a unos compañeros, decidió probar en el circuito de Alcañiz. Entraron de verificadores, pero en seguida se fijaron en la forma de trabajar de Sara. «Me llamaron de Recursos Humanos y me preguntaron si me quería quedar con ellos: ni me lo pensé». Desde entonces hace ya tres años.
En un mundo en el que el papel de la mujer en la mayoría de las ocasiones está cosificado, como en el caso de las paragüeras, Sara trabaja de tú a tú con sus compañeros. «Esa machistada no depende de los circuitos, sino de los campeonatos. A mi siempre me ha parecido una aberración. Imagínate aquí en Alcañiz, en marzo y lloviendo, y las pobres chicas ahí empapadas hasta los huesos». Ahora, con el tema del COVID, se ha restringido mucho la gente que puede estar en las ‘poles’; espero que se hayan dado cuenta de que no es necesario», desea.
Le encantaría mancharse las manos ,pero su trabajo ahora está en otros puestos: en el minuto a minuto, en los límites de pista verificando coches y motos, la tramitación de permisos, seguros… «Aquí hacemos todo lo que está detrás de una carrera», cuenta. Aún así siempre hay sorpresas al verla en primera fila de los circuitos. «A la gente le sorprende y a veces tienes que escuchar comentarios desagradables; duele porque estoy sacrificando mi vida, dedicando mi juventud al trabajo para luego tener que escuchar lo típico de quien será su novio para estar aquí», y aseguran que eso la hace aún más fuerte para seguir buscando su camino: «Creo que si persigues tu sueño de verdad y haces lo que realmente te gusta, da igual que seas chico o chica, puedes tener las mismas oportunidades».
A veces, echa de menos tener alguna compañera en el trabajo. “Hay muchas chicas en administración, en redes sociales, pero tener una compañera al lado no estaría mal”. Pero su futuro no se detiene en Alcañiz: «Sé que va a ser complicado pero mi sueño es ser directora de carrera de Fórmula 1, viajar por todo el mundo haciendo carreras”. Seguro que nadie la para.
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