TRIBUNA

‘1822-2022. El bicentenario de la Provincia de Logroño’

Inmersa España en el liberalismo reformador del trienio (1820-1823), una de las propuestas de más renombre de dicho período fue la reforma administrativa y división del territorio patrio; dicho de otro modo, la creación y oficialización de las provincias.

El 27 de enero de 1822 tomaba cuerpo y forma el Real Decreto que sancionaría el monarca Fernando VII, el cual se venía debatiendo desde el mes de octubre de 1821, un proyecto que fue encargado a los técnicos Felipe Bauzá y José Agustín de Larramendi. La pretensión inicial de este proyecto era que esta división alcanzara a todo el país, sin excepciones, y fuera la trama única para las actividades administrativas, gubernativas, judiciales y económicas, según criterios de igualdad jurídica, unidad y eficacia.

No fue el primer intento de división provincial. Con la Constitución de Cádiz de 1812, las Cortes acceden a crear 32 provincias, según el nomenclátor de Floridablanca, con algunas correcciones. Pero, además, en 1813 encargan una nueva división provincial al propio Felipe Bauzá, que determina 36 provincias. Finalmente el proyecto se fue al traste, el regreso de Fernando VII supuso la vuelta al Antiguo Régimen, quedando España en 1817 dividida en 29 intendencias y 13 consulados.

Estela de la Real Sociedad de la Rioja Castellana en Torremontalbo. 1794.

Mientras tanto, el proceso de “consecución” de una provincia propia para La Rioja siguió su curso hasta la oficialidad definitiva de 1822. El territorio riojano y sus municipios hasta entonces estaban bajo dependencia de las provincias vecinas, siendo Burgos y Soria principalmente a donde todos los munícipes, contribuyentes y administrados debían de rendir cuentas con los debidos inconvenientes que suponía la distancia respecto a estos centros de decisión.

Martín Fernández de Navarrete.

La reivindicación provincial arranca en la segunda mitad del siglo XVIII, siendo su estandarte y acicate definitivo la creación de la Real Sociedad Económica de La Rioja en 1784, una más de las asociaciones de ‘Amigos del país’, creadas al son de los ideales de la ilustración y que fue canalizadora de las ideas y pretensiones de sus asociados, en sus orígenes con intencionalidad económica (construir puentes, carreteras y acondicionar infraestructuras para dar salida a los productos regionales, especialmente el vino), para luego derivar en la reivindicación política (la exigencia de una provincia propia).

Fueron numerosos los hitos y personajes relevantes en el camino del provincialismo riojano desde finales del s. XVIII, con múltiples reuniones de los interesados, al principio copado por los principales “magnates” del entonces, para luego cobrar mayor relevancia los propios municipios. En la albores de nuestra historia como provincia siempre deberán ser recordadas las reuniones en Fuenmayor (1784), Cidamón (1791), Villanueva de Cameros (1811), Santa Coloma (1812), Torremontalbo (1820)… o los nombres de grandes propulsores de la idea de “unión económica” primero y la secesión provincial después, como Francisco Tobía y Ubago, Miguel Manso de Zúñiga, Martín Fernández de Navarrete, Juan Antonio Llorente…

Juan Antonio Llorente.

Posiblemente en esta ‘carrera’ el hecho más destacado y que más rememoramos hoy en día es la ‘Convención de Santa Coloma’, pero cada uno de los actos y hechos que se sucedieron durante aproximadamente medio siglo hasta conseguir la circunscripción riojana propia merecen ser puestos en alza. No fue fácil, porque al igual que ocurre ahora con muchas reivindicaciones en tantos campos de la vida, los derechos no se conceden, se conquistan; y esto mismo le ocurrió a aquellos riojanos que durante buena parte de las últimas décadas del s. XVIII y primeras décadas del s. XIX se pusieron manos a la obra para que nuestra provincia y a la postre comunidad en el siglo XX fueran un hecho.

Casa palacio de los Zúñiga, en Torremontalbo.

Con todo ello, llegamos a 1822, donde a través de ese Real Decreto “surge” nuestra Rioja rebautizada como ‘provincia de Logroño’, mismo proceder en la definición se utilizó con el resto de provincias de la España de entonces, en total 52, nombrándolas por el nombre de sus respectivas capitales.

Pero para nuestra tierra no fue tan curioso el nombre, sino la descripción minuciosa de las partes que componían nuestro territorio, una extensión basada en todos los informes y dictámenes de 1821, entre los más famosos el de Felipe Bauzá, los cuales introducían en Rioja (y decimos Rioja porque era tal y como la nombraban), la tierra de la Sonsierra, los pueblos del Tirón con Belorado y la Riojilla, los pueblos del alto Cidacos, Alhama, Linares y Queiles, y además y de forma expresa se incluía Viana. Es decir, un total aproximado de 430 poblaciones con cerca de 172.000 habitantes según las estimaciones de esos informes.

Ermita de los Nogales. Villanueva de Cameros.

¿Qué sucedió pues para que esa Rioja se difuminase? ¿Por qué no existe esa Rioja tal y como se describió en ese Real Decreto?. La respuesta en la historia la encontramos en otro Real Decreto de octubre de 1823 firmado por el mismo Fernando VII y que significaba la supresión de la nueva provincia riojana y el retorno a las antiguas provincias de Burgos, Soria, Álava, Navarra y Aragón de todos los pueblos de esa Rioja de 1822.

Portada del nuevo libro de Francisco Bermejo.

La Rioja no volvió a ser lo que era, en la siguiente división provincial de 1833, teniendo como máximo artífice a Don Francisco Javier de Burgos, Ministro de Fomento, se restableció nuestra provincia, pero con los límites prácticamente que hoy en día conocemos. ¿Qué pudo suceder para tan semejante recorte? Avatares de la historia y de la política, de la política y de la historia, que Álava y Navarra esgrimiesen apuradamente la idea de que la división provincial se tenía que realizar aludiendo a conceptos históricos (la partición en provincias según la antigua división en reinos de España y no por naturalidad geográfica) parece que fue el hecho decisivo para establecer los nuevos límites.

En definitiva, al margen del debate histórico-político, el proceso de creación de la provincia de La Rioja (Logroño a tal efecto) fue y sigue siendo un hecho definitivo de la afirmación de nuestra identidad riojana, es pura base constitutiva de nuestra idiosincrasia y es prueba irrefutable de que ya desde el siglo XVIII el pueblo riojano sentía la necesidad de constituirse como ente unitario y organizado. Por ello, se hace necesario que los historiadores e investigadores atiendan a este hecho tan relevante y fruto de ello, Francisco Bermejo presenta a la par que la efeméride, el arduo y laborioso trabajo que durante toda su carrera ha venido realizando investigando el provincialismo riojano, quedando plasmado en libro: “Nace la provincia de Logroño. Bicentenario’.

Los Límites de la Provincia de Logroño según el Real Decreto 27 de Enero de 1822

Confina por el Norte y Noreste con las provincias de Vitoria y Pamplona; por el Este con la de Zaragoza; por el Sur y Suroeste con las de Soria y Burgos, y por el Noroeste con la de Burgos. Su límite meridional empieza entre el origen de los ríos Neila y Pedroso, y las lagunas de Campiña y Zumbel por los montes de Urbión, origen del Duero y por la Laguna Negra: continúa desde aquí al Oeste de Montenegro por las sierras de Freguela, Cebollera y puerto de Piqueras, desde donde siguiendo siempre la divisoria de aguas, corre al límite como al Sureste por entre Adobero y los Santos, por la cumbre de la Gargantilla entre la Ventosa y Castellanos, y por la sierra de Alba a la de Oncala.

De aquí toma la dirección al Este, pasando por el Norte de  Fuentes, San Pedro Manrique y Sarnago a buscar la sierra de Alcarama. Atraviesa el río Alhama un poco al Norte de Cigudosa, pasa por Monegro, y corta al río Añamaza cerca de la confluencia de dos ramales que forman una isla, y termina en el límite antiguo de Aragón al Oeste de San Martín. El occidental empieza en el origen del Neila, atraviesa por el Este de Huerta de arriba y Oeste de Canales, hasta encontrar el origen del Najerilla, desde cuyo punto continúa por el puerto de la Demanda a encontrar el origen del río Tirón, cuya derecha sigue hasta Belorado, y pasando por el Este de este pueblo, Loranquillo, Quintanilla de San García, Valluercanes y Vallartilla, va a encontrar las lomas que vierten al Tirón, hasta que en Pancorbo encuentra los montes Ovarenes, y por ellos sigue hasta terminar al Sur de nuestra Señora de Herrera.

El límite septentrional es la orilla derecha del Ebro desde el Oeste de Tudela hasta el cerro de Cantabria, desde cuyo punto, separándose de dicho río, sigue por el Este de Viana, que queda en esta provincia, y va por el Este de Moreda y Oeste de Aguilar a buscar la elevada cordillera de las montañas conocidas con el nombre de Sonsierra por el puerto de Cebrero, de Portillo, de la Población, puertos nuevos de Bernedo, la Guardia y Enderrecilla, por los altos de Montoria, sierra de Toloño hasta el punto en que la corta el Ebro en nuestra Señora de Herrera. Su límite oriental es el antiguo con Aragón desde las inmediaciones de San Martín el Queiles, cerca de Monteagudo, y separándose de este río pasa por el Oeste de Monteagudo, Cascante y Marchante, atraviesa el río de las Minas, y concluye con el Ebro al Oeste de Tudela.

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