La Rioja

El Rioja que viene con el cambio climático: graciano frente a tempranillo

Las alarmas se encendieron hace mucho tiempo con el calentamiento global. Ciudades que podrían cambiar para siempre con el aumento del nivel del mar, fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes y una modificación del clima en casi todo el planeta. ¿El sur de Reino Unido podría ser la nueva Andalucía? Algo así. El último gran informe de situación del IPCC (panel de expertos vinculado a la ONU), señala que la humanidad es la gran culpable del cambio climático e indica que sus consecuencias, en algunos casos, ya son “irreversibles”.

¿Cómo afecta esto a La Rioja y el Rioja? Además de poder sufrir olas de calor o lluvias torrenciales con mayor frecuencia, la región aumentaría su temperatura entre 0,8 y un grado más hasta 2050, lo que repercutiría de forma directa en el viñedo. Los expertos y científicos riojanos llevan años avisando. Por suerte, aunque la sequía sea cada vez más evidente en la comunidad (julio y agosto apenas han visto la lluvia), no han predicado en el desierto y el sector sabe que deberá adaptarse.

La doctora en Ciencias Agrarias y Alimentarias por la Universidad de La Rioja, María Paz Diago, explica que los agricultores riojanos deberán contratar un mayor número de seguros agrarios y realizar un mejor manejo de los sistemas de riego (cada vez más habituales), así como plantar viñedos en terrenos de mayor altitud para captar las temperaturas más frescas y variedades de uva más adaptadas a los cambios de temperatura.

Esta última opción es la que han investigado recientemente María Concepción Ramos (Universidad de Lleida) y Fernando Martínez de Toda (Universidad de La Rioja): el graciano frente al tempranillo en Rioja. Las características del primer tipo de uva en cuanto a azúcares, acidez, antocianos y retraso en la fenología podrían hacer de esta variedad una candidata óptima para la zona ante el incremento de la temperatura.

En un artículo publicado en OENO, ambos confirman el retraso fenológico del graciano frente al tempranillo y entre mayores y menores altitudes, así como las diferencias en su repuesta en años con condiciones climáticas extremas que se han registrado en la última década.

“La composición de la uva, en azúcares, acidez y antocianos, y el menor desacoplamiento entre antocianos y azúcares que sufre con el aumento de la temperatura en todas las zonas analizadas, muestran la potencialidad de la variedad graciano como variedad autóctona que puede aportar beneficios significativos en escenarios más cálidos, lo que sugiere que, bajo la perspectiva del cambio climático, podría ser interesante aumentar la superficie plantada con esta variedad para el futuro vitivinícola de la DOCa Rioja”, concluye el estudio.

Además, Martínez de Toda ha realizado otro estudio en el que demuestra que el cambio climático podría permitir producir dos cosechas al año, con 40-50 días de diferencia en las fechas de maduración y vendimia. La composición de la uva de la segunda cosecha sería totalmente distinta y claramente superior a la de la primera.

Fernando Martínez de Toda (Universidad de La Rioja)

“Mediante una adecuada ejecución de la técnica de forzado de yemas en las variedades garnacha, tempranillo y maturana tinta es posible obtener una segunda cosecha de los brotes forzados, que se suma a la primera cosecha de los pámpanos principales. La segunda cosecha representa alrededor del treinta por ciento de la cosecha primaria, lo que supone alrededor de un kilogramo por cepa. En relación con el control no forzado, la cosecha primaria madura unos trece días más tarde y la cosecha secundaria unos 40-50 días más tarde”, señala.

La segunda cosecha produciría racimos y bayas más pequeños con pH más bajo, mayor acidez, ácidos málico y tartárico más altos y antocianos mucho más altos en comparación con la cosecha primaria.

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