Quince vértebras articuladas del cuello y de la espalda de un dinosaurio que mediría entre veinticinco y treinta metros de longitud, con una antigüedad de unos 145 millones de años. Son algunas de las cifras del último descubrimiento paleontológico en la provincia de Teruel. En él han participado investigadores del grupo Aragosaurus – IUCA (Universidad de Zaragoza) y del ICP (Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont). El esqueleto encontrado mide más de cinco metros, con al menos quince vértebras articuladas del cuello y de la espalda pertenecientes a dicho animal prehistórico, que se cataloga dentro de una nueva especie sin describir.
Las vértebras tienen una dimensión de más de treinta centímetros de largo y, a falta de su restauración, se estima que podrían tener unas dimensiones cercanas a un metro de altura cada una de ellas. Se trataría de un dinosaurio que bien podría alcanzar una longitud superior a los 25 metros y, posiblemente, sea uno de los más grandes a nivel europeo.
Uno de estos investigadores es el rinconero Eduardo Medrano. Licenciado y máster en Geología por la Universidad de Zaragoza, el joven se encuentra ahora en plena elaboración de su tesis doctoral dedicada a los vertebrados fósiles y a la vez ha participado en los hallazgos de Camarillas en Teruel. «Normalmente unos y otros nos vamos echando una mano en las excavaciones que tenemos entre manos y yo colaboré en la de Diego Castenera», cuenta.
Este yacimiento se descubrió hace años. «Un pastor de la zona avisó a Patrimonio del Gobierno de Aragón de la existencia de una zona con muchos huesos y entonces Patrimonio se puso en contacto con la universidad», explica. Los trabajos comenzaron en 2017 y el primer año ya se encontró un húmero de casi dos metros. Esta vez, el hallazgo ha sido aún mayor.
Proceso de extracción de los huesos
La extracción de los restos tuvo una gran dificultad técnica puesto que, en primer lugar, tras la excavación y protección con yeso de las vértebras, los profesionales tuvieron que separarla en dos partes para evitar que la estructura tuviera demasiado peso y facilitar su manejo y extracción. «La parte mayor pesaba más de 2.000 kilos y la menor rondaría los 1.500 kilos seguro», cuenta Eduardo, quien reconoce haber aprendido mucho en este yacimiento.
«Ha habido que trabajar con máquinas que no son muy habituales en nuestro trabajo como excavadoras, martillos percutores y radiales». Posteriormente, realizaron una estructura de hierro para montar una caja de cartón que fue rellenada de poliuretano expansible.
Las dos estructuras fueron retiradas del yacimiento y transportadas a Camarillas, donde permanecen en un local cedido por el ayuntamiento guardadas para su restauración y su posterior estudio científico. «Ahora queda un trabajo complicado que es buscar financiación para restaurar lo que hemos encontrado, retirar la roca que va adosada a los huesos y así empezar a investigar».
De momento se intuye que se trata de la columna de un dinosaurio del inicio de cretácico. «De esos de cuellos y colas largas que vemos en las películas», dice Eduardo. «Se encuentra en una postura de rigor mortis esa curvatura habitual en el cuello en la muerte de los dinosaurios. Aún hay que estudiar mucho, pero todo hace evidenciar que se trata de una especie que no conocíamos hasta ahora. Esto nos puede hacer conocer muchas más cosas de esa época».
Con la magnífica noticia a sus espaldas, en agosto Eduardo dirigirá su propia excavación en Alacón (Teruel).
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