El Logroñés ha vuelto a competir, pero ha dejado escapar los tres puntos en El Toralín al desperdiciar una ventaja de (0-2) frente a la Ponferradina. Con el resultado final de 2-2, el partido de los blanquirrojos ha sido de sobresaliente si suprimimos el último cuarto de hora y de notable bajo si lo incluimos.
Miño (5). No ha podido hacer nada para evitar los dos goles, pero le han metido dos goles. El resto del partido ha vivido tranquilo preparando su próximo viaje en su furgoneta molona.
Medina (5). Ocupa el lateral derecho porque no hay otro. Correcto atrás. Sin fantasías ofensivas.
Iago López (8). Reconvertido en central ante las necesidades defensivas del equipo, está cumpliendo con honores y llega al corte con más intensidad que Ayuso a las elecciones madrileñas.
Álex Pérez (5). Debería comandar una defensa que no comanda, pese a no haber cometido errores flagrantes. A punto ha estado de cometer penalti en el tiempo añadido, pero el colegiado Moreno Aragón (inexplicablemente) ha revisado la jugada en el VAR y ha dicho que «sigan, sigan».
Bobadilla (7). El Piqué del Najerilla. Superado por la categoría, sus poco ortodoxas formas le sirven para sobreponerse a la situación y echar el candado a la puerta ante un ataque que este martes contaba con Yuri, Valcarce y Kaxe. Casi marca el gol de la victoria sobre la bocina con un certero cabezazo.
Iñaki (10). El Mesías de Calahorra. El Dios blanquirrojo al que encomendarse para lograr cualquier tipo de salvación: humana, deportiva, eclesiástica… dos goles e incontables centros con peligro.
Petcoff (8). Asistencia mágica a Iñaki para el 2-2 al primer toque. «Ché, qué bueno que viniste Damián Ezequiel». Amo y señor del centro del campo para que allí sólo se hable con acento argentino y se baile al ritmo del tango.
Andy (6). El ladrón de guante blanco ha vuelto a sus escarceos con lo ajeno, aunque todavía prepara su mejor golpe. Vuelve a ser ese centrocampista de cuyo ritmo depende el ritmo del equipo, aunque ha pecado de cierta imprecisión en algunas fases del partido. Su peinado sigue intacto.
Paulino (6). No sólo de regatear puede vivir la estrella de los cabellos dorados y, pese a su implicación también en tareas no tan gratas como brillar escapando de contrarios, una mayor contundencia suya (léase falta) habría bastado para frenar la jugada del 1-2. Su demonio ofensivo debe convertirse en un demonio total. El fútbol lo lleva dentro.
Olaetxea (8). Las críticas sobre su rendimiento son aurreskus que le hacen aflorar su euskofútbol. Asistencia este martes a Iñaki en el 0-1 y robo el pasado sábado para iniciar la jugada del gol ante el Zaragoza. Ha dicho «agur» en el minuto 68.
Nano Mesa (7). El delantero de San Cristóbal de la Laguna lleva el fútbol en su cuerpo tatuado. Todos sus movimientos aportan al equipo cuando no tiene el balón y siempre que tiene el esférico en los pies genera peligro.
Suplentes
Jaime Sierra (-). Ha entrado el minuto 70 por Lander Olaetxea y en el minuto 80 se ha retirado lesionado.
Gorka (0). Ha entrado en el minuto 80 por Jaime Sierra y en el 83 ha provocado un penalti. Con el reglamento en la mano, como bien dice Enrique Ballester, el balón daría en el reglamento y no sería penalti.
Roni (5). Diez minutos sobre el campo para constatar que Roni no es Nano Mesa, pero que sabe picar piedra para intentar sacar petróleo.
Rubén Martínez (7). Un minuto sobre el campo para lograr enganchar una volea que José Antonio Caro ha desbaratado de forma magistral. Pudo ser el 2-3, pero el expreso de Mahón deberá esperar en la estación a que le autoricen su salida con destino al gol.
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