La Rioja

“Es posible que La Rioja más rural esté abandonada, pero no vaciada”

Que la pandemia ha incentivado la subida en las listas censales de muchos municipios es una realidad, tal como refleja el Instituto Nacional de Estadística. En La Rioja sobre todo crecen en población las cabeceras de comarca, junto a Lardero y Villamediana de Iregua (a considerar a la capital), pero si ponemos el foco en el medio rural, el crecimiento también es palpable.

Destaca Sojuela como la localidad que más ha crecido en el último año, una subida mayormente motivada por la urbanización Moncalvillo Green del campo de golf. Su alcalde, Tomás Corral, habla de un crecimiento del 25 por ciento en el último año, “pasando de unos 400 personas censadas en diciembre de 2019 a cerca de 500 en diciembre de 2020”, aunque las cifras del INE cuantifican la subida en un 10 por ciento, pasando de 313 a 347.

Pero lo cierto es que en los últimos años Sojuela ha visto crecer de forma exponencial su población. “Nuestro punto fuerte es sin duda la urbanización, con viviendas a un precio asequible, zonas ajardinadas y todavía muchas de ellas vacías”, señala el primer edil, “sin olvidar la infinidad de senderos que discurren por la sierra de Moncalvillo y con el centro neurálgico de la comunidad a escasos diez minutos en coche”.

En concreto, de las cerca de 700 casas construidas, 580 se están utilizando en la actualidad. “Pero allí vive mucha gente que usa estas viviendas como segundas residencias y no está empadronada aquí. Lo que sí sabemos es que durante el verano la urbanización pudo albergar a más de un millar de personas por la cantidad de agua consumida”.

Corral asegura que la venta y alquiler de estas viviendas de la urbanización se ha disparado también en el último año “por esto de la pandemia, ya que la gente ahora parece que se está descentralizando de la capital y prefiere ir a Logroño solo para trabajar y luego regresar aquí, a una zona tranquila”. Una tendencia que, asegura, se incrementará en los próximos tiempos.

Si nos desplazamos al casco urbano de Sojuela, el alcalde tantea que habrá algo más de un centenar de personas censadas: “Ofrecemos todos los servicios por igual a nuestros vecinos sean empadronados o no, pero nos gustaría ser más en el pueblo para poder optar a mayor cantidad de recursos y fondos”.

El punto extra que da tener una urbanización en el término municipal también se lo lleva también Cirueña, en la comarca de Santo Domingo de la Calzada, que comparte con Sojuela esas primera posiciones en la escala de pueblos que más crecen respecto al año anterior. Aunque el INE cifra el dato total de empadronados en 168 (15 más que hace un año), el alcalde del municipio, Pedro Cañas dispara la cifra hasta casi los 200 (“ayer justo se empadronó otra persona”).

Recalca que en los dos últimos años el número de vecinos ha podido crecer en 40 más, “la mayoría residentes en la Urbanización Golf Rioja Alta que también provienen del País Vasco, así como otros tantos que se han hecho con viviendas del municipio”. En este pueblo cuya principal actividad económica es la agricultura, Cañas remarca que “lo que mueve a asentarse en él es la tranquilidad que ofrece con numerosos recursos naturales a escasa distancia y confía en la pandemia como el móvil “revitalizador de los entornos rurales”.

El nuevo frontón del municipio ya está en construcción, mientras que el alcalde no descarta incorporar un colegio en el municipio “porque cada vez son más las familias que llegan a Cirueña”. El hartazgo social hacia las urbes ha culminado con una huida al medio rural que cada vez se vuelve más acusada.

Coworking en Camprovín

En las faldas de la Sierra de Moncalvillo, Camprovín se erige como núcleo rural cultural y dinamizador gracias a sus continuas iniciativas por mantener vivo el pueblo, uno que se coloca en tercera posición respecto a los municipios riojanos que más crecen en el último años. Arturo Villar, alcalde de la localidad, señala que el censo actual de Camprovín se sitúa en 182 vecinos (aunque el INE lo coloca en 168), cerca de un 21 por ciento más que hace dos años.

Arturo Villar, alcalde de Camprovín.

Una tendencia creciente que, considera, “se está empezando a notar ahora, no durante la pandemia”. Villar tiene claro por qué su pueblo es elegido como espacio de residencia: “Aquí llevamos ya cuatro años poniendo en marcha políticas municipales que sirvan de enganche a futuros vecinos, como nuestro salón social destinado a un espacio de ‘coworking’ o teletrabajo en una vieja bodega en ruinas recuperada”.

Además, una vivienda municipal sirve como periodo de adaptación a los nuevos residentes que quieren probar suerte en el municipio. “Antes ya acogimos aquí a siete personas que se han quedado a vivir en Camprovín y ahora hay tres más. Lo que hemos conseguido hasta ahora ha sido con el apoyo municipal, así que a partir de ahora solo esperamos que llegue otro tipo de apoyo desde el resto de instituciones”, apunta Villar.

“La Rioja más rural es posible que esté abandonada, pero no vaciada, porque aquí hay mucha vida y posibilidades”, incide el alcalde, al tiempo que añade que “hace falta una interrelación entre lo urbano y lo rural, no una ruptura como había hasta ahora”. La descentralización en La Rioja se está viendo como una “solución a este momento de pandemia que no se puede dejar escapar para sacar partido a la infinidad de recursos naturales y económicos que existen en estos espacios”.

Villar asegura que Camprovín ya aparece en el mapa gracias a la implicación ciudadana, “con su escuela viva y sus nueve alumnos, su fibra óptica y wifi en gran parte del casco urbano que hacen factible el teletrabajo”. Pero siempre falta más. “Sobre todo tenemos carencia de vivienda y transporte rural, elementos fundamentales para seguir atrayendo gente al municipio para vivir”.

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