Firmas

Tinta y tinto: ‘Los mejores trabajos’

Toma de posesión del nuevo consejero: José Ángel Lacalzada, Concha Andreu, Raquel Romero y Eva Hita

Si focalizáramos todo nuestro talento en tareas productivas acordes a nuestras capacidades, España sería la primera potencia mundial en prácticamente todos los ámbitos. Vale que el deseo es algo así como desear la paz mundial, hallar vida en otros planetas o la ausencia de resaca después de una francachela. A menudo, leyendo Twitter, detectas una cantidad ingente de energía destinada no se sabe muy bien a qué. Por eso es mi red preferida. En ella reside lo mejor y lo peor de nuestra sociedad. Lo mismo sirve para el apaleamiento sin sentido de cualquier persona (sobre todo del ámbito público) como para un máster rápido de cualquier materia o para el simple divertimento. La ironía y el humor como parte del día a día.

En esta última parte, desde hace un tiempo, Enrique Ballester (@eballester) se ha erigido como un profeta en el desierto tuitero. El mesías de los 280 caracteres. El rey del “reglamento en la mano”. Cada mensaje suyo en esta red social es ese magnífico talento desperdiciado en una ventana al mundo que bien podría servir para hacer camisetas con las mismas frases. En vez de darle al botón de “enviar”, plasmarlas en 100% algodón para un e-commerce. Incluso un market place. Lo importante es meter palabras en inglés a todo aquello que consideramos nuevo, pero que no es otra cosa que lo de siempre adaptado a los nuevos tiempos. Estas camisetas, decía, serían las más vendidas. O eso pienso yo, aunque posiblemente esté equivocado.

La exageración y la metáfora son las mejores herramientas para evadirnos de la realidad. Transformar la vida en letras para plasmarlas en el folio en blanco a base de estrambóticas situaciones que sólo pasan en nuestra cabeza y delante de nuestras narices si sabemos apreciarlas. Por ejemplo, el bueno de Enrique calculaba ayer mismo que se le van a juntar las celebraciones del final de la pandemia con la crisis de los 40. “Todo apunta al desastre, al ridículo y al divorcio”. ¿Acaso no lo habías pensado recientemente? Dentro de ese extremismo realista que siempre recoge Ballester, el otro día me quedé con una frase a la que no paro de dar vueltas. Me ha envuelto sin querer en una crisis existencial de la que no sé salir.

Lapidaria. Rotunda. Certera. “Esas personas que trabajan pero no sabes muy bien de qué trabajan. Esas personas tienen los mejores trabajos”. Joder. Es cierto. Absolutamente cierto. De hecho, le preguntas a esa persona a qué se dedica, te lo explica y crees que lo has entendido. Diez segundos más tarde, ni puta idea de a qué se dedica. Y así toda la vida. Alguna vez he pensado que esas personas, en realidad, llevan una doble vida. Por tanto, sólo pueden trabajar en algún puesto importante del CNI o en actividades delictivas (sicarios, narcotraficantes, secuestradores, ladrones…). Una rutina al margen de la ley que exige un guión indescifrable, pero perfectamente preparado para que no pueda ser desmontado en la primera conversación de bar.

Me pasa, por ejemplo, con Teresa. Sólo conozco su nombre, que es “hija de la Reyes” y que en el Parlamento se sienta en la bancada enfrente de la prensa. “Algo tiene que ver con Ciudadanos”. El otro día trajo un libro de Jabois y otro de Gistau al antiguo Convento de La Merced. Los había conseguido de contrabando en una papelería mientras el fascismo se apoderaba del Pleno y un diputado para los que supuestamente trabaja discutía con nuestra consejera más particular. “Me he tomado un café en la máquina junto a los baños antes de que haya gresca porque me da miedo acercarme luego, ya sabes”, me dijo. Y nada más, que empezaba la sesión de la tarde con emociones tan fuertes como el PP aplaudiendo a Henar Moreno (IU) por la mejor bronca del año a nuestra consejera más particular.

Y sin parar de darle vueltas a esa frase de Enrique Ballester, me he dado cuenta esta semana de que tampoco sé a qué se va a dedicar José Ignacio Castresana. El hombre ha dejado de ser consejero de Desarrollo Autonómico (se rumoreaba con esta posibilidad desde el otoño) para convertirse en delegado de la Presidencia para el Plan de Transformación. Con ello pretende llevar a La Rioja a 2040 en 2026 gracias a los fondos europeos. Un viaje en el tiempo con el dinero de Bruselas, cuatro proyectos y uno de esos “mejores trabajos” porque “no sabes muy bien de qué trabaja”. Lo explicó durante casi tres cuartos de horas en La Fombera y ahí seguimos, intentando descifrar de qué se trata. Esperemos saberlo pronto.

Su salida del Consejo de Gobierno ha provocado la llegada de José Ángel Lacalzada, un político de esos aburridos en el sentido político de la palabra porque sí sabemos a qué se dedicaba (los tributos y la Alcaldía de Murillo) y a qué se dedicará (Desarrollo Autonómico). Y no ha habido más cambios. Pese a la tensión creada en torno a nuestra consejera más particular, el Parlamento no ha aprobado su reprobación y mantiene su puesto en el Ejecutivo presidido por Concha Andreu. Al menos, gracias a nuestras reflexiones, ya tenemos algo claro. La Consejería de Igualdad, Participación y Agenda 2030 es el mejor sitio del Gobierno. Si no sabes muy bien a qué se dedica, tiene el mejor trabajo a razón de 72.000 euros anuales.

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