Piedras y más piedras. Para muchos eso es el patrimonio, pero para algunos significa recuerdos, vivencias, historias, amores, aventuras, decepciones… Y cuando esas piedras caen, muchas de esas reminiscencias se van con ellas.
Hace apenas una semana cayó un símbolo. El Puente Mantible de El Cortijo perdía uno de sus arcos y con él siglos de historia. Desolación e impotencia, eso sintió Francis Quintana, escritor y vecino del barrio, cuando volvió a mirar el puente que tantas veces había admirado.
“Mi tía era maestra de El Cortijo, y mis hermanos, primos y yo nos hemos criado allí. Mi infancia, adolescencia y parte de mi vida la he vivido ahí. El Puente era nuestro lugar de referencia no solo para nosotros, sino para todo el pueblo. Era increíble pasear por el entorno, almorzar, bañarse en el río aunque bajara bravo…”.
Quintana no ha dejado pasar la ocasión de devolver todo lo que le debía al lugar y, junto con la empresa riojana La Cueva Estudio, ha llevado a cabo su pequeño homenaje a los vecinos de El Cortijo a través de un epitafio visual al Puente. “Nada más conocer la noticia supe que debía hacerlo”.
Un trabajo movido por la melancolía que supone “una pérdida tan grande y por la rabia de saber que las administraciones, sean del color que sean, han sido incapaces de mover un dedo por salvarlo. Este puente ha aguantado crecidas del río, el paso del tiempo, pero sus piedras se han cansado de esperar la mano del hombre”.
