Crisis del Coronavirus

Crisis de las funerarias: la facturación cae por los gastos extra y las restricciones

No ha habido empresa ni sector que no haya quedado “tocado o muy tocado” desde que la pandemia del COVID-19 hiciera su aparición. Y, paradójicamente, y aunque parezca mentira, uno de los más perjudicados ha sido el de los servicios funerarios. Atrás queda la idea de que este sector nunca afronta crisis, y mucho menos cuando la mortalidad se ha disparado de un año a otro.

Según la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF), la caída de la facturación del sector entre marzo y septiembre ha sido del 50 por ciento respecto al mismo período del año pasado, lo que equivale a pérdidas por valor de 400 millones de euros. El aumento de los gastos extras dados por las circunstancias y las limitaciones sanitarias han debilitado al sector.

“Es difícil entender esto teniendo en cuenta que los fallecimientos se han multiplicado, pero, si un servicio funerario normal tiene sus diez tipos de subservicios (funeral, velatorio, flores, esquelas, acompañamiento,…), ahora con las restricciones está todo mucho más limitado”, explica Jerónimo Miguel, gerente del Grupo Mémora La Rioja.

Jerónimo Miguel, gerente de Mémora Pastrana.

En estos últimos meses el servicio se ha convertido en algo mucho más básico: recoger a la persona, prepararla y llevarla hasta su destino final. Además, las rentabilidades han bajado mucho, ya que “el gasto que hemos hecho en EPI o actuaciones de prevención y desinfección para nuestros empleados ha aumentado bastante. Es más, en nuestras instalaciones hemos llevado a cabo un refuerzo de personal para medir temperatura, controlar aforos, etc.”.

Diferencias entre la primera y segunda ola

Jerónimo Miguel señala que las cifras de fallecidos estos últimos meses “nada tienen que ver con las de la primera ola”. Y esto se debe a que en los meses de septiembre, octubre y noviembre “la mortalidad no es tan alta como en febrero y marzo. Aunque porcentualmente pueda estar cerca, el número de defunciones es bastante menor”. Miguel advierte de que si esta segunda fase se hubiera dado en invierno “estaríamos en una situación mucho más límite, ya que, de por sí, son meses en los que se producen picos de mortalidad muy elevados”.

Afortunadamente, y hasta el momento, “no hemos tenido problemas de cobertura ni de colapsos”. A esto ayuda la experiencia adquirida durante los primeros meses de pandemia donde, “además de los protocolos que tenemos como funeraria para todo tipo de circunstancias, la experiencia, formación y planes de contingencia especiales han contribuido a una mejor resolución”. En esta segunda etapa, el sector ya no tiene que hacer frente a la incertidumbre y cuenta con más recursos y planificación. “Estamos mucho más preparados”.

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