La Rioja

Seis rincones para un fin de semana alternativo sin salir de Logroño

Primero vino el cierre del ocio nocturno y la normativa de clausurar los bares y restaurantes a la una de la madrugada, así como las restricciones de aforos. Después, el cierre de los comercios y restauración a las 21 horas, para después pasar a un confinamiento perimetral de toda La Rioja. Finalmente, cierre total de Logroño (y Arnedo), toque de queda a las 22 horas y suspensión de la hostelería durante un mes en los dos municipios confinados.

El ocio tal y como lo conocíamos ha cambiado y solo queda adaptarse. Logroñeses, logroñesas, si no hay discotecas ni bares ni restaurantes, toca buscar alternativas que ocupen ese tiempo libre. Y la oferta, aunque os sorprenda, es abundante sin superar los límites del término de la capital. Eso sí, mejor aprovechar las horas de luz que el frío ya se ha echado encima. Solo un imprescindible: calzado cómodo. El resto de complementos corren a elección de cada uno.

Sin lugar a dudas, el Parque de La Grajera es por excelencia el espacio elegido por familias y jóvenes para disfrutar de unos rayitos de sol (si el tiempo acompaña) y desconectar del ruido propio de las urbes. A escasos seis kilómetros desde la capital, este entorno natural es transitado cada fin de semana también por deportistas que se calzan las deportivas y echan a correr o se montan en su bici para disfrutar de unas vistas al pantano o visitar los animales de la granja, una actividad que atrae sobre todo a los ‘peques de la casa’.

Para los más perezosos que solo quieran dar un paseo de domingo sin salir de la ciudad y con la vista puesta en el río tienen dos opciones. Si tiran dirección norte, desde cualquiera de los puentes que salen del centro de la capital como ramificaciones, el parque del Ebro inunda lo que antes fueron cultivos de hortalizas para dar pie ahora a un paraje verde que se funde con los rojos y ocres de los chopos en otoño.

Y sin salirse del cauce, la desembocadura del río Iregua aborda con otro paisaje de disfrute también apto para los más agiles que quieran llevar acabo ahí su entrenamiento. Porque el confinamiento de la pasada primavera ha hecho despertar en muchas personas una necesidad, tal vez oculta, de abrirse camino en espacios amplios, sin aglomeraciones. Un recorrido a orillas del Iregua que, para los más atrevidos, puede alargarse hasta lumbreras (aunque para esto habrá que esperar hasta que se levanten las restricciones).

Si la cosa va de amantes de las laderas, estos también tienen su hueco sin salir del municipio. Monte Cantabria o Monte de la Pila, cualquier opción basta. El primero, a casi 500 metros de altitud y con un desnivel de 132 metros, ofrece un recorrido de algo más de seis kilómetros de distancia partiendo desde el cementerio de Logroño para acabar disfrutando de una panorámica de toda la ciudad. El segundo, con cerca de nueve kilómetros de camino, asciende desde el Parque San miguel hasta los 565 metros con un desnivel de 168 metros. El Monte de la Pila es una opción perfecta para apreciar el entorno de la Grajera al este y de Logroño al norte.

Otro ‘obligatorio’, más si cabe en la época más privilegiada para visitar La Rioja, es El Cortijo y el mar de viñedos que rodean los meandros del Ebro y que desde lo alto del municipio se vislumbran majestuosos. Un paraje de merecida visita a escasos ocho kilómetros de la capital. Cabe hacer un inciso especial para aquellos hortelanos frustrados que en la actual situación sanitaria no pueden ir a visitar la huerta de su pueblo. Para todos ellos hay una solución a un paso de Logroño: las huerta de Varea. Y cómo no, también un recorrido de unos 12 kilómetros obligatorio para todo los amantes del running o de la bicicleta.

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