Crisis del Coronavirus

Y cuatro meses después, el silencio volvió a reinar en las calles riojanas

El silencio ha vuelto a adueñarse de las calles riojanas. Cualquier domingo a las once de la noche es complicado encontrar un alma en los ríos de cemento de la comunidad. Pero este domingo, además, es ilegal salvo causa justificada.

A las once en punto de la noche el silencio se ha convertido en amo y señor de las calles riojanas, como ya hiciera la pasada primavera. Un silencio solo roto por el quejido de las ambulancias o los pasos de los trabajadores esenciales que van y vienen. Un silencio anticipado dos horas antes por el crujir de las persianas de bares y restaurantes echando el cierre. Un silencio más incómodo que los que viajan en ascensor. La nada en la calle. Todos a casa, aquí no hay nada que ver.

Cuatro meses después, las calles y avenidas han vuelto a enmudecer con la declaración de un estado de alarma que en poco o nada se parece al decretado en marzo, salvo por la constatación de que hemos tenido que llegar a medidas drásticas para enmendar la irresponsabilidad colectiva.

Toca acostumbrarse de nuevo al silencio. A las once en casa, como el preadolescente que paladea sus primeros sorbos de libertad lejos del nido. Rompamos el silencio a golpe de responsabilidad colectiva, para que lo antes posible podamos volver a tomar las calles y las noches en casa pasen a ser una opción y no una obligación.

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