Desde el pasado fin de semana, Podemos La Rioja vuelve a tener -casi un año después- representación orgánica en la comunidad. La elección de Arantxa Carrero como coordinadora autonómica llegó cargada de las habituales buenas intenciones para ‘coser’ un partido sumido en enfrentamientos internos prácticamente desde su fundación.
En cambio, la ‘paz social’ apenas ha durado unas horas, pues las sospechas de fraude han vuelto a planear sobre otro proceso de primarias de la formación morada. Después de que Sara Carreño reclamara un nuevo recuento de los votos por lo ajustado del resultado, en los últimos días ha trascendido la existencia de trece sufragios emitidos desde el mismo ordenador, entre ellos el de Amaya Castro, integrante de la lista vencedora.
Pese al revuelo generado, la propia Arantxa Carrero ha señalado a NueveCuatroUno que «a la Secretaría General Estatal no ha llegado nada», asegurando que «los resultados definitivos son los difundidos el pasado viernes, pues ya se sometieron a un profundo proceso antifraude».
Tres procesos, tres sospechas
El caso es que Podemos La Rioja, al igual que el personaje encarnado por Bill Murray, parece atrapado en el día de la marmota, pues las sospechas de irregularidades han acompañado a todos y cada uno de los procesos participativos que ha desarrollado desde 2015.
Hace ya más de cinco años, con la formación recién salida del horno, la dirección nacional cortó por lo sano ante los indicios de fraude cometidos por la candidatura ganadora de las primarias para confeccionar las listas al Parlamento de La Rioja. Ausejo venció aquel proceso con un 66,4 por ciento de apoyos y, tras ser cesado de forma fulminante, el partido ‘tocó techo’ al conseguir cuatro diputados en la Cámara autonómica y una diputada en el Congreso. Dos de los candidatos en el actual proceso de primarias, Germán Cantabrana y Sara Carreño, encabezaron entonces las listas moradas.
No tardaron en aflorar los enfrentamientos de dos corrientes internas por hacerse con el control del partido en La Rioja, que se prolongaron hasta el pasado verano. De nuevo primarias, en esta ocasión para encabezar la candidatura a las elecciones autonómicas. Y de nuevo, las sospechas de fraude.
La candidatura encabezada por el excoordinador regional, Kiko Garrido, llegó a pedir por grupos de WhatsApp y Telegram «fotocopias del carné de identidad y el código que os llegará al móvil» para, presuntamente, poder votar en nombre de los militantes que facilitasen esos datos, un prodecimiento catalogado como irregular en el voto telemático.
Las explicaciones facilitadas por una de las emisoras de esos mensajes fueron, cuando menos, sorprendentes. «No fijo la vitamina B12, importante para el equilibrio y la memoria, y con mi despiste natural no me entero de nada», debido a la «alteración hormonal» que sufren las mujeres mayores de 50 años, dijo. Por esta razón, y «sin querer», justifica que metiera «la pata» al reclamar avales fuera de plazo.
De forma paralela, el otro candidato en las primarias, Germán Cantabrana, era excluido del proceso pero no se quedó de brazos cruzados, recurriendo a los tribunales y ganando el proceso. Pese a todo, la dirección estatal recurrió a la ‘calle de enmedio’ y dejó sin efecto el procedimiento interno para nombrar como candidata a Raquel Romero, actualmente única diputada autonómica del partido y consejera de Participación en el Gobierno de La Rioja.
Por tanto, sobre cómo resolverá esta nueva crisis interna en La Rioja el equipo encabezado por Pablo Iglesias, todo está en el aire. Más, si cabe, cuando ha actuado de desigual modo en los anteriores precedentes de presuntos fraudes: destituyendo a Raúl Ausejo en el episodio de 2015 y declarando nulo el proceso el pasado año.
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