Soy tremendamente afortunado por vivir en Logroño, una de las ciudades con mejor calidad de vida de España y además por vivir en pleno Casco Antiguo, al lado del Parque del Ebro, que es además, pulmón de Logroño y emblema de la ciudad. Sus puentes, sus recorridos, su fauna y flora son un auténtico ejemplo de cómo deben ser las ciudades del S.XXI.
Eso es, al menos, lo que se escucha en los comentarios de los miles de visitantes y peregrinos que anualmente nos eligen como destino vacacional y de ocio. Pero todo esto tiene su lado oscuro y negativo.
Antes del confinamiento, aparte de como zona deportiva y de ocio, el Parque del Ebro, ya era usado con ‘botellódromo’ los viernes y sábados noche. Supongo que para el Ayuntamiento y los Cuerpos de Seguridad es mucho más fácil tener ahí congregados a todos los jóvenes bebiendo donde ‘no molestan’. Y efectivamente no molestan, pero es vergonzoso ver cómo amanece el parque los sábados y domingos por la mañana, donde ‘hordas’ de limpiadores municipales se apresuran y afanan, a muy temprana hora, a limpiar y recoger cientos de botellas, latas, plásticos y demás restos de la fiesta nocturna, para hacer como que nada ha pasado. Supongo que es una especie de «ojos que no ven, corazón que no siente».
Llegó el Covid-19 y nos confinaron a todos en casa, sin poder salir. Y ahora, por fin , ya entrados en ‘Fase 1’ y ‘Fase 2’, muchos de esos jóvenes ya pueden reunirse, de día y hasta las 23:00 h y así lo hacen, pero no en el parque, sino en su zona inundable; en la zona escondida, en el ‘Soto’, tierra de nadie, zona que pertenece a la Confederación Hidrográfica del Ebro, en la que el Ayuntamiento de Logroño lo único que hace es segar dos veces al año.
Y ahora todas esas botellas, latas, plásticos, filtros de cigarrillos, bolsas, excrementos, etc, se quedan ahí, esperando a que alguien las recoja, o en el peor de los casos a que venga una crecida del río y se lo lleve todo a la Rioja Baja, Zaragoza, y de ahí al mar.
Es una pena ver la poca conciencia ecológica que tienen algunos jóvenes del siglo XXI y por ende el Ayuntamiento, que lo permite, lo sabe y no hace nada. Supongo que es lo que tiene ser «tierra de nadie».
Es una lástima ver que ni Ayuntamiento, ni Cuerpos de Seguridad hacen nada por evitarlo. Y es muy triste, ver el vertedero en que se ha convertido una de las zonas del Pulmón de Logroño.
Algo deberíamos haber aprendido después de ver que tras estar encerrados dos meses, la naturaleza resurge como nunca antes la habíamos visto. Por un Parque del Ebro, limpio y libre de residuos.
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