Crisis del Coronavirus

Los autónomos riojanos demandan información y medidas “sectoriales”

Uno de los colectivos que más “abandonados” se han sentido durante este estado de alarma es el de los autónomos. A fecha de 29 de febrero de 2020 había en La Rioja 25.591 profesionales por cuenta propia cuyos sectores mayoritarios se enmarcan en el comercio, la agricultura, la construcción, la hostelería y la industria, en ese orden, y considerados muchos de ellos “autónomos de cristal”. Así los define la Unión Profesional de Trabajadores Autónomos de La Rioja (Upta – Rioja), por su “fragilidad” ante los devenires económicos que ya está ocasionando esta crisis sanitaria.

Su secretario general, Javier Marzo, apela en concreto a los establecimientos que se han visto obligados a cerrar temporalmente conforme a lo decretado por el Gobierno central, “quién sabe si acabará siendo de forma indefinida”. Pero lo cierto es que mientras las ayudas para los autónomos llegan a sus cuentas bancarias, bares, tiendas, restaurantes y demás negocios tienen que seguir haciendo frente a otros recibos corrientes que sí llegan con rigurosa puntualidad: seguridad social, luz, teléfono, pedidos ya solicitados, … Aunque lo que supone un mayor esfuerzo, en ocasiones imposible de afrontar, es el pago del alquiler.

Marzo apunta que “la mayoría de los arrendatarios están llegando a acuerdos entre las partes, unos no lo cobrarán durante el periodo que se prorrogue la actual situación y otros lo prorratearán una vez que se pase la pandemia, algo que es de agradecer y poner en valor”. No obstante, siempre hay casos aislados como el de Judit Gil, una de las gerentes del Bar Dominó ubicado Logroño cuyo arrendatario le reclama el alquiler: “Por decisión de la empresa hemos rechazado el recibo de abril que nos llegó a principios de mes porque el local está arrendado para la explotación hostelera, actividad que ahora mismo no podemos ejercer, por lo que sin ingresos no se puede hacer frente a ese pago”.

Bar Dominó en Logroño.

El dueño del establecimiento, tras la devolución del recibo, se puso en contacto con Judit para transmitirle “de forma amigable” que no se preocupasen y que ya buscarían la forma de solventar esta situación, pero a los días le envió un mensaje: “Nos pedía que tuviéramos voluntad a la hora de afrontar el pago pero es que nos resulta imposible afrontar una cuantía así en estas circunstancias cuando, además, nuestro negocio se podría decir que estaba comenzando a crecer ahora. Creemos que es injusto y no vamos a cambiar de postura”.

Gastos fijos

Más suerte tiene Ricardo García, quien junto a su pareja regentan el Bar-Restaurante Los Cucharones de Pradillo, local propiedad del Ayuntamiento de la localidad. En su caso, el consistorio le ha asegurado que durante el tiempo que este permanezca cerrado no le cobrará el alquiler, lo cual agradece porque, asegura, “el aplazamiento de la renta es un endeudamiento de cara a largo plazo”. Aun así, sigue haciendo frente a los gastos fijos de suministros e impuestos. “En marzo tan solo facturamos el 25 por ciento de lo que es habitual mientras que en abril los ingresos han sido de cero. De cualquier forma, aunque podamos abrir a lo largo de este año, creo que no llegaremos a facturar más del 30 por ciento de lo que se saca en un mes normal”, sentencia.

Bar – Restaurante Los Cucharones en Pradillo.

En este sentido, García es escéptico y ante un “panorama de desconcierto total por la falta de información”, valorará la rentabilidad de volver a abrir su negocio cuando así lo permitan las autoridades: “Si empiezan a imponer un montón de condiciones de seguridad como instalar mamparas para separar, reducir el aforo o controlar la entrada, habrá que ver si merece la pena abrir en esas circunstancias. Y en caso de no obtener unos ingresos mínimos, no dudaría en prolongar el cierre durante más tiempo para volver a abrir en una situación de mayor normalidad”. Gil, por su parte, no descarta la clausura indefinida de su negocio si la situación se prolonga en el tiempo: “Los ingresos en mi familia se han reducido en un 80 0 90 por ciento”.

Es por ello por lo que este autónomo reclama “una información sectorial”, acorde a cada ámbito profesional: “No se gestiona igual un bar que una tienda de ropa, así que las medidas globalizadas no sirven. Además, para decidir sobre el futuro de nuestros negocios tienen que tenernos en cuenta a nosotros, a las asociaciones que nos representan para tomar las medidas más oportunas”. Un ambiente de “preocupación y desconocimiento” generalizados que se respira en el sector a la espera de “unas medidas y propuestas concretas”, tal como apunta Gil, “porque la gente está actuando a título individual y cada persona buscando su beneficio”.

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