TRIBUNA

La importancia de la concienciación sobre la salud mental

Creo no equivocarme si afirmo que en estos momentos en los que estamos viviendo una pandemia sanitaria, no nos cansamos de escuchar desde todos los medios de comunicación la importancia de mantener nuestra salud mental.

Parece ser que ahora sí. Ahora es el momento en que todos y cada uno de nosotros protejamos nuestra salud mental. Pero… ¿y qué pasa con las personas más vulnerables? ¿Qué ocurre con las personas diagnosticadas de un problema de salud mental grave, crónico y severo? ¿Nadie se ha parado a pensar en este colectivo? ¿Se ha detenido alguien a imaginar lo complicado que les puede estar resultando gestionar esta situación de confinamiento? Ellas son, precisamente, personas infinitamente más vulnerables a padecer una exacerbación de la sintomatología propia de la enfermedad a raíz de la vivencia de altos niveles de estrés y angustia.

Y no sólo me quedo ahí. Sus diversas situaciones psicosociales no ayudan, en absoluto, a que este momento tan crítico para todos sea más llevadero. Casi me atrevería a decir que prácticamente el cien por cien de nosotros hemos dicho o pensado, al menos una vez en estos días: “Menos mal que puedo comunicarme de manera inmediata con mis familiares y amigos, a pesar de que sean dos calles las que nos distancien o miles de kilómetros”.

¿Y qué sentís si os digo que muchas personas con problemas de salud mental no cuentan con una red de apoyo familiar estable, ni un grupo de amistades con los que poder desahogarse y compartir estos momentos? Pues aun con todo ello, muchas personas afectadas por un Trastorno Mental Grave y Crónico, están dando una grandísima lección de vida día a día, sacando fuerzas de donde no las tienen, manejando y gestionando este momento mucho mejor que los “sanos” mentalmente. Están trabajando con un espíritu de superación increíble y mostrándose mucho más coherentes que otras muchas personas “sin problemas de salud mental”.

Animo a todos a reflexionar, cada cual a título personal, sobre si alguna vez hemos juzgado ciertos problemas de salud mental con pensamientos tales como: “No son para tanto”; “son invenciones o exageraciones”; “son solo cosas de locos, de chiflados, de neuróticos…” y un sinfín de calificativos despectivos más que, hoy día, siguen escuchándose en la sociedad, y que no son más que un reflejo del gran estigma con el que tienen que lidiar las personas diagnosticadas.

Todo ello conlleva infinitas repercusiones en su calidad de vida y en su estabilidad anímica: rechazo, exclusión social, gran sufrimiento emocional y, por supuesto, gran vulnerabilidad generalizada que acarrea todo ello. Todos estos factores no suman en un momento como este, sino que producen sinergia (acción coordinada de diversos factores cuyo efecto conjunto es superior a la suma de sus efectos individuales).

Tal vez ante esta situación tan grave que estamos viviendo has podido sentir miedo, angustia, incertidumbre, sensación de desesperanza, ansiedad, desidia, tristeza, apatía, desmotivación e incluso pánico. ¿Te ha ayudado esto a empatizar y sentir más cerca los problemas de salud mental? ¿Crees que ya no es solo “cosa de locos”? Ojalá la respuesta fuera un sí rotundo, porque eso nos haría más humanos, menos críticos con lo desconocido, y tenderíamos una mano hacia este colectivo tan desfavorecido socialmente.

Las cifras hablan por sí solas. Cada vez más, vemos en la práctica clínica cómo los problemas de salud mental están a la orden del día, son más habituales y más cercanos. Según la OMS, una de cada cuatro personas vamos a padecer un problema de salud mental a lo largo de nuestra vida, y se estima que va a ser la primera causa de discapacidad en el mundo. Y con todo ello, siguen siendo el último eslabón, el vagón de cola de las ayudas, de la atención sociosanitaria y un sinfín de recursos más…

¡No etiquetemos a una persona solo por el hecho de padecer una patología! Son personas antes que un simple diagnóstico.

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