Agricultura

El campo riojano no guarda cuarentena: “Tenemos suerte de trabajar al aire libre”

Ganado en la sierra de Anguiano

Se podría decir que son los más afortunados dentro del panorama actual del Estado de Alarma y sus consecuentes restricciones a la libre circulación y, por tanto, el desarrollo del teletrabajo. Mientras la gran mayoría de la población cumple con el confinamiento en sus hogares, estas personas tienen “la suerte de trabajar al aire libre”. Por sus profesiones, son de las pocas que no se han visto paralizadas ante la expansión del coronavirus. ¿La razón? El país sigue comiendo.

Únicamente las condiciones meteorológicas determinan las rutinas de agricultores y ganaderos porque tanto cultivos como animales necesitan los mismos cuidados. Además, en pro de la realización de las tareas, muchos de ellos no se ven obligados a mantener las distancias de seguridad porque son los únicos que gestionan sus explotaciones. Eso sí, la documentación que acredite su actividad profesional (recibo de la cuota de la Seguridad Social, el cuaderno de explotación o la declaración de la última PAC) han de llevarla siempre con ellos para evitarse inconvenientes y sustos innecesarios.

Pero no todo son buenas noticias, y al igual que los efectos económicos del Covid-19 ya se aprecian en numerosos sectores, el agrario no se queda fuera de juego. “Ahora hay poca cosa en la huerta riojana, pero espera a que llegue el verano y esta situación continúe. Por el momento, el rábano ya me lo han hundido al cerrar los mercados de Pamplona y Calahorra. No estoy vendiendo prácticamente ninguno y ahora están en plena temporada”, señala Roberto Vázquez desde sus invernaderos de hortalizas y verduras en Calahorra.

Invernadero de rábanos de Roberto Vázquez, en Calahorra.

“No entiendo por qué mantienen abiertos supermercados y comercios, todos ellos establecimientos cerrados donde se aglomera la población, mientras que prohíben los mercados al aire libre donde incluso los productos ofertados son más frescos y cultivados en las proximidades. A gente con el camión cargado de verdura para llevar a Navarra o Guipúzcoa les han hecho dar media vuelta porque clausuraban esos mercados, así que ahora les toca tirar el género o regalarlo. ¿Y a esta gente quién le va a pagar lo que está perdiendo?”, critica Vázquez.

Este horticultor calagurritano estima que sus perdidas económicas semanales pueden rondar los 400 o 500 euros si la situación se prolonga o incluso se agrava, pero asegura que no le va a llegar ninguna de las ayudas establecidas por el Gobierno y reclama así la suspensión de la cuota para los trabajadores autónomos como él. “Por el momento, sigo plantando porque es lo que me da de comer, pero cada vez se caen más productos, como los espárragos, que desde algunas conserveras ya me han dicho que no van a envasar porque no quieren correr riesgos”, apunta Vázquez.

Invernadero de lechugas de Roberto Vázquez, en Calahorra.

Los ganaderos temen el cierre de fronteras

“La gente sigue comprando alimentos, sí, pero aquellos de primera necesidad, por lo que el cordero se queda fuera. ¿Quién se va a poner a hacer cordero asado o chuletillas cuando están mandando a tanta gente al paro o restringiendo salarios? En estas situaciones se compra solo lo imprescindible”, resalta el ganadero Raúl Díez. En su caso, la última vez que vendió corderos fue antes de que estallara esta crisis, así que espera que los mataderos y carnicerías se mantengan abiertos.

Además, Díez teme el cierre de fronteras internacionales en materia de mercancías, ya que la carne se exporta en gran medida fuera de España. Algo en lo que coincide el también ganadero Enrique Serrano, en su caso con una explotación de vacuno en extensivo en Anguiano: “Llevamos arrastrando dos años de bajos precios en la venta de animales y ahora sentimos incertidumbre ante el desarrollo de esta situación. Pero si prohíben las exportaciones ahí sí que habrá un serio problema”.

Explotación de vacuno de Enrique Serrano, en Anguiano.

Aunque las ventas estén, en cierta medida, “aseguradas”, en productos como el cochinillo, el lechazo o el chuletón “es evidente que van a bajar porque son alimentos destinados, principalmente, a la restauración”, apunta Serrano. Aunque la producción se mantenga similar, el poder adquisitivo de las familias sí se va a ver mermado, lo que propiciará “una bajada de precios todavía mayor pocas semanas después de haber reivindicado en la calle unos precios justos”, añade el ganadero.

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