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Dakar-Haro: el duro viaje de Ibrahima Dieng para vivir el sueño europeo

El delantero Ibrahima Dieng (Leona Thiaroye, Senegal, 18 de septiembre de 1997) se ha ganado a la afición del Haro Deportivo a base de tesón. Todo a base de trabajo y dedicación, unas cualidades que ha usado para sobrevivir. Vino al mundo en un puerto mercantil cercano a Dakar, su padre murió cuando era un bebé y creció rodeado de extrema pobreza. Pese a no saber nadar, se embarcó con dieciséis años escondido en un barco entre contenedores. Quería ayudar a su familia y llegar a Francia, pero acabó en Tenerife: “Nunca nadie me ha regalado nada, ni el día de mi cumpleaños tenía regalos”.

Fuente: Haro Deportivo

Una vez en las Islas Canarias, fue sometido a muchas preguntas por la policía e ingresó en un centro para Menores Extranjeros No Acompañados (MENAs). Telefoneó desde ahí a su madre y ésta le facilitó un contacto de una amiga senegalesa en Bilbao. Quería vivir con ella, pero tuvo que volver a otro centro hasta los 18 años. Allí completó su educación y siguió jugando a fútbol. Tras varias pruebas y problemas con su ficha, al alcanzar la mayoría de edad fichó por el Amorebieta. Vitoria y el Leioa fueron sus siguientes destinos antes de llegar a La Rioja.

¿Por qué ha acabado en Haro? “Me gustan los retos, me dicen que hay equipos que no pueden hacer nada y siempre quiero ir, como he hecho en mi vida siempre. Es un reto salvar la categoría con el Haro”. Conociendo su historia, es fácil entender que la esperanza es una de las claves de su periplo vital: “Estoy yendo de la nada a más”. Hasta el momento, ha jugado 621 minutos con la camiseta blanquinegra y ya ha anotado cinco goles. Su especialidad: salir como revulsivo (catorce partidos). Su velocidad y voracidad siempre aportan un extra al equipo.

“Me estoy encontrando bien, se puede mejorar, pero yo hago todo lo que está en mi mano. Querría tener más minutos, pero lo poco que estoy jugando, lo estoy haciendo bien y quiero seguir así”, explica Dieng. Conoce bien el Grupo II y no se atisba en él un ápice de conformismo: “Cuando dicen que es difícil o imposible, me divierte. Es otra cultura y sé que todo lo que consiga me lo tengo que ganar yo”. Su mayor logro deportivo en El Mazo: marcarle un gol a la UD Logroñés y anticiparse a su ídolo César Caneda. Todo en la vida de este chaval está lleno de simbolismos.

Ibrahima Dieng se faja con Caneda ante la atenta mirada de Mikel Bueno/ fuente: Haro Deportivo

Su madurez le hace tener las cosas muy claras y buscarse alternativas más allá del deporte: “Sí que me saqué la ESO, un título en francés y saqué varios cursos de otros idiomas: castellano, inglés y hasta árabe”. Sin embargo, en Haro no ha conseguido tal posibilidad: “Es un club humilde, cuando estaba en el filial del Eibar tenía más cosas, pero esto es una apuesta deportiva para darlo todo, todo, todo, todo. Es mi último año sub-23 y a partir del año que viene puedo ver hasta dónde me puede dar el fútbol”. Todo ello para cumplir otro sueño: traer a su familia a Europa o, al menos, ayudarles económicamente.

Acostumbrado a cambiar de aires con frecuencia, se define como versátil: “Cada experiencia y cada persona es diferente y te hace más rico interiormente”. Y también guarda a sus amigos de Bilbao, Amorebieta, Leioa y Eibar, lugares a donde se escapa cuando puede. En Atxabalpe (Ciudad Deportiva del Eibar) pudo entrenar con los futbolistas del primer equipo, aunque la barrera del profesionalismo es difícil de superar: “No me arrepiento de haber ido allí, he aprendido mucho y lo que estoy viendo personalmente y deportivamente me ha ayudado mucho a mejorar como persona”.

Quién mejor que él para aportar una lección de vida: “El futuro te mostrará los caminos. He aprendido que todo depende de cada uno, que no hay enemigos lejanos, soy mi propio enemigo y soy mi propio amigo”. Fútbol, supervivencia, superación y humanidad, a veces todo es compatible.

Fuente: Haro Deportivo

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