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El éxito futbolístico reside en un piso en Lardero

Los niños sueñan con Messi y los adultos futboleros con historias surgidas del barro

Sentado en una hamaca, bajo el porche, observa la línea del horizonte y piensa: “Si hoy pudiera volver a intentarlo, lo haría con mayor ahínco”. Escupe la pajita de su boca, y airado maldice su vejez.

No es Enric Gallego la figura sin rostro que digiere en soledad lo que pudo ser y no fue. No es tampoco Manu García. Ni Iñaki. Ni David de Paula. Ni Álvaro Corral. Ellos se sentarán en su hamaca, bajo su porche, observarán la línea del horizonte y pensarán: “Joder, jugué en la élite”. Y seguirán mascando su pajita y lo harán extrayendo el sabor dulce que deja la oportunidad ganada: lograron, en su profesión, jugar con los mejores y ante los mejores.

Ellos descansarán tranquilos, sabedores estos futbolistas de que no se dejaron nada cuando aún tuvieron a su disposición dos hechos importantes para al menos tener una oportunidad: la juventud para hacerlo, y el talento y el esfuerzo necesarios para al menos merecerlo.

Porque claro que hay jugadores a los que la suerte (la buena), pese a ser talentosos y trabajar más que nadie, les fue esquiva. Una lesión inoportuna, un entrenador que no te pone, una decisión desacertada… Es normal. Tanto, como que hay futbolistas que se acomodan y dejan pasar la oportunidad de hacer algo realmente reseñable para ellos mismos y sus equipos. No sería complicado, ni corta, hacer una lista de jugadores que van recibiendo bajas en cada ventana de fichajes para firmar a continuación por otro equipo que le dará la baja a los seis meses.

Manu García (izquierda) e Iñaki Sáenz (derecha) celebran el ascenso del Alavés a Primera

Mientras tanto, hay otros futbolistas que acceden a la élite por los caminos más insospechados. No todos salen de un filial y luego hacen carreras en sus respectivos equipos o en clubes que los reclaman por su calidad. Que se lo pregunten a Enric Gallego, que acaba de ser presentado por el Huesca de Primera división. Hace cinco años este delantero centro conducía un camión. Pero se ha hinchado a meter goles, y a sus 32 años alcanza la gloria de la Liga de las Estrellas, siendo un caso inusual, similar al que protagonizó en su momento Unai Alba.

Todo pasa, y nada es eterno: salvo el recuerdo de lo conseguido, o la frustración de la oportunidad no aprovechada. Ambas cosas no se olvidan: arregla o consume una jubilación si a uno le da por pensar. “Este chico ha trabajado un montón”. Lo dice Asier Sánchez, analista del Barakaldo, y por tanto un gran conocedor del fútbol español, sobre todo del mercado de Segunda B, de donde nadie hubiera dicho hace cinco años que Enric Gallego lograría salir.

La Segunda B es una jaula para más de 2.500 futbolistas. Se ganan la vida ubicados estratégicamente en la frontera entre la élite y el fútbol amateur; una especie de limbo futbolístico que pocos logran superar con éxito y que ningún dirigente del fútbol español parece dispuesto a aliviar un poco con un cambio organizativo que reduzca los baches de la categoría de bronce. Porque de esta jaula cuesta mucho salir. Pero no es imposible. Hay quien logra retirarse del deporte con la tranquilidad de saber que hizo todo lo que estuvo al alcance de su mano… y un poquito más.

Hay casos que se desbordan por sí solos, como la irrupción extraordinaria de Enric Gallego, chico de moda del fútbol español. Todos llevamos un Enric Gallego en nuestra imaginación de adulto apasionado a este deporte. Los niños sueñan con Messi. Los adultos futboleros, con historias surgidas del barro: de camionero a futbolista. Vamos, como para no quererle. Hinchas de Gallego.

Enric Gallego, durante su presentación con la SD Huesca

“Apostó fuerte”, asegura Sánchez. “Arriesgó bastante”, indica Sánchez. Y todo esto “al decidirse a firmar por el Extremadura en un mercado de invierno. Lo dejó todo”, y un año y medio después se puede decir que todo le ha salido a la perfección. Sabe Asier Sánchez que “otros muchos futbolistas no se arriesgan. No dan ese primer paso”. Pero Sánchez reconoce que éste es un ejemplo prácticamente único. Porque, ¿cómo saber cuál es el paso acertado? Para esto no hay respuesta, pues la ciencia logra que en la Luna se cultive algodón, pero de fútbol sabe más bien poco.

En estos diez años de historia, la Unión Deportiva Logroñés se ha relacionado contractualmente con varios futbolistas que tras su paso por el conjunto riojano han logrado el éxito incuestionable de jugar entre la élite. El propio Iñaki, ahora de nuevo en casa, trabajó cuatro años en Logroño, y eso le valió para firmar por el Racing, primero; luego, por el Alavés, donde ascendió a Segunda; y trabajó para ganarse el derecho a estar entre los mejores unas cuantas temporadas (90 partidos), que sin duda le han permitido sentirse entre los mejores. ¿Qué hubiera sido de Iñaki si no hubiera salido a Santander? A saber. Ahora tiene un puesto ganado en el porche donde descansan aquellos que no se dejaron ni una gota de esfuerzo por el camino.

Iñaki Sáenz, durante la celebración del ascenso con el Alavés

Manix Mandiola, famoso técnico vasco, no levanta cabeza desde aquel invierno. Éste, en su retiro, en su porche, rumiará entre dientes, masticará piedras, porque no lo vio venir. Y de paso casi pone punto y final a la mejor historia que ha dado el fútbol español en mucho tiempo. ¿O fue el creador de la misma? Dio la baja, en un mal invierno para él, a Manu García. Dijo que no valía para el Eibar, de Segunda B. Fichó por la UD Logroñés y el resto de la historia es de sobra conocida: para arriba como un cohete con su Alavés de nacimiento para subirlo de Segunda B a Segunda, y luego a Primera, y disputar una final de Copa del Rey, marcar en el Calderón… y otras muchas grandes historias que ha generado un futbolista que siempre que puede recuerda que en Logroño volvió a sentirse jugador de fútbol. Es una manera genial de ser agradecido.

David de Paula con la camiseta del Austria de Viena.

También supo tomar la decisión correcta hacia el éxito deportivo David de Paula. En aquella gran temporada suya hizo 11 goles con la Unión Deportiva Logroñés. Y seis años después ha regresado a casa tras ser un referente en el Austria de Viena. ¿Cómo tomar la decisión correcta para alcanzar el éxito? Pues en un piso en Lardero. Que tampoco hay que ponerse especialmente intensitos con estas cosas. En un piso en Lardero, David de Paula decidió triunfar en esto del fútbol.

“Sí, vivíamos en Lardero, y nos llamó el representante con la posibilidad de salir hacia Austria, a un equipo recién ascendido”, apunta De Paula, que el domingo será rival de la UD Logroñés. “Las condiciones nos encajaron y no hubo mucho más que pensar”, recuerda. Y ahora echa la vista atrás y reconocer que “jugar en la élite me ha permitido evolucionar mucho como futbolista. Soy otro tipo jugador diferente”. Otro que descansará a pierna suelta en su hamaca del trabajo bien hecho.

Por eso, al defensor riojano Álvaro Corral no le ha costado tomar una decisión natural: dejar el fútbol. Se hizo un hueco en el porche del descanso placentero aquella primavera de 2012. Ahora lo deja, y solo tiene palabras de agradecimiento a este deporte que “me lo ha dado todo”. Solo “un par de descensos”, el resto han sido “cosas realmente buenas”.

El riojano Álvaro Corral, en el Carlos Tartiere, sobre el delantero Linares.

El defensor riojano lo deja, aunque seguirá como preparador físico en el Tudelano. Y sin duda aquella primavera de 2012 permanecerá imborrable en su recuerdo como futbolista profesional. Hizo el más difícil todavía: subir con el Alavés, con el Eibar, con el Extremadura… tiene su mérito; pero hacerlo con el modesto Mirandés en aquel entonces, pues ya la historia se pone trascendente. “Yo me siento orgulloso de lo que he hecho como futbolista”, dice el central (ya ex) de Logroño. “A mí el fútbol me lo ha dado todo. Desde que tengo uso de razón he jugado a fútbol, y me ha acompañado hasta hoy día. Es mi vida”, señala.

Y ni tan siquiera se pone el ‘pero’ de no haber logrado firmar con la UD Logroñés tras dejar el Mirandés para regresar a Segunda B en el Tudelano. “He estado cerca de casa, lo que me ha permitido vivir siempre en casa. A todos nos gusta representar a nuestra ciudad jugando en el equipo de nuestra ciudad”. Lo pudo hacer con el Recreación, en su momento. “Tampoco me queda esa espina clavada”, afirma otro futbolista que se ganó a pulso estar entre los mejores.

Porque es indiscutible que el éxito consiste en ser central y marcar un gol con el Mirandés en Segunda división. El doble de metros cuadrados en el porche de la perseverancia.

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