Nada más cruzar la puerta de acceso desde Duquesa de la Victoria, los sentidos se exponen a un bombardeo de estímulos en el Mercado del Corregidor. El olor a pan recién horneado en el puesto de Jesús, el abanico de colores de las flores de Azahar, la sinfonía de cuchillos afilándose en cualquiera de sus muchas carnicerías o el tacto de las legumbres en los puestos de frutas y verduras. El gusto se reserva para la hora de comer, aunque como anticipo siempre se puede degustar algo en cualquiera de sus establecimientos.
Hablamos con clientes y comerciantes para que nos expliquen más allá de lo sensorial de la experiencia, qué diferencias hay entre comprar en un mercado y hacerlo en una gran superficie. Y las respuestas siempre conducen a las mismas palabras: “calidad y cercanía”. Aunque también hay otras particularidades en el plano afectivo.
Jesús, el panadero, apunta que “el trato diario con la gente que viene, que son vecinos del barrio, está más cerca de la amistad que de la relación comercial”. “Si todos vamos a las grandes superficies los mercados acabarán desapareciendo”, explica otra clienta, subrayando que “eso de que los mercados son más caros tiene que ver con el producto, porque en las grandes superficies también los hay muy caros”.
También lo tiene claro Luis González, charcutero en el Mercado del Corregidor: “Si ves las estadísticas es más barato el mercado, ofreciendo mejor calidad; la tienda pequeña tiene que trabajar marcas de calidad y competir con las grandes superficies a nivel de precio”. Además, presume de que “aquí tratamos de tú a tú a los clientes, con tranquilidad”, algo de lo que da fe un matrimonio al otro lado del mostrador: “Nos gusta más el ambiente que hay en un mercado; se habla de todo un poco y uno se pone al corriente de lo que pasa”.
“La ventaja es muy clara; ofrecemos un producto completamente natural, hecho a diario”, indica Mireia mientras despacha a un grupo de clientes en Pastas Nieves. También sostiene que “cada vez viene más gente joven al mercado, sobre todo por las tardes” y otro de los comerciantes, Carlos Aragón, apunta que “aquí hay mayor calidad y en los supermercados hay más comodidad”.
